6 de enero de 2012
Ese día íbamos a empezar una ruta en coche de alquiler de tres días por los parques naturales más cercanos a Chiang Mai. El primero de ellos sería el parque nacional de Doi Suthep - Pui, el más cercano a la capital del norte. Alberga además uno de los templos más famosos, el Wat Phra That Doi Suthep.
Ver Tailandia 10: Doi Suthep-Pui NP en un mapa más grande
Esta vez para desayunar decidimos acercarnos al Blue Diamonds, uno de los sitios más famosos de Chiang Mai para desayunar. Tenía una carta amplia y una terraza ajardinada, pero por la mañana hacía un poco de fresco, así que nos quedamos dentro.
El coche lo habíamos alquilado con North Wheels, una reputada compañía de Chiang Mai. Además de su tarifa (1.500 bahts por día), una de sus ventajas era que te llevaban el coche a tu alojamiento y que lo podías dejar en el aeropuerto sin recargo. Así que fuimos a desayunar pronto para tenerlo todo apunto para cuando nos trajeran el coche. Estuvimos un buen rato esperando hasta que decidimos ir caminando hasta su oficina, que quedaba bastante cerca. Allí nos dijeron que había un error, que la reserva del coche la tenían apuntada para el mes siguiente! Ya nos veíamos sin coche, yéndose al traste los planes de tres días. Pero fueron muy diligentes y nos prepararon rápidamente otro coche: un Toyota Yaris bastante abollado, con un complicado cambio automático, que nos tuvieron que enseñar.
El parque nacional de Doi Suthep-Pui engloba un gran número de bosques y cataratas de desbordante naturaleza, pese a estar muy cerca de una de las ciudades más pobladas del país. La primera parada que hicimos fue para ver la cascada de Huay Kaew, todavía en los alrededores de Chiang Mai. Era una cascada pequeña, sin encanto, rodeada de gran cantidad de basura de la gente que acudía a hacer el picnic. Aunque era muy accesible, no valía la pena perder más tiempo con ella.
cascada de Huay Kaew
La carretera enseguida empezó a encaramarse a la montaña para subir al Doi Suthep. A medio camino había un mirador con una buena vista de Chiang Mai, lástima que aquel día la visibilidad no fuera la mejor.
mirador con Chiang Mai al fondo
Después de un rato más de subida, llegamos al Wat Phra That Doi Suthep, o mejor dicho, al caótico parking que había a sus pies. La gran cantidad de gente que se agolpaba y la proliferación de puestos ambulantes nos dieron una idea del éxito del lugar. Para llegar a los templos había que subir una larga escalera de más de 300 peldaños.
Larga escalera del Wat Phra That Doi Suthep
El Wat Phra That Doi Suthep es uno de los templos más venerados del país. Y eso se notaba en la gran afluencia de fieles. En la entrada al recinto, había un gran espacio para dejar el calzado. En el aire ya se respiraba el olor a incienso de los grandes santuarios.
Wat Phra That Doi Suthep
Al entrar al recinto nos encontramos de frente ante un gran chedi dorado, la estampa más famosa del templo. Se trata de un chedi del siglo XIV cubierto de placas doradas y flanqueado por cuatro sombrillas doradas. Entorno de él, los fieles entonaban sus plegarias mientras caminaban rodeándolo. Además, había también una gran cantidad de turistas, que iban en grupos organizados. Parecía que no podía caber más gente en aquel espacio tan reducido... Entre tanta gente tuvimos la suerte de conocer un chico de Girona que viajaba por Tailandia haciendo coachsurfing, y de encontrar a los turistas checos que nos habíamos conocido en Si Satchanalai.
chedi dorado del Wat Phra That Doi Suthep
Entorno del claustro había dos wihan con sus respectivos budas y algunos altares. En uno de ellos había un curioso buda de vidrio, réplica del famoso Buda Esmeralda de Bangkok.
Wat Phra That Doi Suthep
Salimos un poco del tumulto para ver los otros pequeños templos que rodeaban el Wat Phra That Doi Suthep. También había un mirador hacia Chiang Mai, pero la vista era similar a la del mirador de la carretera donde habíamos parado antes. Abandonamos el templo, pero antes de marcharnos compramos un poco de comida callejera, una especie de pastel de cerdo y unos muslos de pollo muy sabrosos!
Cogimos el coche y volvimos a Chiang Mai, desde donde cogimos la carretera 107 hacia Mae Rim, de donde sale el valle de Mae Sa. Esta zona es muy turística, estaba llena de granjas de serpientes, viveros de orquídeas y grandes resorts. Una de sus atracciones es la cascada de Mae Sa, un grupo de pequeños saltos de agua y rápidos envueltos de una gran vegetación. El sitio era bonito, pero las cascadas no eran muy espectaculares.
cascada de Mae Sa
cascada de Mae Sa
Conforme íbamos remontando el valle de Mae Sa, los paisajes se hacían más hermosos. Los grandes complejos turísticos dieron paso a pueblos agrícolas rodeados por frondosos bosques. Esta zona tenía su encanto.
panorámica de una zona rural del valle de Mae Sa
Al dejar atrás el valle nos encontramos en una zona muy montañosa y boscosa, de desbordante naturaleza, el bosque de Samoeng. Al lado de la carretera había un mirador con una gran panorámica de la vegetación de las montañas, con una vista impresionante.
Samoeng
Samoeng
Para regresar a la civilización, bajamos por un valle sin mucho interés que se abría hacia al sur, dejando el Doi Pui a nuestra izquierda, hasta cerca de Hang Dong. Aquella noche y la siguiente no teníamos alojamiento reservado, yendo en coche pensábamos que tendríamos más libertad. Así que empezamos a buscar algún hotel o resort de camino hacia al sur. Conforme íbamos avanzando kilómetros, nos dimos cuenta que encontrar sitio para dormir iba a ser muy difícil. Aquella región no era muy turística, así que si había algún hotel, estaba escrito en tailandés y a nosotros nos pasaba desapercibido. Pero después de pasar San Patong vimos fugazmente un cartel donde había escrito algo en tailandés más la palabra "resort". Así que nos acercamos a ver si realmente era un alojamiento. El Doi Ang Ka Resort consistía en una serie de bungalows rodeados por unos sencillos jardines. Ya era de noche, así que decidimos quedarnos allí, aunque parecía que éramos los únicos huéspedes. El único trabajador que había hablaba bien inglés, así que le preguntamos donde podíamos cenar aquella noche. Él nos dijo que su mujer nos podría hacer la cena, así que aceptamos. La cena fue muy autentica tailandesa, con tortilla, sopa de gambas y una especie de ensalada de brócoli con gambas, todo ello acompañado por el omnipresente bol de arroz.
nuestro bungalow en el Doi Ang Ka Resort
cenando en el Doi Ang Ka Resort
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