29 de diciembre de 2011
Nuestro segundo día en Tailandia lo íbamos a dedicar por entero a dos barrios de Bangkok, Dusit y Phra Nakhon. Primero fuimos a Dusit, donde está el palacio Vimanmek, la residencia real. Después nos acercamos a Phra Nakhon, que tiene una gran cantidad de hermosos templos, además de la popular calle de Khao San, indispensable para todo mochilero que se precie.
Ver Tailandia 2: Bangkok II en un mapa más grande
Nos levantamos pronto para desayunar en el hotel. El desayuno-buffet del Narai era increíble! Había una gran variedad de comida, para todos los gustos. Nos dimos un gran atracón para tener fuerzas para todo el día. Nuestra primera visita del día iba a ser el palacio Vimanmek en Dusit, donde queríamos llegar en taxi. Pero esta vez no lo cogimos en la entrada del hotel. Fuimos precavidos, y para que no nos timaran nos alejamos unos metros de la entrada y paramos un taxi.
Para asegurarnos que el taxista entendía nuestro destino, le enseñamos la entrada que habíamos comprado el día anterior (junto con la del Wat Phra Kaeo), donde salía el nombre en tailandés del palacio. El taxista se la iba mirando de vez en cuando... no estábamos muy convencidos que nos llevara al sitio correcto. Al final nos dejó en una puerta donde no había nadie. Luego nos dimos cuenta que nos llevó a una entrada secundaria alejada de la entrada principal, donde proporcionan un mapa muy útil con información de todo el recinto.
Lo primero que nos encontramos fue el Ananda Samakhom Throne Hall, un edificio enorme construido en estilo neoclásico y recubierto de mármol de Carrara. Esta sala del trono estaba rodeada por unos jardines muy cuidados. Dentro del edificio había una fantástica exposición de tesoros reales, verdaderas obras maestras de orfebrería hechas de oro y piedras preciosas. Al lado de cada pieza había un cartel que explicaba cuantas personas y durante cuanto tiempo habían trabajado en ella. Era algo impresionante, aunque seguramente era alguna especie de exposición temporal.
Ananda Samakhom Throne Hall
Siguiendo nuestra visita, llegamos al Abhisek Dusit Throne Hall, un curioso edificio que fue la primera sala del trono a comienzos del siglo XX. La fachada era de madera decorada con intrincados motivos florales, de un estilo parecido al árabe. Dentro había un pequeño museo de objetos hechos a mano.
Abhisek Dusit Throne Hall
Sin duda, el edificio más importante del recinto es la mansión Vimanmek, considerada el edificio de teca dorada más grande del mundo. Fue construida a principios del siglo XX en unos jardines del rey Rama V, que a partir de entonces empezó a usarla como residencia real. En el exterior nos pasó una cosa muy curiosa: al pedir a un chico tailandés que nos hiciera una foto, se pusieron junto a nosotros algunos de sus amigos para salir también, mientras otros nos hacían fotos. Parecía que les resultábamos muy exóticos e interesantes! Aunque nosotros no sabíamos que cara poner...
mansión Vimanmek
El interior de la mansión se puede visitar, aunque no dejan hacer fotos. Las habitaciones podían ser las de cualquier corte real europea: muebles rústicos, obras de arte, salones de baile... todo lujo y distinción. Incluso tenía un lago en el exterior para dar un paseo en barca.
Abandonamos el palacio por una puerta que había en el Ananda Samakhom Throne Hall, y fuimos caminando hasta el Wat Benchamabophit. Este templo fue construido a finales del siglo XVIII por un arquitecto italiano, que combinó con acierto el estilo tailandés (el tejado, por ejemplo) y el europeo (las paredes de mármol de Carrara de corte clásico). El resultado fue un templo majestuoso, toda una maravilla. Parte del templo estaba rodeado por una especie de claustro, que albergaba unas réplicas de estatuas de Buda de diferentes países. El interior del ubosot era austero, y alojaba una figura dorada de Buda.
