TURQUÍA 3: Estambul III, bazares y mezquitas

Nuestro segundo día entero en Estambul estaría centrado en dos elementos del barrio de Fatih: sus esplendorosas mezquitas y sus coloridos bazares. De entre las primeras podemos destacar la mezquita de Solimán, la Mezquita Nueva y la de Şehzade. De entre los bazares, a parte de los más famosos (Gran Bazar y Bazar de las Especias), nos encantó perdernos entre los de Tahtakale y de Mahmutpaşa. Como la noche anterior, a las 6 de la mañana nos despertó la llamada a la oración de una mezquita muy cercana. En nuestro viaje de hace unos años a Marruecos no recordamos que esta costumbre religiosa nos desvelara el sueño, es mas, lo recordamos como una letanía lejana que le añadía más exotismo al sitio.
7 de noviembre de 2013
Nuestro segundo día entero en Estambul estaría centrado en dos elementos del barrio de Fatih: sus esplendorosas mezquitas y sus coloridos bazares. De entre las primeras podemos destacar la mezquita de Solimán, la Mezquita Nueva y la de Şehzade. De entre los bazares, a parte de los más famosos (Gran Bazar y Bazar de las Especias), nos encantó perdernos entre los de Tahtakale y de Mahmutpaşa.

Como la noche anterior, a las 6 de la mañana nos despertó la llamada a la oración de una mezquita muy cercana. En nuestro viaje de hace unos años a Marruecos no recordamos que esta costumbre religiosa nos desvelara el sueño, es mas, lo recordamos como una letanía lejana que le añadía más exotismo al sitio. Pero no sabemos si en Turquía tuvimos la “suerte” de alojarnos siempre cerca de una mezquita, por que a lo largo de nuestro viaje estas llamadas nos truncaban el sueño día sí día también. Con esto no nos quejamos, ya que es algo normal en un país islámico, simplemente constatamos el hecho.
Al igual que el día anterior, iniciamos la ruta de ese día caminando, la buena localización de nuestro hotel nos evitó tener que coger transporte público los primeros días. Nuestro primer objetivo era el Gran Bazar, pero primero nos detuvimos a ver un par de cosillas. Primero, la Columna de Constantino, erigida por el emperador romano en el siglo IV para inaugurar la fundación de Constantinopla como capital del imperio romano. Muy cerca estaba la Nuruosmaniye Camii, una mezquita construida en el siglo XVIII en estilo barroco. Su interior era amplio y luminoso, la luz entraba a raudales por una infinidad de ventanas dispuestas por todos los muros. Su decoración era mas bien austera y simple, a excepción de un detalle muy bonito, una cenefa dorada de caracteres arábigos que recorría todo el interior del templo.
Columna de Constantino
Nuruosmaniye Camii
Nuruosmaniye Camii, interior
A lado de la mezquita encontramos la entrada del Kapalı Çarşı o Gran Bazar, uno de los más grandes y el bazar cubierto más antiguo del mundo, con 500 años de historia. No obstante, el Gran Bazar no fue lo que nos esperábamos. Al flanquear la entrada nos encontramos con unos pasajes más o menos anchos, con coquetas tiendas a los lados y escaparates protegidos por mamparas que exhibían caros productos de joyería. Más adelante, entramos en un bedesten, un espacio separado del resto del mercado donde vendían ropa. Pero tampoco allí había el colorido, caos y exotismo que esperábamos encontrar en un principio. La gran mayoría de gente que había por allí eran turistas o turcos adinerados, allí no iba a comprar el grueso de la clase popular. No probamos de comprar nada, estaba claro que allí nos pegarían un sablazo por cualquier cosa, y aquel día encontraríamos otros bazares mejores para hacer nuestras compras. El Gran Bazar nos pareció una galería comercial más, grande y con mucha historia, pero en definitiva una galería comercial para turistas. Quizás el problema fue en parte nuestra expectativa, en nuestra mente todavía estaban los zocos de Marrakech que visitamos años atrás. Pero no todo fue decepcionante, aquí y allá se podía ver algún rincón que conservaba un poco de autenticidad. Como el Zincirli Han, un antiguo caravasar donde ser resguardaban las antiguas caravanas de la ruta de la seda.
puerta de entrada al Gran Bazar
tiendas con joyas
pequeñas tiendas de ropa
también vendían lámparas y cerámica
turistas pasean en el Gran Bazar
tienda en el Gran Bazar
Gran Bazar, Zincirli Han
Después de una hora en el Gran Bazar fuimos a otro, el Sahaflar Çarşısı, el bazar de los Libros. Al estar tan cerca de la universidad, casi todos los libros que se vendían estaban dirigidos a los universitarios. También había muchos de segunda mano. Estuvimos dando una vuelta entre los puestos, después de la muchedumbre del Gran Bazar agradecíamos la tranquilidad de aquel lugar. Muy cerca estaba la Beyazıt Camii, la mezquita más antigua de la ciudad, y que desgraciadamente estaba cerrada por rehabilitación. De hecho, toda aquella zona parecía en obras, también lo estaba la monumental puerta de entrada a la Universidad de Estambul.
Sahaflar Çarşısı
Proseguimos nuestra ruta en dirección norte, flanqueando las instalaciones de la universidad. Quisimos entrar dentro para ver la Beyazıt Kulesi, una esbelta torre que se ve desde muchos puntos de la ciudad, pero un guarda nos impidió el paso. Un poco más adelante llegamos a la mezquita más grande de Estambul, la mezquita de Solimán el Magnífico o Süleymaniye Camii. Es una de las estampas más típicas, como es tan grande y está encaramada en una colina es visible desde casi todo el centro de Estambul. Fue construida por el arquitecto Sinan, un genio en la construcción de mezquitas en el siglo XVI. La encargó el sultán Solimán (Süleyman I), apodado “el Magnífico” ya que extendió el imperio otomano por Europa oriental hasta las puertas de Viena. Sus exteriores nos parecieron impresionantes, con unas dimensiones que empequeñecían a cualquiera. Accedimos al patio de la mezquita que era igualmente espectacular, rodeado de columnas, y desde donde se podían ver los cuatro minaretes (solo un sultán podía edificar templos con ese número). Era un lugar bonito, pese a que los exteriores no estaban muy ornamentados, pero parte de su encanto eran la simplicidad y pureza de sus formas.



