PRAGA 2: Staré Město

Nuestro primer día completo en Praga lo íbamos a dedicar a explorar el Staré Město, la ciudad vieja, un conjunto de iglesias medievales, edificios barrocos y calles adoquinadas que son una delicia para cualquier viajero. Cuando atardeció, exploramos algo del Nové Město, la ciudad nueva y acabamos en la Staroměstské náměstí, cenando en alguno de los puestos navideños que todavía quedaban. Por la mañana no conseguimos levantarnos a las 7 como era nuestro propósito, la cena tardía de la noche anterior hizo que nos acostáramos tarde. El desayuno del Hotel Atlantic estaba bastante bien, era tipo buffet y tenía un poco de todo (pasteles, tostadas, fruta, mermeladas, embutido, huevos, cereales, crêpes...). 5 de enero de 2013
Nuestro primer día completo en Praga lo íbamos a dedicar a explorar el Staré Město, la ciudad vieja, un conjunto de iglesias medievales, edificios barrocos y calles adoquinadas que son una delicia para cualquier viajero. Cuando atardeció, exploramos algo del Nové Město, la ciudad nueva y acabamos en la Staroměstské náměstí, cenando en alguno de los puestos navideños que todavía quedaban.

Ver Praga 2: Staré Mesto en un mapa más grande
Por la mañana no conseguimos levantarnos a las 7 como era nuestro propósito, la cena tardía de la noche anterior hizo que nos acostáramos tarde. El desayuno del Hotel Atlantic estaba bastante bien, era tipo buffet y tenía un poco de todo (pasteles, tostadas, fruta, mermeladas, embutido, huevos, cereales, crêpes...). Con el estómago bien lleno nos lanzamos a descubrir la ciudad. Pese ser principios de enero, no hacía un frío excesivo, unos 4 ºC, y aunque el cielo estaba encapotado, apenas cayeron unas gotas. Desde el hotel caminamos bien abrigados hasta la náměstí Republiky, nuestra puerta de entrada hacia el Staré Město. De hecho, aquí estaba situado el foso que separaba el Nové Město del Staré Město, de forma que la plaza se urbanizó al derribarse las murallas en el siglo XIX.
náměstí Republiky 
En un extremo de la plaza encontramos dos populares edificios, muy diferentes el uno del otro. Primero, la Obecní Dům o Casa Municipal, es un gran edificio de estilo secesión de principios del siglo XX donde se hace ópera, teatro, recepciones, etc. Entramos al vestíbulo para ver si podíamos captar algo del esplendor de sus salas, pero éstas solo se pueden admirar durante los actos o tours organizados. A su lado se alzaba la Prašná brána o torre del Polvorín, una de las 13 puertas que daban acceso a la ciudad vieja. Se construyó en el siglo XI en estilo gótico, y su gran estampa ennegrecida no podía ser un mayor contraste a la elegancia de la Obecní Dům. Delante de ambos se empezaba a acumular una gran cantidad de grupos organizados de turistas, muchos de ellos rusos, aprovechando que ese día era sábado.
Obecní Dům
Prašná brána 
Prašná brána 
De la Prašná brána sale la calle Celetná, que más adelante se vuelve peatonal y lleva directamente a la Staroměstské náměstí. Esta calle es una de las más antiguas de la ciudad, y forma parte de la “Calle Real”, ruta que tenían que hacer los reyes checos antes de ser coronados. El tramo peatonal era muy agradable para pasear, rodeado de casas barrocas del siglo pasado. Una de ellas, aunque de estilo cubista, nos sorprendió por la virgen negra de su fachada, la cual da nombre al edificio (Dům u Černé Matky Boží o casa de la Virgen Negra).
