13 de junio de 2013
En nuestro segundo día en Perú exploramos tres barrios de Lima: el cosmopolita y urbano Miraflores, el residencial de alto standing San Isidro y el antiguo balneario del siglo XIX de Barranco.
Ver Perú 3: Lima II (Miraflores, San Isidro y Barranco) en un mapa más grande
La noche no había sido muy productiva en cuanto a descanso, habíamos tenido que mal dormir con tapones en los oídos. La discoteca cercana al hostal no había parado de vomitar música hasta las tantas. También daría para un post entero la costumbre que tienen los conductores peruanos de usar el claxon para todo y a todas horas, roza incluso lo patológico. Capítulo aparte son los taxistas, que usan la bocina para captar clientes; cualquier persona caminando por la calle es susceptible de desear con todas sus fuerzas un taxi. De forma que si el alojamiento está situado en una calle con mas o menos tráfico y las ventanas no tienen un aislamiento elemental (como fue el caso), el mal descanso por la noche está garantizado. La verdad es que en Lima no dormimos nada bien. Al menos teníamos un buen desayuno por la mañana.
Empezamos el día descubriendo el primero de los barrios que nos habíamos propuesto, Miraflores, precisamente donde estábamos alojados. Este es uno de los barrios más modernos de la ciudad, y rebosa de comercios, restaurantes y hoteles. Comenzamos paseando por el Parque Kennedy, considerado el corazón de Miraflores, todo un oasis de paz y tranquilidad en medio del tráfico infernal de Lima. Al lado hay una caseta de información donde nos dieron un mapa del barrio que nos fue muy útil. Seguimos en dirección norte, dejando atrás el parque y pasando por delante de la Casa Ricardo Palma, donde vivió el escritor peruano a principios del siglo XX.
Parque Kennedy, Miraflores
Un poco más al norte se entra en una zona con muchos mercados de artesanía peruana, la gran mayoría situados uno detrás de otro en la Avenida Petit Thouars. Nosotros entramos en uno de los principales, el Mercado Indio (en el número 5245 de la avenida). A aquella hora de la mañana estaba un poco adormilado, había pocos compradores y no todas las tiendas estaban abiertas. Pensamos que ya tendríamos tiempo para comprar cosas a lo largo de lo mucho que nos quedaba de viaje. Abandonamos el mercado y seguimos paseando por el barrio, que cada vez se iba haciendo más residencial y bien estante.
Mercado Indio
casas de Miraflores
Miraflores tiene pocos monumentos a visitar, pero el siguiente que íbamos a ver, las ruinas de Huaca Pucllana, es uno de los imprescindibles de Lima. Es un gran centro ceremonial y administrativo construido en adobe en el siglo V por la cultura Lima. Esta cultura pre-incaica se desarrolló en la parte central de Perú entre los siglos II-VII, mucho antes de que vinieran los incas. Huaca Pucllana se descubrió hace relativamente poco, ya que antes estaba cubierta por una colina de tierra que todavía no se ha despejado completamente.
Huaca Pucllana
Dimos casi por casualidad con la entrada principal de Huaca Pucllana, situada en su parte suroriental. Al llegar acababa de empezar una visita guiada en castellano, a la que nos unimos raudos. La guía nos hizo un resumen de lo que había explicado hasta ese momento, básicamente sobre la cultura Lima. Primero visitamos una especie de complejo de edificaciones administrativas y de grandes plazas. Entre las ruinas habían puesto, para fines didácticos, unas figuras que mostraban como se había construido todo aquello: simplemente pequeños ladrillos de adobe dispuestos verticalmente, un poco de argamasa y de guijarros. Después había una zona con plantas y animales que habían usado los Lima, como algodón, coca, alpacas, llamas y cuys (conejillos de indias). Entre los animales había un par de invitados, unos curiosos perros sin pelo, que nos explicaron que era una raza propia de la región que tenía esta extraña característica.
Huaca Pucllana, complejo administrativo
detalle de las paredes
los curiosos perros sin pelo peruanos
Llamas y alpacas
plazas y edificios administrativos en Huaca Pucllana
Después nos acercamos a la Gran Pirámide, la mayor edificación del complejo y lugar donde se realizaban las ceremonias religiosas. Tenía siete niveles que estaban conectados por una rampa en zig-zag. La guía nos explicó que allí donde había surcos en el suelo debían haber existido antaño columnas de madera que soportaban techos también de madera. Pese a lo antiguo de las ruinas, en algunos lugares las paredes conservaban su antigua pintura amarilla. También había tumbas de la cultura Huari, quienes habían ocupado posteriormente el complejo. La visita a Huacla Pucllana nos fascinó, la hora que estuvimos entre las ruinas nos pasó volando, gracias también a las interesantes explicaciones de la guía.