Süleymaniye Camii
En el interior reinaba también la sencillez y la simplicidad. La sala de oración era inmensa, decorada con frescos y medallones con motivos árabes. Las partes más decoradas y hermosas eran las cúpulas, pero estaban en sintonía con las otras partes del interior. Al final estuvimos cerca de una hora contemplando la sala de oraciones y sobre todo admirando su exterior. La Süleymaniye Camii es sin duda otra de las mezquitas imprescindibles de Estambul. Solo nos faltó visitar la tumba de Solimán, que está en los terrenos de la mezquita, pero estaba cerrada.


Süleymaniye Camii, interior
A continuación caminamos hacia el oeste, hacia la parte de Fatih que hay hacia las murallas, una de las partes más conservadoras y menos turísticas de la ciudad. Allí había varias mezquitas que queríamos visitar, la primera de las cuales era la Kilise Camii. Pero fue una tarea muy difícil: teníamos que caminar por unas estrechas calles en medio de un tráfico horroroso. Y localizar la mezquita tampoco fue fácil, la zona era una maraña de calles que no salían en nuestros mapas. Al final llegamos a una mezquita en medio de un inmundo parking llamada Molla Camii que estaba cerrada. Ahora sabemos que sí que era la que buscábamos, y que también se la conoce con el nombre de Vefa Kilise Camii, una iglesia ortodoxa dedicada a San Teodosio que fue convertida a mezquita tras la conquista otomana. Menos mal que no era una de las importantes!
Vefa Kilise Camii
La siguiente mezquita que fuimos a ver fue la Kalenderhane Camii, que originalmente era una iglesia bizantina dedicada a Theotokos Kyriotissa. Al lado de su entrada había un señor que custodiaba unos lavabos públicos que nos hizo pagar 2 liras, no sabemos si se encargaba de los dos espacios o simplemente aprovechó la ocasión... tampoco nos íbamos a enfadar por un par de liras. En el interior lo único que recordaba su pasado bizantino era su típica planta de cruz griega. El resto era una combinación rara del ladrillo desnudo de la antigua iglesia y las losas de mármol que se añadieron posteriormente. Y para colmo, el único mosaico que quedaba de su época bizantina se trasladó a un museo. Esta no fue de las mezquitas mas interesantes que vimos aquel día. Al salir, el señor que nos cobró las dos liras nos regaló sendos racimos de uvas de las que él comía. Empezábamos a conocer la famosa generosidad de los habitantes de Estambul, y no sería la última vez.
Kalenderhane Camii
Kalenderhane Camii, interior
Continuamos por la Şehzadebaşı Caddesi, una gran calle con mucha vida cuyos restaurantes nos hicieron venir hambre. En un döner kebap pedimos un dürüm de ternera y un agua (8 liras). Como todo el mundo, ya habíamos probado este tipo de comida rápida, y además en varios países, pero aquel nos pareció especialmente gustoso y rico. Como curiosidad, hacía poco tiempo que se había muerto Kadir Nurman, un cocinero turco que inventó este plato en Alemania en los años 70.
comiendo en un döner kebap
