29 de marzo de 2013
Nuestro segundo día en Cerdeña nos deparaba una ruta de más de 150 km en coche por su costa nord-oriental. Durante el trayecto vimos las curiosas formaciones rocosas de la Roccia dell'Elefante, Capo Testa y Roccia dell'Orso, paseamos por la tranquila Santa Teresa di Gallura, descubrimos la "tumba de gigantes" de Coddu Vecchiu y descansamos en las playas de la Costa Esmeralda, antes de hacer noche en Murta Maria.
Ver Cerdeña 2: NE Cerdeña en un mapa más grande
Pocas formas mejores hay de empezar un nuevo día que con un buen desayuno. Y eso es lo que nos había preparado Manuele en el B&B Il Tramonto de Castelsardo: buenos panes tostados, mantequilla y mermelada casera servida en la terraza de la casa. Él nos indicó como llegar a la primera parada del día, la Roccia dell'Elefante, en los alrededores de Castelsardo. Es una enorme roca volcánica, situada justo al lado de la carretera, con una forma que se asemeja mucho al animal, con su trompa y todo. Y por si no fuera suficientemente curiosa, en la roca hay excavadas un par de domus de janas, unas tumbas de la época pre-nurágica. Una atracción geológica e histórica, dos en uno!
Castelsardo, vista a la salida del pueblo
Roccia dell'Ellefante
Roccia dell'Ellefante
paisaje desde la Roccia dell'Ellefante
A continuación cogimos el coche durante una hora por carreteras tranquilísimas hasta el pueblo de Santa Teresa di Gallura. Aparcamos y fuimos a dar un paseo por esta localidad apacible y tranquila, un poco adormilada fuera de la temporada alta. El centro de la vida en Santa Teresa es la Piazza Vittorio Emmanuele, en la que había un pequeño mercado con los productos de mimbre tan famosos en Cerdeña. Paseamos hasta la salida del pueblo, donde estaba la Torre di Longosardo, una torre construida en el siglo XVI desde donde había unas bonitas vistas de Santa Teresa di Gallura.
Santa Teresa di Gallura
Santa Teresa di Gallura, puesto de cestos
Santa Teresa di Gallura
Santa Teresa di Gallura
Santa Teresa di Gallura desde la Torre di Longosardo
De Santa Teresa di Gallura sale una carretera que lleva al Capo Testa, uno de los lugares que más nos gustaron y sorprendieron de nuestro viaje. Es una pequeña península cubierta de rocas graníticas erosionadas por el viento. A sus puertas hay un parking donde dejamos el coche, y del que parten unos cuantos senderos para recorrer el cabo. La erosión hace que el granito adquiera unas formas redondeadas asombrosas. Teníamos la sensación de estar en otro planeta... o en un jardín zen japonés. Al principio solo queríamos asomarnos un rato, pero al final terminamos recorriendo casi todo el cabo, maravillados por las rocas que encontrábamos a cada paso. En el extremo norte había una pequeña elevación a la que se podía subir mediante unas escaleras esculpidas en la roca. Las vistas eran increíbles! Al final no nos acercamos a los dos faros que dominan el cabo, pero sus vistas también debían ser fantásticas.
Capo Testa
Capo Testa
Capo Testa
Capo Testa
Capo Testa
Capo Testa
Capo Testa, faros
Capo Testa
Capo Testa
Volvimos al coche para conducir hasta la última maravilla geológica del día, la Roccia dell'Orso o Capo d'Orso. La Roca del Oso es una enorme roca granítica que el viento ha moldeado con la forma de un oso apoyado sobre sus patas. Se accede a través de Palau, por una carretera bien señalizada. Después de pagar los 2 € de entrada cada uno, ascendimos por la colina en la que está asentado el oso. El camino está arreglado, no tiene mayor dificultad que su desnivel. Según se va subiendo hay algunos miradores con bonitas vistas, sobre todo del archipiélago de La Maddalena, al que no iríamos. Al cabo de 10 minutos llegamos al lado del oso; había un mirador entre sus 4 patas desde el que se veía su cabeza y una gran vista de Palau. Pero desde ningún punto se podía ver la figura entera del oso que se ve en todas las fotos. Nos fuimos un poco decepcionados.
Roccia dell'Orso
Roccia dell'Orso, cabeza del oso
Roccia dell'Orso, panorámica desde la subida
Roccia dell'Orso, vista desde el oso, con Palau al fondo
Antes de emprender nuevamente la ruta, paramos en Palau a comprar algo para comer. Encontramos un supermercado donde pensábamos abastecernos, pero no tenían nada de pan o embutido y nos tuvimos que conformar con unas patatas fritas y frutos secos. Suerte que teníamos unos plátanos que nos habíamos traído del desayuno! De cara a los próximos días había que ser más previsores...
Continuamos nuestra ruta hacia el sur y por el camino hicimos una nueva parada en Coddu Vecchiu (o Ecchju), una de las tombe dei giganti más importantes de la isla. Las tumbas de gigantes son monumentos funerarios megalíticos de la época nurágica, donde se enterraban varios miembros de un mismo clan. La de Coddu Vecchiu estaba bien señalizada desde una carretera que salía de Arzachena, en una zona con muchos nuraghe. El parking de las tumbas estaba desierto, y la recepción cerrada, así que no tuvimos que pagar la entrada. La tumba era impresionante, con una piedra grande y relativamente delgada presidiendo el conjunto. Nos sorprendió su estado de conservación, teniendo en cuenta que la tumba tenía casi 4000 años de antigüedad!