Huaca Pucllana, Gran Pirámide
Gran Pirámide
Huaca Pucllana; al fondo se ve la parte sin excavar de las ruinas
Tumbas huaris en la Gran Pirámide
recreación de ceremónia religiosa en Huaca Pucllana
Continuamos nuestro paseo hacia al norte, entrando en el barrio de San Isidro. Aquel parecía más rico incluso que Miraflores, a tenor de las grandes casas que había. Además es el centro financiero de la ciudad, está repleto de grandes y nuevos rascacielos. Pronto llegamos a uno de los parques más hermosos de Lima, el Bosque El Olivar. Parece mentira, pero es un lugar lleno de historia, ya que poco después de la fundación de la ciudad en el siglo XVI, se plantaron aquí los primeros olivos traídos desde España. Solo tres de ellos sobrevivieron, y son los ancestros de todos los que podemos ver hoy en día. La verdad es que el parque nos encantó, los jardines y los olivos estaban muy bien cuidados. Había algunos olivos que parecían tener siglos, con sus gruesos y retorcidos troncos. Aprovechamos para sentarnos en un banco y disfrutar de la tranquilidad que se respiraba allí.
San Isidro
Bosque El Olivar, San Isidro
Bosque El Olivar
Como las ruinas de Huaca Pucllana nos habían gustado tanto, decidimos acercarnos a otras que había en San Isidro, las de Huaca Huallamarca. Como en el anterior caso, era un centro ceremonial de la cultura Lima. Primero, visitamos un pequeño museo que había en la entrada, con algunas cerámicas que se habían encontrado allí, e incluso una momia con una larga cabellera. Después accedimos a las ruinas, donde había una pirámide truncada con una base perfectamente cuadrada. Esta forma es producto de una desafortunada reconstrucción hecha el siglo pasado. Ascendimos por una larga rampa (también resultado de la reconstrucción) hasta lo más alto, donde también había tumbas Huari. Estas ruinas nos defraudaron un poco, si se visita Huaca Pucllana son perfectamente prescindibles.
Huaca Huallamarca
Pirámide de Huaca Huallamarca
vistas de San Isidro desde Huaca Huallamarca
Al salir de Huaca Huallamarca buscamos un taxi para que nos llevara al sur de Miraflores, ir caminando nos hubiera comportado mucho tiempo. Paramos un par con el mismo resultado: 10 soles por el trayecto y sin margen de negociación. Así que nos subimos al segundo, que nos llevó concretamente al Parque del Amor, un pequeño parque situado encima de los acantilados y que se parece mucho al Parc Güell de Gaudí en Barcelona. Los asientos están decorados con mosaicos de colores y con frases románticas de grandes poetas peruanos. Corona el parque una gran escultura de dos enamorados besándose; no es de extrañar que sea el preferido de las parejas limeñas!
Parque del Amor, Miraflores
Parque del Amor
Parque del Amor
Parque del Amor
Después paseamos por el camino que va bordeando la costa, que tiene algunas vistas increíbles de los acantilados de Miraflores. Debajo de ellos se veía una gran extensión de playas sin bañistas, ya que la temperatura no acompañaba. Nos sorprendía que en la zona de las playas no hubiera apenas ningún edificio (como hoteles y restaurantes). Y es que, debido a los terremotos, esta zona está muy expuesta a los tsunamis.
acantilados de Miraflores, vista norte
acantilados de Miraflores, vista sur
Seguimos caminando por el paseo paralelo al acantilado hasta LarcoMar, un gran y moderno centro comercial que no tiene nada que envidiar a cualquiera que pueda haber en Europa. Es un espacio abierto al exterior con tiendas, restaurantes, cines... todo se veía muy nuevo, pese a que se inauguró hace 15 años. Paseamos un poco para ver los comercios que había, la mayoría de ropa cara. Estábamos un poco cansados del paseo y también hambrientos así que miramos que sitios había para comer. Al lado de restaurantes de cierta categoría había algunos sitios más baratos en plan fast food. Al final escogimos la Lucha Sanguchería Criolla, lo más peruano que había dentro de los fast food. Se trata de una cadena especializada en sánguches criollos, un tipo de bocadillo muy popular en Perú. Nos decantamos por uno de butifarra (de jamón cocido, no confundir con la butifarra catalana!) y otro de chicharrón. Estaban buenísimos, sobre todo el de chicharrón, el sitio es totalmente recomendable. Y para beber, chicha morada, una de las bebidas preferidas por los peruanos, hecha de maíz morado y de piña. Nos pareció muy refrescante, un poco dulce pero sin pasarse. Todo nos costó 27,40 soles, está claro que era un poco más caro al estar en LarcoMar.
centro comercial Larcomar
LarcoMar
comiendo unos sánguches criollos
Nuestro próximo objetivo era el barrio de Barranco al que decidimos acercarnos en taxi para conservar las fuerzas para visitarlo. El taxi que paramos nos pidió “7 soles, si le parese bien”; David le contestó que 5 le parecería mejor, así que el taxista lo dejó en 6, era la primera vez que podíamos regatear con un taxista!