Mientras comíamos el dürüm llegamos a la Şehzade Camii, la mezquita del Príncipe, ya que fue encargada por Solimán el Magnífico para honrar la memoria de su hizo fallecido. Cuando fuimos a ver el interior nos dimos cuenta que iba a empezar una de las oraciones del día, por lo que en un principio no queríamos entrar para respetar el rezo de los fieles. Pero uno de los hombres que había dentro nos hizo una señal para que entráramos y nos sentáramos a un lado. De esta forma pudimos asistir a un rezo musulmán, algo que no habíamos visto nunca y que en pocos países es posible de hacer. El imam congregó a todos los hombres en el lado del mihrab y dirigió el rezo. Al cabo de un rato, éstos se desperdigaron por la mezquita e hicieron rezos individuales, arrodillándose en dirección a La Meca. Hasta que no acabó la ceremonia religiosa no nos movimos de allí, prestando atención a todo lo que ocurría. Tenemos que decir que vimos una actitud irrespetuosa de unas turistas, que no se ponían convenientemente el pañuelo en la cabeza; el guarda de la mezquita fue varias veces para llamarlas la atención, pero ellas nunca se llegaban a cubrir convenientemente. Con actitudes así lo único que conseguirán es que se prohíba el acceso a los no musulmanes durante estas ceremonias religiosas.
Şehzade Camii
Şehzade Camii, patio
Şehzade Camii, fuente de abluciones
Şehzade Camii, interior
Şehzade Camii, fieles rezando
Cerca de la mezquita se alza el Acueducto de Valente o Bozdoğan Kemeri, construido en el siglo IV para traer agua a la ciudad desde el bosque de Belgrado. Pese a su antigüedad se veía muy entero, ya que había sido reconstruido por los mismos bizantinos y posteriormente por los otomanos.
Acueducto de Valente
Nuestra siguiente parada era la Molla Zeyrek Camii, la antigua Iglesia bizantina de Cristo Pantocrátor. Estaba situada en medio de un barrio un poco chungo, lleno de basuras y de solares abandonados. Pero no la pudimos visitar ya que estaba en obras de rehabilitación, tanto el interior como el exterior (la foto es de uno de los pocos resquicios desde donde se podía ver algo de la iglesia).
Molla Zeyrek Camii
La siguiente mezquita que nos tocaba en la ruta era la Fatih Camii o mezquita de Mehmet el Conquistador, situada un poco más al oeste. Pero como empezábamos a estar cansados y ya habíamos visto muchas mezquitas decidimos no visitarla. En vez de eso nos dirigimos hacia el este para ir cerrando la ruta circular. Nos internamos por una pequeña calle, Hacı Kadın Caddesi, donde pudimos contemplar, maravillados, como discurría el ajetreo de la gente corriente. Las tiendas de cachivaches destartalados, los puestos de verduras en medio de la acera, los hombretones que arrastraban carros de madera con maduras granadas... No había turistas por allí y pudimos disfrutar de estas escenas cotidianas tranquilamente. Éstas se repitieron en Küçük Pazar Caddesi, llena de comercios de todo tipo y de parroquianos haciendo sus compras. Vimos una pastelería donde habían unos dulces muy apetecibles, así que entramos a comprar unos cuantos (al mediodía solo habíamos comido un dürüm entre los dos!). Había un hombre comprando una especie de churros y al vernos nos ofreció uno a cada uno; estaban bañados en miel, eran buenos pero un poco empalagosos. A la chica de la pastelería le pedimos como pudimos unos cuantos baklava, unos dulces turcos hechos a base de una pasta parecida al hojaldre bañada en miel. Nos puso cuatro diferentes por 3 TL, y estaban muy buenos, nos los esperábamos más dulces de lo que eran en realidad.