Coddu Vecchiu
Coddu Vecchiu
Una vez más en la carretera nos desviamos un poco para ver una de las zonas más famosas de Cerdeña, la Costa Esmeralda. Se trata de un tramo de unas pocas decenas de kilómetros con playas paradisíacas, un foco importante del turismo de lujo. Aunque no era la mejor época ni teníamos suficiente tiempo, decidimos asomarnos a alguna de sus playas. De forma que nos encaminamos hacia Cala di Volpe, uno de los centros turísticos más importantes de su parte sur. De entre sus diversas calas, decidimos parar en la Cala Capriccioli. El acceso era muy fácil: había un parking (desierto en aquella época) a escasos metros de la playa. Aunque venimos de un país de playas, hay que reconocer que esta es preciosa: unas bellas rocas graníticas erosionadas delimitaban esta pequeña cala, de arena blanquecina. En su extremo había un pequeño sendero que llevaba a otra cala, la Cala Gemella, hermosa aunque no tanto como la anterior.
Cala Capriccioli
Cala Capriccioli
Cala Gemella
A continuación cogimos la SP94 que va paralela al litoral sur de la Costa Esmeralda. Si la conducción por la zona de la Gallura fue muy agradable por la casi ausencia de circulación, por aquí fue todo lo contrario. La sinuosa carretera estaba llena de coches y furgonetas que circulaban a toda velocidad; seguramente debía ser gente que trabajaba en la construcción de villas turísticas o pescadores de marisco. Fue muy estresante, a cada momento teníamos pegados detrás algún coche que nos hostigaba de forma agresiva, y en más de una ocasión nos tuvimos que orillar para dejarlos pasar. Nosotros íbamos lentos para poder desviarnos en los puntos de interés de la carretera. El primero se encuentra a la salida de Cala di Volpe, es un mirador con una vista interesante de la zona; aunque no se veían apenas sus playas, había una gran panorámica hasta el lejano Capo Figarolo.
vista cerca de Cala di Volpe
Seguimos un poco más al sur hasta la playa de Rena Bianca. Hay dos parkings en esa playa; el primero está bastante lejos, pero tiene una pista para coches que lleva al segundo, justo al lado de la playa. Rena Bianca no es tan bonita como Cala Capriccioli, pero tiene una extensión de arena mayor. Encontramos bastante gente paseando por la playa o sentada en la arena disfrutando de las temperaturas suaves del día. Nos fue bien estirar las piernas mientras paseábamos un poco.
Rena Bianca
Eran las 5 y media de la tarde y todavía nos quedaba un rato de coche hasta el hotel, así que decidimos no volver a parar hasta allí. Pasamos por Olbia, la capital de la región, y estuvimos tentados a hacer una pequeña parada, pero la ciudad nos pareció muy grande y pensamos que sería complicado llegar y salir del centro de forma rápida. Nuestro alojamiento para aquel día se encontraba en Murta Maria, una pequeña localidad turística al sureste de Olbia. Para llegar fuimos a coger la SS125, pero al salir de Olbia la encontramos cerrada por obras (y parece ser que lleva bastante tiempo así). Tuvimos que utilizar una ruta alternativa un poco mal señalizada por la autopista SS131. Finalmente llegamos cerca de las 7 a nuestro alojamiento para aquella noche, el Hotel Daniel. Escogimos ese hotel por que a través de Booking encontramos una buena oferta: una habitación doble que valía unos 100 € la rebajaban hasta 35 €! Por muy cutre que fuera el hotel, no encontraríamos otra cosa por ese precio. El hotel en si no era gran cosa. Tenía una zona ajardinada donde estaban construyendo una piscina. Como nuestra habitación parecía que no estaba lista nos dieron una triple, más amplia. Era un poco oscura, con muebles de post-guerra, un pequeño baño y un balcón minúsculo. Pero por ese precio no podíamos pretender mucho más. El desayuno del día siguiente fue lo peor, como ya explicaremos, calificarlo como espartano seria generoso por nuestra parte. En fin, solo recomendaríamos este hotel en el caso de coger una oferta similar a la nuestra.
nuestra habitación en el Hotel Daniel
Descansamos en la habitación y salimos a cenar al cabo de un rato. En la calle principal del pueblo habíamos visto un par de sitios, así que nos acercamos andando. Al final cenamos en el Ristorante Pizzeria di Ghera Giovanna, un bar restaurante que nos causó buena impresión al estar lleno de gente local. Decidimos pedir un par de pizzas, una de cuatro quesos y otra de la casa con un montón de ingredientes (anchoas, bacon, olivas, alcachofas, champiñones...). Estaban deliciosas, tenían una masa finísima. Para regarlas pedimos una Ichnusa, la cerveza sarda más popular servida en botellas de 66 cl! Es una cerveza poco amarga, y lleva el antiguo nombre que los griegos dieron a la isla. Todo nos costó 23,50 €. Salimos del restaurante muy satisfechos, lo recomendamos a cualquiera que se aloje en Murta Maria.
cenando en Ghera Giovanna, Murta Maria
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