Celetná, con la Dům u Černé Matky Boží a la izquierda
Celetná, con la Prašná brána al fondo
Al final de Celetná nos encontramos ante la Staroměstské náměstí, la plaza de la Ciudad Vieja. Es un sitio impresionante, rodeado de edificios góticos, iglesias medievales y mansiones históricas. Además, en aquella época su centro estaba ocupado por puestos navideños que le añadían un ambiente festivo. Todo una gozada!
Staroměstské náměstí 
panorámica de la Staroměstské náměstí 
algunas casas de la Staroměstské náměstí 
El principal edificio de la parte oriental de la Staroměstské náměstí es la Matky Boží před Týnem o iglesia de Nuestra Señora de Týn. Sus torres son una de las estampas más típicas de la ciudad y emergen de entre las casas barrocas de la plaza, ya que su fachada no da directamente a ella. Su entrada está tras un estrecho pasaje desde la misma plaza, pero cuando fuimos estaba cerrada, solo pudimos atisbar su interior desde un cristal. Volvimos a la plaza donde disfrutamos de las muchas mansiones señoriales que había en ese lado, como U Kamenneho zvonu (del siglo XIV, la más antigua de la plaza), Kinských palác (un bonito palacio rococó) o Štorchův dům (con su característico fresco del rey Wenceslao de la fachada).
Staroměstské náměstí, Matky Boží před Týnem  
Staroměstské náměstí, Štorchův dům  
Staroměstské náměstí 
No pudimos resistirnos a la tentación de deambular por los puestos navideños que ocupaban el centro de la plaza. Había todo tipo de productos, desde souvenirs hechos a mano hasta comida más o menos tradicional. Éste último era el aspecto que más nos interesaba, deseosos de descubrir la gastronomía checa. Había puestos donde vendían trdelník, un pastel típico originario de Hungría. Eran muy similares a los que habíamos comido meses atrás en Rumanía, en la Transilvania húngara, donde se llamaban kürtős kalács. Consiste en una masa de harina donde se espolvorea azúcar y canela, enrollada en un cilindro que da vueltas sobre brasas que lo van dorando. Aunque lo que más nos sorprendió fueron unos espetones donde se asaban unos grandes trozos de jamón: el pražská šunka, el típico jamón de Praga. Es un jamón hervido, salado y ahumado, que se asa durante las grandes celebraciones. Tenía una pinta la mar de apetitosa... ya daríamos cuenta de él por la noche!
Staroměstské náměstí, puestos navideños 
Staroměstské náměstí, pražská šunka 
De entre los puestos navideños emergía el monumento a Jan Hus, un religioso checo que fue precursor de la reforma protestante. Sus seguidores, los husitas, fundaron una iglesia separada de la católica, y su principal templo es precisamente sv. Mikuláše (San Nicolás), la iglesia blanca que se alza en el extremo noroeste de la Staroměstské náměstí. Entramos en ella para contemplar su interior barroco muy decorado, con una lámpara de araña que hacía que pareciera una opera. Cerca de la salida había plafones informativos que explicaban la iglesia husita, en la que los sacerdotes se pueden casar y pueden ser tanto hombres como mujeres.
Staroměstské náměstí, monumento a Jan Hus, con sv. Mikuláše a la izq. 
sv. Mikuláše
sv. Mikuláše, interior
Salimos de la iglesia y nos dirigimos otra vez a la plaza a ver una de las torres que le dan a la ciudad su “skyline” característico, la del Staroměstská radnice o ayuntamiento de la ciudad vieja. Aunque su alta torre es su elemento más conocido, en realidad se extiende por las casas contiguas que se compraron sucesivamente conforme el consistorio necesitaba más espacio. De manera que las casas situadas a su derecha también forman parte del ayuntamiento aunque cada una tenga una fachada diferente.