Hacı Kadın Caddesi
Küçük Pazar Caddesi
pastelería
nuestros baklava
A continuación fuimos a la Rüstem Paşa Camii o mezquita de Rüstem Paşa, cuya entrada estaba un poco escondida. Está tan metida en medio de los edificios que en ningún lugar teníamos vista de su fachada. Su interior era interesante, lleno de azulejos de Iznik azulados llenos de motivos geométricos y de caracteres árabes. Su ambiente recogido y colorido bien merece una visita.
Rüstem Paşa Camii
Rüstem Paşa Camii, interior
Rüstem Paşa Camii,interior tapizado de azulejos 
Al salir deambulamos por los alrededores de la mezquita, una zona conocida como Tahtakale. Es un hervidero de puestos callejeros y bazares con todo tipo de productos para la gente local. Fue muy chulo pasear entre los diferentes puestos, mientras observábamos como los parroquianos regateaban el precio de los productos con los vendedores. El caos y el gentío eran impresionantes. Estambul en estado puro!
Tahtakale
Tahtakale
Tahtakale, puesto de aceitunas
Muy cerca está el Mısır Çarşısı o Bazar de las Especias, un mercado cerrado donde se venden estos preciados productos. Al igual que el Gran Bazar, nos resultó un poco decepcionante, casi todos los visitantes eran turistas y todos los comercios estaban orientados hacia ellos. Y ver el nombre en inglés en las especias (en algunos casos, solo en este idioma) ya lo insinuaba. Aún así, los colores y los olores de las especias impregnaban el ambiente y le daban un cierto exotismo. Vale la pena verlo, pero sabiendo siempre qué se encontrará para no generar falsas expectativas.
puerta de acceso al Mısır Çarşısı
puesto de especias, Mısır Çarşısı
puesto de baklava, Mısır Çarşısı
puesto de delicias turcas (lokum), Mısır Çarşısı
puesto de especias y de infusiones, Mısır Çarşısı
Muy cerca del mercado está otra de las mezquitas monumentales de Estambul, la Yeni Camii o Mezquita Nueva. De lejos solo parecía una mas, pero al entrar al patio vimos que estaba ricamente decorado, un preludio de lo que nos encontraríamos en el interior: una hermosa sinfonía de azulejos de diversos colores (bonita visita virtual aquí). Era impresionante, estaba a la altura de otras mezquitas como la de Solimán o la de Sultanahmet. Vale mucho la pena entrar y dejar pasar los minutos en la sala de oraciones.
Yeni Camii
Yeni Camii, patio
Yeni Camii, interior
Yeni Camii, interior
Luego nos internamos por las callejas al sur de la mezquita Nueva y del Bazar de las Especias. Es el bazar de Mahmutpaşa, una sucesión de calles comerciales con todo tipo de tiendas y puestos callejeros, sobre todo de ropa. A aquellas horas de la tarde estaban muy animados, y la gente de Estambul iba en busca de sus compras. Deambulamos un rato por la zona mirando las mercancías que se vendían y como la gente paseaba. Otra buena zona para pasear mientras se observa la vida en la ciudad. En la zona había algunos caravasares, como el Büyük Valide Han, pero estaban en un estado ruinoso, costaban de encontrar y no valían mucho la pena.

Bazar de Mahmutpaşa
Volvimos nuevamente a la Yeni Camii y empezamos a recorrer otro de los símbolos de la ciudad, el Puente Gálata o Galata Köprüsü. El puente atraviesa el estuario del Cuerno de Oro (Haliç) y conecta Eminönü con Galata, ambas en la orilla europea de Estambul. Tiene dos plantas, una inferior con restaurantes de pescado y otra superior que soporta el tráfico. Primero fuimos a pasear por la zona de restaurantes, una pésima experiencia, ya que no teníamos intención de cenar allí (era demasiado pronto) y los chicos que había en la entrada de los restaurantes para captar clientes eran muy pesados e insistentes, rozando incluso el acoso. En un rincón había un puesto que vendía balık ekmek, el bocadillo de pescado tan popular en la zona. Neus no pudo resistir la tentación de probarlo y compró uno por 6 liras (en todos los sitios valía lo mismo). Era bueno, pero había poco pescado en proporción al pan.
Galata Köprüsü
Galata Köprüsü, con la torre Galata al fondo
comiendo el típico bocadillo de pescado
Después paseamos por la zona superior del Puente Galata, en cuyas barandas se amontonaban pescadores, otra de las estampas típicas del puente y de la ciudad. Las vistas desde el puente eran preciosas, ya miraras hacia la parte de Galata con su famosa torre, hacia el palacio de Topkapı o hacia las mezquitas que se perfilaban bajo el skyline de Sultanahmet.
pescadores en el Puente Galata
Puente Galata, torre Galata
Mezquita Nueva desde el Puente Galata
Estábamos reventados de caminar y ya oscurecía, así que decidimos cenar “a la europea” (no eran ni las 7). Entramos en un restaurante cutre de Eminönü llamado 2K Kebap & Kanat, frecuentado por gente local que iba de paso en la cercana estación de buses. Neus se pidió una crema de lentejas o mercimek çorbası (ya se había zampado el bocadillo de pescado antes) y David comió kuzu şiş (pinchos de cordero). Y de postre pedimos un künefe, un dulce caliente hecho a base de un fideo especial que envuelve un trozo de queso, y todo bañado con miel. Todo estaba muy bueno, especialmente el postre. Pero a la hora de pagar no nos salieron las cuentas, pagamos 41 TL (15 €) y nos dio la sensación que nos habían cobrado de más. Pero estábamos contentos con la cena de aquel día.
nuestra cena
el künefe de postre

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