Barranco era una ciudad de pescadores puesta de moda por la élite de Lima como balneario. Se construyeron mansiones para la gente adinerada, pero algunas fueron destruidas por un terremoto de 8º Richter y otras fueron saqueadas por tropas chilenas durante la guerra del Pacífico. Aún así, actualmente el barrio conserva todo su encanto, y es uno de los más diferentes y reconocibles de Lima. Vale mucho la pena pasear por él.
calles de Barranco
El taxi nos dejó en la Avenida Sáenz Peña, al norte de Barranco, donde hay algunas viejas mansiones coloniales. Caminamos hacia al sur por la Avenida Miguel Grau, donde abundan las casitas bajas pintadas de colores que tanto hacer destacar este barrio por encima de otros. Al final llegamos al Parque Municipal, el corazón de Barranco, rodeado por la Iglesia de la Santísima Cruz y la Biblioteca Municipal, todo un remanso de tranquilidad. Aunque Barranco nos pareció un barrio de por si bastante tranquilo.
Avenida Sáenz Peña
Parque Municipal
Luego fuimos al lugar más famoso de Barranco, el Puente de los Suspiros, un estrecho puente de madera construido a finales del siglo XIX. La leyenda dice que quien lo cruce por primera vez sin respirar verá cumplido su deseo. Cruzamos al otro lado del puente donde vimos una iglesia ruinosa, La Ermita, a la que acuden los pescadores del barrio y que fue parcialmente destruida por los chilenos durante la guerra. Al lado había una especie de feria artesanal donde se vendían productos provenientes de Ayacucho. Pero lo que atraía a la gente era un grupo de música de jóvenes del barrio que tocaba temas de los Beattles. Lo hacían muy bien!
Puente de los Suspiros
Puente de los Suspiros
La Ermita
A continuación tomamos la Bajada de los Baños, uno de nuestros lugares preferidos de Barranco. Es una calle que era utilizada en el pasado por los pescadores para acceder al mar. Ahora está rodeada de bellas casas rústicas y fragrantes jardines, muchas de ellas convertidas en hoteles o restaurantes. Al final de la Bajada hay un mirador con unas fantásticas vistas de los acantilados, lástima de la niebla de Lima!
Bajada de los Baños
Bajada de los Baños
Bajada de los Baños
acantilados de Barranco
Aunque empezaba a oscurecer, decidimos acercarnos al Museo Pedro de Osma, que está en una espectacular mansión de principios del siglo XX. Al llegar estábamos tan cansados que no teníamos ganas de visitarlo, nos conformamos con ver la mansión por afuera.
Museo Pedro de Osma
En la misma puerta del museo decidimos volver a Miraflores para tomar algo y cenar por allí. Paramos un taxi muy pequeño y destartalado, que nos pidió 9 soles por el viaje, pero al final conseguimos regatear hasta 7. Nos dejó en el Óvalo, al norte del Parque Kennedy, así que paseamos un rato por aquella zona de Miraflores. Entramos en el Rincón Chami para tomar una cerveza y un pisco sour (18 soles). Como no teníamos mucha hambre, decidimos cenar algo allí mismo, así que pedimos dos clásicos de la cocina peruana, papas a la huancaína (patatas cocidas cubiertas de una salsa hecha de queso fresco y ají amarillo) y ají de gallina (crema espesa con trozos de gallina desmenuzada). Todo muy bueno, nos costó 49 soles.
papas a la huancaína
ají de gallina
Como el restaurante estaba cerca del hostal, volvimos a él caminando. Antes decidimos cambiar el resto de nuestros euros en los cambistas callejeros que descubrimos el primer día. El día siguiente ya nos íbamos de Lima y no sabíamos si por ahí tendríamos las mismas facilidades para cambiar dinero. Nos dieron 3,4 soles por euro, mucho más de los 3,25 que nos dieron en el aeropuerto.
Parece un día intenso!!
ResponderEliminarMe han gustado mucho las ruinas ;)
Si, la verdad es que vimos muchas cosas y caminamos un montón!
ResponderEliminarLas ruinas cuando las ves, quizás no sean la cosa mas espectacular del mundo. Pero cuando te explican su historia, las gentes que las construyeron, para que se usaban... la verdad es que son muy interesantes!
Saludos