23 de octubre de 2012
Ese día lo dedicaríamos por completo a descubrir Bucureşti, la capital rumana. Empezaríamos por el interesante Palacio del Parlamento, para después pasear por el pequeño casco histórico y acabar el día por sus grandes avenidas como la calea Victorei.
Ver Rumanía 12: Bucuresti I en un mapa más grande
Empezamos el día con tranquilidad sin levantarnos temprano. El desayuno del hotel Banat estaba bien pese a ser algo exiguo; habían unos pocos menús cerrados a escoger. Para llegar al centro caminamos menos de diez minutos por calles secundarias, que nos parecieron sucias, caóticas y decadentes. Había muchos indigentes y mendigos, era la primera vez que veíamos tantos en Rumanía. Enseguida llegamos a la Piața Unirii, una de las principales plazas de la capital, aunque sin mucho interés turístico. En su centro hay un jardín con árboles que nos aisló un poco del congestionado tráfico que rodeaba la plaza.
Piața Unirii
Tomamos el Bulevardul Unirii hacia el Palatul Parlamentului, el gigantesco Palacio del Parlemento construido por Ceaușescu. Es el segundo edificio administrativo más grande del mundo detrás del Pentágono estadounidense. Para su construcción se tuvieron que derruir barrios enteros y se emplearon más de 70.000 obreros durante cinco años. El interior fue acondicionado con los mejores mármoles y vidrios del país... mientras el pueblo se moría de hambre. Tras el derrocamiento y muerte del dictador el palacio todavía no está terminado, se decidió no acabar esta obra faraónica que tanto hizo sufrir al pueblo rumano.
Bulevardul Unirii, con el Palatul Parlamentului al fondo
Palatul Parlamentului
Palatul Parlamentului
Entramos al palacio por la puerta norte, que es la de las visitas de los turistas. Cuando llegamos faltaba media hora para la siguiente visita guiada (todas lo son), la de las 12 h. La entrada nos costó 25 lei por cabeza; al final no pagamos el suplemento de 30 lei para hacer fotos, todo un acierto ya que allí nadie lo controlaba y todo el mundo hacía fotos sin haber pagado. Después de pasar por los detectores de metales, dividieron la gente en dos grupos dependiendo del idioma. Nosotros nos integramos en el inglés, llevado por un guía muy simpático y que nos fue contando cosas muy interesantes sobre el palacio. Empezamos la visita recorriendo algunos de los pasillos del parlamento, decorados con fastuosos mármoles y columnas.
Palatul Parlamentului, interior
Palatul Parlamentului, interior
El guía también nos enseñó algunas salas donde se reunían el parlamento rumano y las diferentes comisiones, o donde se hacían ruedas de prensa. Todo nos pareció lujoso, lleno de maderas nobles y con grandes lámparas de cristales colgadas del techo.
Palatul Parlamentului, interior
Palatul Parlamentului, interior
Habían otras salas que eran para actos públicos: recepciones, reuniones con mandatarios internacionales, salas para banquetes... Todo respiraba el mismo aire aristocrático. Una de ellas era la que ocupaba el centro geográfico del palacio, y el sitio exacto estaba marcado con una estrella en el suelo; aquí es donde se reunieron Arafat y Peres en unas conversaciones de paz en los años 90.
Palatul Parlamentului, interior
Hacia al final de la visita nos asomamos al balcón del palacio, desde donde había una bonita vista del Bulevardul Unirii y de otros edificios administrativos. La visita al Palatul Parlamentului nos gustó mucho, en parte gracias a las interesantes explicaciones del guía. Un sitio imprescindible para cualquier viaje a Bucarest.
vista desde el balcón del Palatul Parlamentului
Al salir del palacio nos dirigimos hacia la colina del Dealul Patriarhiei, un importante centro religioso del país, ya que alberga la residencia del patriarca de la iglesia ortodoxa. Aquel debía ser un día especial, ya que vimos a muchas mujeres con ramos de flores que se dirigían hacia la Catedrala Patriarhala, la principal catedral ortodoxa. Debido a esto no pudimos entrar. Este templo fue construido en el siglo XVII a imagen y semejanza del que vimos en Curtea de Argeş. Enfrente está el Palatul Patriarhial, la residencia oficial del patriarca ortodoxo. A su lado hay otro edificio imponente, el Palatul Camerei Deputaților, donde se reunían los diputados antes de la construcción del Palatul Parlamentului.
Catedrala Patriarhala
Catedrala Patriarhala
Abandonamos la colina y nos dirigimos al centro histórico de Bucarest, el Centrul Vechi. En su límite vimos el Hanul lui Manuc, una posada del siglo XIX que se conservaba muy bien. Pasamos al lado de la Biserica Curtea Veche y fuimos a pasear por la Strada Franceză, una calle flanqueada por bellos edificios góticos. Algunos de ellos necesitaban una remodelación urgente debido a su ruinoso estado.
Hanul lui Manuc
Strada Franceză
Cerca de esta calle nos llamó la atención la bonita Biserica Stavropoleos. Fue construida en el siglo XVII en el seno de una posada de la que no queda nada. La pequeña iglesia destacaba delante de los edificios nuevos que la rodeaban. En el pórtico de la entrada había algunos frescos que parecían antiguos. El interior era similar al de otras iglesias ortodoxas, enteramente recubierto de pinturas. Este templo pertenecía a un pequeño monasterio contiguo, del que pudimos ver su gran claustro, que tenía una colección de lápidas del siglo XVII.