Staroměstská radnice 
casas pertenecientes al Staroměstská radnice 
Staroměstská radnice 
En la fachada del Staroměstská radnice está el símbolo de Praga, el Staroměstský orloj o Reloj Astronómico. Este reloj consta de un ingenioso mecanismo que permite saber no solo la hora y los meses, si no la posición de los astros y constelaciones, el periodo de sol-noche, etc. Está compuesto de dos esferas montadas sobre un tabernáculo con una serie de figuras alegóricas. La esfera de arriba, la más conocida y fotografiada, es la que muestra los detalles astronómicos. La de abajo es un simple calendario de los meses. Decenas de turistas se agolpaban delante del reloj esperando que fuera la hora en punto, momento en el que se abren unas ventanitas arriba de la esfera astronómica y van desfilando marionetas de los doce apóstoles al mismo tiempo que las figuras alegóricas hacen un pequeño movimiento. El espectáculo nos dejó un poco indiferentes, las figuras de los apóstoles eran tan pequeñas y lejanas que apenas se podían distinguir, nos esperábamos algo más... aunque contemplar el reloj es absolutamente imprescindible!
Staroměstský orloj 
Staroměstský orloj 
Staroměstský orloj, a la hora en punto  
En la torre del Staroměstská radnice compramos las entradas para subir a lo alto, a la que se accedía por un edificio aledaño. Praga es conocida como la “ciudad de las 100 torres”, y queríamos subir a alguna para contemplar el panorama. Y la verdad es que la vista de 360º no nos defraudó: se podía disfrutar de una gran panorámica hacia el este, donde se veía gran parte de la Staroměstské náměstí y las iglesias de Matky Boží před Týnem y sv. Mikuláše. Ésta era la vista más popular, donde la aglomeración de gente hacía difícil pasar por el estrecho pasadizo de la cumbre de la torre. Hacia el oeste la vista también era interesante, aunque no tan bonita: se veía al fondo el Hradčany y la colina de Petřín, y fijándose mucho se podía ver el Karlův most. Aunque puede ser agobiante por las aglomeraciones, es muy recomendable subir a la torre, las vistas son de 10!
vistas desde la torre del Staroměstská radnice
vistas desde la torre del Staroměstská radnice
vista de la iglesia de N.S. de Týn
vista del barrio del castillo y de San Vito
vista del extremo de la Staroměstské náměstí  
Dejamos la Staroměstské náměstí por el lado del ayuntamiento y entramos a una plaza más pequeña, que es precisamente lo que quiere decir Malé náměstí, la plaza pequeña. Era un sitio realmente mágico, rodeado de hermosas casas bajas. La más impresionante nos pareció la Rottův dům, del siglo XIX, con su fachada pintada con motivos vegetales. En el centro también había un interesante pozo rodeado de una verja de hierro forjada en el siglo XVI. La plaza también tenía muchos puestos navideños, lo que le daba un ambiente festivo. Aprovechamos para comprar en uno de ellos un par de vasos de vino caliente (svařák o svařené víno) para entrar en calor. Nos pareció muy suave, poco especiado, a diferencia del que habíamos tomado por ejemplo en Estocolmo (llamado allí glögg) años atrás.
Malé náměstí
Malé náměstí, con la Rottův dům a la derecha
Malé náměstí, tomando vino caliente
Antes de continuar nuestro camino hacia el oeste, nos desviamos un poco hasta Havelská, donde hay un mercadillo permanente con todo tipo de souvenirs, además de fruta, hortalizas, flores, etc. Al final de la calle había dos edificios históricos: el primero es el Stavovské divadlo o Teatro de los Estados, el primer teatro permanente de Praga construido a finales del siglo XVIII. A su lado se alza el Karolinum, la residencia universitaria más antigua de Europa central (siglo XIV), en la que se conserva una ventana original en voladizo justo enfrente del teatro.
Havelská
Stavovské divadlo 
Karlolinum
Caminando un poco más volvimos a estar en la Staroměstské náměstí, realmente las distancias en la ciudad vieja son muy cortas. Continuamos paseando hacia el oeste por Karlova, la calle Carlos, una de las que reciben más visitantes de la ciudad vieja, por eso está flanqueada por tiendas dirigidas a los turistas. Es una calle peatonal, estrecha y serpenteante, rodeada de mansiones barrocas, toda una gozada para pasear sin prisa. Uno de los lugares que nos pareció más bonitos de esta calle fue el entorno del U Zlaté studně o Pozo de Oro, una gran mansión renacentista del siglo XVII.