Wat Benchamabophit
Wat Benchamabophit
Wat Benchamabophit
El siguiente punto de interés era el Wat Suthat, pero estaba un poco lejos de dónde estábamos, así que decidimos coger un taxi. Tardamos un buen rato en llegar, ya que era sobre el mediodía y el tráfico era horroroso. Delante del templo había el Gran Columpio, un alto arco de madera de teca rojo donde se practicaba una peligrosa costumbre: equipos de hombres se columpiaban para intentar coger con los dientes una bolsa con monedas de plata. Se abolió en los años treinta debido a las lesiones y muertes que ocasionaba el evento...
El Wat Suthat fue construido en el siglo XIX para albergar una de las principales figuras de Buda de la ciudad y es uno de los templos más grandes de Bangkok. El edificio más importante es su wihan, en cuyas puertas había altares donde había una gran cantidad de fieles haciendo ofrendas y rezando. Realmente los tailandeses parecían gente muy religiosa, y el hecho de acudir a un templo se lo tomaban muy en serio. La gente siempre estaba concentrada en sus plegarias y no tenían problema en rascarse el bolsillo para hacer donativos.
Wat Suthat
entrada del Wat Suthat
El interior del wihan del Wat Suthat era impresionante. Está casi monopolizado por el Phra Phutta Shakyamuni, un gran buda dorado del siglo XIII, uno de los pocos que se salvaron en su día de Sukhothai. A sus pies están depositadas las cenizas del rey Rama VIII, el hermano del actual rey. Las paredes que rodeaban al buda estaban decoradas con unas fantásticas pinturas murales que muestran las reencarnaciones de Buda. Era toda una experiencia sentarse ante el gran buda y simplemente dejar pasar los minutos.
interior del Wat Suthat
Al lado del wihan había otros templos más pequeños, así que aprovechamos para pasear un poco y ver algunos de ellos. En varios se podía entrar y había monjes rezando al correspondiente buda.
Abandonamos el Wat Suthat y fuimos paseando por la calle Bamrung Muang hacia el este. En esta calle abundaban las tiendas con esculturas de budas. Las había de todos los tamaños y acabados. Los monjes vienen a esta calle a comprar budas y otros artículos religiosos para los templos.
Bamrung Muang
Nos alejamos del bullicio de las calles y nos acercamos al Loha Prasat, un palacio situado en el recinto del Wat Ratchanadda. El "Palacio del Metal" recibe su nombre por sus torres rectangulares acabadas en agujas metálicas. Nos pareció un edificio muy curioso. Se podía llegar a las plantas superiores por una empinada escalera, y arriba había una gran panorámica de la ciudad.
Loha Prasat
vista desde el Loha Prasat
Loha Prasat
panorámica desde el Loha Prasat
A continuación nos dirigimos hacia la Montaña Dorada. En el camino atravesamos por un puente uno de los famosos khlongs, los canales que le han valido a la ciudad el apelativo de "la Venecia del Este". En sus inicios, los khlongs, además de usarse para evacuar aguas residuales, eran una eficaz vía de transporte de mercancías y personas. Con el tiempo, muchos se cubrieron para transformarlos en calles, quedando unos pocos, que muchas compañías recorren en tours turísticos.
Khlong
Finalmente llegamos a la base de la Montaña Dorada o Phu Khao Thong, una pequeña colina artificial de 80 m con un chedi en su cima. La historia de la colina es curiosa: aquí se intentó construir un gigantesco chedi para albergar unas reliquias de buda traídas desde la India. Debido a la inestabilidad del terreno, el edificio se colapsó y quedó destruido. Con el tiempo, la montaña de barro y ladrillos resultante fue siendo colonizada por plantas, formando una frondosa colina, en la cima de la cual se decidió construir un chedi mucho más pequeño que el anterior.