Biserica Stavropoleos
Biserica Stavropoleos, frescos del pórtico
Biserica Stavropoleos, claustro del monasterio
Junto a la anterior iglesia hay uno de esos sitios especiales que no hay que perderse, Caru' cu Bere. Es una antigua cervecería fundada a finales del siglo XIX que se ha mantenido igual desde entonces: sus mesas, sus balaustradas, su mobiliario de madera, sus vidrieras... Muchos turistas entraban solo para hacer unas fotos, pero nosotros decidimos tomar un par de cervezas y así descansar un poco, nos salieron por 6 lei cada una. Había una especie de menú que incluía bebida y un par de tapas por 9.90 lei que nos hubiera gustado coger, pero solo se servía de 10 a 13 h.
Caru' cu Bere, entrada
Caru' cu Bere, tomando unas cervezas
Caru' cu Bere, interior
Caru' cu Bere, interior
Luego enfilamos la Strada Lipscani para pasear un rato, ya que es una de las calles principales del casco histórico. Estaba flanqueada por algunos palacios del siglo XIX, pero en tal mal estado que parecía que se iban a caer. Aún así, había una zona peatonal que bien merece un paseo. Aprovechamos para comprar un par de gogoşi de chocolate para llenar un poco el estómago. Era sorprendente la cantidad de tiendas de bodas que había!
Strada Lipscani
Nos desviamos un poco del centro para visitar la Biserica Sfântul Gheorghe Nou, una iglesia del siglo XVII. Por fuera no tenía nada de especial, pero su interior alberga algunos tesoros muy apreciados por los fieles que acuden. Uno es la bonita tumba del voivoda Brâncoveanu y su esposa, que tenían que haber sido enterrados en la iglesia de Curtea de Argeș. El otro y más importante es un fragmento de la mano derecha de San Nicolás de Myra, una reliquia que todos los creyentes que entraban a la iglesia se acercaban a tocar.
Biserica Sfântul Gheorghe Nou, interior
Regresamos al casco histórico para pasear un poco más por él, pero enseguida lo habíamos recorrido todo, es muy pequeño. Encontramos algunos edificios que nos hicieron pensar en un pasado esplendoroso de esta capital, como el de la Biblioteca Națională a României. La zona también parecía tener sus rincones de ocio nocturno, como el Hanul Cu Tei, un agradable callejón lleno de pequeños bares y pubs.
Hanul cu Tei
Hanul cu Tei
Abandonamos el centro histórico por la calea Victorei, una de las más importantes de la ciudad, con muchos museos y edificios oficiales. De entre éstos últimos nos gustó especialmente el Cercul Militar, de principios del siglo XX y con una agradable plaza enfrente.
Cercul Militar
Seguimos hacia el norte por la calea Victorei hasta la Piaţa Revoluţiei, la plaza donde se gestó el derrocamiento de Ceaușescu en 1989. Lo primero que vimos fue la Biserica Cretzulescu, una pequeña iglesia del siglo XVIII con algunos frescos interesantes en el pórtico. Después nos acercamos al centro de la plaza, donde destacaba el Memorialul Renaşterii o memorial del Renacimiento, que conmemora la revolución rumana que acabó con el dictador. Su construcción fue polémica, ya que su forma demasiado abstracta no gustó a muchos ciudadanos, que no veían representadas en él las centenares de víctimas del conflicto. A nosotros, al igual que muchos rumanos, nos pareció una “patata ensartada en un palo”...
Biserica Cretzulescu
Piaţa Revoluţiei
Piaţa Revoluţiei
Rodeando la Piaţa Revoluţiei había algunos edificios históricos que vimos por fuera. En el lado este destaca el Palatul Senatului, la sede del Senado, edificio del que escapó Ceaușescu antes de ser capturado horas después. En el lado oeste está el Muzeul Național de Artă (al que no entramos), que era la residencia oficial del rey Carol II. Por último, al norte contemplamos la Biblioteca Centrală Universitară, que durante la revolución de 1989 fue incendiada y perdió una parte valiosa de su fondo. La verdad es que la Piaţa Revoluţiei no tenía nada que envidiar a otras plazas de grandes capitales europeas, aunque el memorial del Renacimiento quedara un poco fuera de lugar entre los edificios neoclásicos.
Biblioteca Centrală Universitară
Continuamos por calea Victorei hacia al norte pasando por algunos edificios históricos, como el Ateneul Român o el Muzeul Naţional George Enescu, museo dedicado al compositor rumano enclavado en un bonito palacio de comienzos del siglo XX.
Ateneul Român
Muzeul Naţional George Enescu
A esa hora ya oscurecía, así que volvimos hacia el centro por algunas avenidas oscuras y atestadas de coches. Aunque era pronto, decidimos buscar ya algún sitio para cenar, nuestros pies ya no daban para mucho más. Para ir sobre seguro en nuestra última cena en Rumanía fuimos al Crama Blanduziei, recomendado por la Lonely. Pero la verdad es que no acabamos muy contentos. Para empezar no tenían ninguna de las muchas ciorbă que había en la carta, nos hubiera hecho ilusión probar alguna sopa más. Al final pedimos pastrama cu mămăligă (una carne especiada bastante buena) y surtido de carnes a la brasa (que solo era una brocheta de pollo!). De postre pedimos un papanași que no era ninguna maravilla. Todo por unos 80 lei... sinceramente habíamos cenado mejor en otros sitios por mucho menos dinero.
Crama Blanduziei
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