Karlova
Karlova, con U Zlaté studně al fondo
Al final de Karlova llegamos a la Křižovnické náměstí o plaza de los Cruzados, de donde sale el famoso puente de Carlos o Karlův most. La plaza está presidida precisamente por la escultura del rey Carlos IV, situada al lado de la Mostecká věž, la torre que da acceso al puente. También había dos iglesias barrocas, sv. Františka (San Francisco) y Nejsvětějšího Salvátora (San Salvador), la más interesante, con su fachada plagada de esculturas.
Křižovnické náměstí, Mostecká věž y escultura de Carlos IV
Křižovnické náměstí, Nejsvětějšího Salvátora 
San Salvador forma parte de un gran complejo arquitectónico, el Klementinum. Durante el siglo XVI los jesuitas transformaron un antiguo monasterio dominico en su universidad, además de albergar una importante biblioteca y una torre de observación astronómica. Para entrar dentro del complejo tuvimos que rodearlo por completo, aunque después descubrimos que había una entrada más fácil por la calle Karlova. Los edificios del Klementinum por fuera no tienen ningún interés, por eso nos animamos a verlo por dentro, aunque la entrada era cara (220 Kč por persona). La visita era guiada y el grupo era reducido, con muchos españoles. La guía hacía unas explicaciones muy interesantes y se nos hizo muy ameno. La visita duró 50 minutos, y empezó por la Zrcadlová kaple o Capilla de los Espejos. Ricamente decorada con mármoles y espejos, se construyó en el siglo XVIII, aunque ahora ya no es un lugar de culto y se usa sobre todo para conciertos. Después la guía nos llevó a la Barokní knihovní sál, la impresionante Biblioteca barroca. Es una gran sala construida en el siglo XVIII donde parecía que se había detenido el tiempo: su decoración barroca, sus tomos ordenados por tamaño, las bolas del mundo que había enfrente de las estanterías... Un sitio increíble, lástima que solo te dejaban asomarte por una puerta en el extremo de la sala (como en la de los espejos, aquí no se podían hacer fotos).
Klementinum, torre astronómica
El último sitio que visitamos en el Klementinum fue la Astronomická věž o torre astronómica. Unas escaleras y un ascensor iban subiendo a cada piso de la torre, y en cada uno había plafones u objetos que explicaban la historia o usos de la torre. En uno se explicaba que se había usado en parte como estación meteorológica, y tenían datos registrados de temperatura y demás desde 1775! En otro se mostraba la faceta astronómica que la hizo más famosa: allí acudieron astrónomos importantes como Tycho Brahe y Johannes Kepler, y se hicieron unas de las primeras fotografías de la luna (había una interesante muestra allí). Finalmente llegamos a la cima de la torre, que tenía un balcón desde donde había unas bonitas vistas de 360º, sobre todo del castillo. En resumen, la visita al Klementinum nos pareció muy recomendable.
vistas desde la torre astronómica, hacia Staroměstské náměstí 
vistas desde la torre astronómica, hacia el castillo
Al salir nos dirigimos al Karlův most o puente Carlos, otro de los sitios más populares de Praga. Se accede a través de la imponente Mostecká věž o torre del puente, que formaba parte del sistema de murallas de la ciudad vieja. El puente estaba ocupado por una marea humana de turistas, y pese a que es ancho a veces se hacía difícil caminar. También había una gran cantidad de pequeños puestos de souvenirs, de cuadros y de caricaturistas.