Después de dejar atrás una zona boscosa, empezamos a subir por una larga escalera espiral, desde la cual había unas hermosas vistas de la ciudad. En la base se apreciaban los distintos templos del Wat Saket, del que forma también parte la Montaña Dorada. Después las casuchas humildes de la gente trabajadora, y al fondo los rascacielos de los hoteles del centro. Son los contrastes de Bangkok!
vista desde la Montaña Dorada
panorámica hacia el sur desde la Montaña Dorada
En la cima entramos en una sala con una serie de altares donde los fieles acudían a rezar. El más frecuentado era un buda reclinado, en el que la gente había ido enganchando pequeños panes de oro como ofrenda, dejándolo casi todo dorado. Una escalera llevaba hasta la terraza donde estaba el chedi dorado. Aquí había mucha gente rezando, ya fuera en algún altar o dando vueltas al chedi mientras recitaba las plegarias que sonaban por megafonía. Sin ser un sitio espectacular, se respiraba una espiritualidad que no habíamos visto en ningún otro templo (y ya habíamos visitado unos cuantos). Además las vistas de la ciudad eran estupendas.
Montaña Dorada
gente rezando en la Montaña Dorada
Bajamos de la Montaña Dorada y nos acercamos al complejo de templos principal del Wat Saket. Fueron construidos durante la época de Ayutthaya y eran utilizados principalmente para ceremonias de cremación, prohibidas dentro del recinto amurallado de Bangkok. No había muchos turistas en aquellos templos, la gran mayoría debían conformarse con la Montaña Dorada. Los templos no tenían nada de especial externamente, pero el interior era otra cosa: una sala relativamente pequeña, adornada con unas pinturas muy interesantes. Al fondo, un buda dorado presidía la estancia, mientras los monjes a sus píes recitaban sus plegarias. Era otro de esos templos en los que te podías estar un buen rato sentado mientras admirabas todos los detalles del templo e ibas escuchando las oraciones.
Wat Saket
Wat Saket, interior
Ya anochecía, así que dimos por concluida la jornada turística del día. Para cenar queríamos ir a la popular calle Khao San. Estaba lejos, pero como era pronto decidimos ir andando. Nos pateamos un buen tramo de la Thanon Ratchadamnoen Klang, una de las pocas avenidas que vimos con amplias aceras para los transeúntes. Hacia la mitad del recorrido pasamos por el Democracy Monument, que conmemora la revolución siamesa de 1932, por la cual se abolió la monarquía absolutista para transformarla en la actual monarquía constitucional.
Ya era de noche cuando llegamos a Khao San. Y la verdad es que nos sorprendió mucho, lo que allí vimos no tenía nada que ver con lo que habíamos visto hasta entonces en Bangkok. Era una corta calle, más o menos peatonal, donde se agolpaban toda una serie de negocios de cara al turista: comida de puestos callejeros, tiendas de ropa y de souvenirs, agencias de viajes, hostales baratos, libros de segunda mano, sitios donde se hacían tatuajes, vendedores de películas piratas... Por algo se dice que es el paraíso de los mochileros. A aquella hora de la noche, Khao San estaba en su pleno apogeo, había muchísima gente paseando y comprado, la gran mayoría extranjeros.
Khao San
Después de pasear un rato por la calle, buscamos un sitio para cenar. Descartamos desde buen principio las grandes cadenas de comida rápida tipo Burger King que abundaban en la calle. Había algún restaurante tailandés, sobre todo en Rambuttri, la calle paralela a Khao San, pero estaban todos llenísimos. Así que fuimos a uno de los muchísimos puestos callejeros y pedimos el plato estrella de la cocina tailandesa: el phat thai. Consiste en fideos de arroz fritos en un wok, con un huevo y pollo o gambas, a gusto del consumidor. Cogimos una Singha en un 7-eleven y nos sentamos en la calle a cenar. Estaba buenísimo, cada vez nos estábamos aficionando más a la comida callejera! Lástima que a media cena vino un poli a echarnos de aquel sitio, todavía no sabemos muy bien por que.
Phat thai en preparación
Comiendo el Phat thai
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