Karlův most 
Karlův most 
Una de las atracciones del puente son las 30 estatuas de santos que la decoran, las más antiguas del siglo XVII y las más actuales del XX. La que agolpaba a más gente era sin duda la de San Juan Nepomuceno o Jan Nepomucký, el santo patrón de Bohemia, que fue asesinado por orden del rey Wenceslao IV por negarse a romper el secreto de confesión; una verja con la imagen del santo bajo un puente indica el lugar exacto desde donde se arrojó el cuerpo de San Juan al río.
Karlův most 
Karlův most 
Seguimos avanzando por el puente en dirección oeste, con lo que cada vez teníamos más vistas sobre Hradčany y Malá Strana, barrios que veríamos al día siguiente. El puente nos encantó, además tenía unas bonitas vistas del resto de la ciudad. Eran cerca de las 4 de la tarde y ya se cernía la noche sobre Praga. Con esto dimos por visitado el barrio de Staré Město, en el que invertimos casi 7 horas.
Karlův most 
Karlův most 
Ya de noche decidimos ir a ver algo del barrio de Nové Město, la ciudad nueva, ya que todavía era pronto. Callejeando llegamos a Na příkopě, literalmente “sobre las zanjas”, ya que esta calle se urbanizó sobre las zanjas que rodeaban las murallas de la ciudad vieja. Ahora es un agradable bulevar rodeado de mansiones rococó del siglo XVIII. El desayuno ya estaba más que digerido, así que recuperamos fuerza comiendo un trdelník, que estaba muy bueno.
Na příkopě 
Al inicio de Na příkopě hay una de las plazas más importantes de la ciudad nueva, Václavské náměstí o plaza de Wenceslao. Aunque más que una plaza, nos pareció más bien una calle ancha. Estaba rodeada de edificios de principios del siglo XX, aunque la plaza tiene su origen en el siglo XIV. Realmente los edificios nos parecieron muy modernos, nos esperábamos algo más antiguo. Al principio de la plaza había una gran cantidad de puestos navideños, donde aprovechamos para pedir un vino caliente, este con un sabor más amargo que el que tomamos por la mañana. Recorrimos la plaza hasta el final, donde se encuentra la estatua ecuestre del rey Wenceslao y el Národní muzeum o Museo Nacional. Desde allí había una bonita vista de la plaza, al estar un poco más elevado, lástima que fuera de noche...
Václavské náměstí 
Después de dar un paseo de un par de horas por la zona, volvimos a la Staroměstské náměstí, que con su iluminación nocturna tenía un encanto especial. Estaba muy animada a pesar del frío, y dimos una vuelta por sus puestos navideños. Pensamos que sería una buena idea cenar jamón de Praga (pražská šunka), lo habíamos visto asarse por la mañana y nos habíamos quedado con las ganas. En un puesto nos cortaron unas cuantas rebanadas de jamón (no nos preguntaron cuántas), y las pesaron, para añadir después un par de rebanadas de pan. Era un poco caro, nos costó algo más de 300 Kč, pero valió la pena, estaba buenísimo! Complementamos la cena pidiendo en otro puesto halušky, un plato típico eslovaco que ya probamos cuando visitamos aquel país. Son una especie de gnocchis de patata, que en Eslovaquia recubrían con queso de cabra y panceta, pero que en Praga se cocinaba con col. Estaba rico, aunque nos gustó más la versión eslovaca...
Staroměstské náměstí, iluminada de noche 
Staroměstské náměstí, cenando jamón de Praga 
Staroměstské náměstí, cenando halušky 
Después de cenar nos marchamos hacia el hotel para poner punto final a nuestro primer día en serio en Praga. El Staré Město nos encantó, está lleno de sitios que ver y hay que dedicarle tiempo si se quiere disfrutar bien. Pensábamos que en el mismo día nos daría tiempo a ver el barrio judío de Josefov, pero no fue así. Además, era sábado y sus sinagogas iban a estar cerradas, por lo que lo dejaríamos para el último día.

0 comentarios:

Publicar un comentario