26 de julio de 2011
Ver Islandia 7: Lónsöræfi & fiordos este en un mapa más grande
Lo primero que hicimos fue parar en Höfn para aprovisionarnos de víveres. Parecía una ciudad fea e industrial, sin mucho interés. Fuimos a comprar al supermercado Nettó, un establecimiento muy grande que tenía incluso panadería, donde compramos pan y unos kleinur.
A Lónsöræfi llegamos a media mañana, bajo un tiempo muy nuboso. Allí íbamos a hacer la excursión nº 15 de la Guía Rother de Islandia. Está clasificada dentro de las difíciles pese a ser de solo 3 h, ya que no está señalizada y a veces desaparece el sendero.
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Nos costó un poco encontrar el punto de inicio, ya que no había en la ring road ninguna indicación de Lónsöræfi. Para llegar allí, había que coger una pista que salía justo después de cruzar el puente, y que iba paralela al río Jökulsá í Lóni, antes de llegar a Stafafell. Aparcamos el coche y empezamos a caminar hacia la garganta volcánica de Raftagil. El sendero era muy estrecho, costaba de seguir ya que a veces desaparecía entre los pequeños abedules que abundaban en la garganta. Y otras veces, para seguir avanzando teníamos que vadear el riachuelo, así que el avance si hizo lento.
Raftagil, Lónsöræfi
Más adelante los abedules desaparecieron y la garganta se hizo más angosta y rocosa. Altos crestones volcánicos se alzaban a lado y lado del riachuelo. Al final encontramos una pequeña cascada donde desaparecía el sendero y no se podía continuar. Como pudimos, ascendimos por una montaña cercana para flanquear esta zona. Y encima empezó a llover un poco. Por el momento, no estaba siendo una excursión muy placentera...
Raftagil, Lónsöræfi
Raftagil, Lónsöræfi
A continuación llegamos al valle de Seldalur, una enorme extensión de pastos flanqueada por pequeñas montañas volcánicas. Seguía sin haber un camino definido. A veces caminábamos por caminos de cabras (literalmente, allí había muchas), pero normalmente se andaba bien campo a través, siguiendo el trazado del valle.
Seldalur, Lónsöræfi
Dejamos atrás el valle de Seldalur y llegamos a Hvannagil, un valle riolítico con una hermosa combinación de colores ocres y oscuros. El paisaje es similar al de Landmannalaugar, pero este último es mucho más espectacular. Destacaba un gran pináculo volcánico situado en la cabecera del valle.
Hvannagil, Lónsöræfi
Hvannagil, Lónsöræfi
Habíamos llegado a la mitad del recorrido, así que fuimos hacia el sur para seguir con la ruta. Superamos unas colinas hasta llegar a la parte superior de un enorme canchal, desde donde se divisaba el hermoso lago de Vötn y el Jökulsá í Lóni al fondo.
Vötn, Lónsöræfi
Si hasta entonces el avance había sido difícil y nos había costado encontrar un sendero que seguir, lo que nos esperaba era mucho peor. Además, las indicaciones de la Guía Rother eran muy vagas e imprecisas, lo que acabó de complicarlo todo. Bajamos como pudimos por las piedras del canchal campo a través. Entre el canchal y el lago había un bosque enmarañado e impenetrable de pequeños abedules por el que avanzamos a duras penas. Al final llegamos al borde del lago, donde sí que pudimos seguir un camino más definido.
El camino volvió a desaparecer y apareció la lluvia. No era muy intensa, pero sí constante. Después de vagar por la montaña siguiendo la dirección que intuimos que era la correcta, vimos montaña abajo una pista forestal. Supusimos que iba a dar a la pista principal que iba paralela al Jökulsá í Lóni, así preferimos ir por allí aunque la pista hiciera un poco de vuelta. Afortunadamente, nuestra intuición fue acertada y llegamos a la pista principal a orillas del río. Bajo una lluvia cada vez más intensa, caminamos por la pista que llevaba a diferentes urbanizaciones y casas aisladas.
Al final llegamos al coche con los pies empapados! No tanto por la lluvia si no por caminar entre la vegetación mojada. Dentro del coche nos pusimos ropa seca como pudimos y comimos unos bocadillos y los kleinur. La verdad es que no disfrutamos mucho de aquella excursión. Más que mirar los paisajes, teníamos que estar pendientes de por donde continuaba el sendero o por donde podíamos atravesar una montaña. Aunque duró las 3 horas que decía la guía, nos arrepentimos de haberla hecho ya que nos quitó mucho tiempo que podíamos haber dedicado a los fiordos del este.
Reemprendimos nuestra ruta en coche y llegamos casi a las 6 de la tarde a la región de los fiordos del este. Hicimos una pequeña parada en Djúpivogur, la más sureña de sus localidades. Este pueblo era interesante por los edificios de madera del siglo XIX, diseminados entorno del puerto. El más antiguo es Langa-Búð, de finales del siglo XVIII y que actualmente alberga la oficina de turismo.
Djúpivogur
Langa-Búð, Djúpivogur
Continuamos nuestra ruta hacia al norte. Más adelante la ring road hace un amplio rodeo para llegar a Breiðdalsvík, así pensamos que podíamos ahorrar una buena cantidad de kilómetros acortando por la carretera 939. Ésta resultó ser una carretera de gravilla con unas pendientes pronunciadísimas, pero en muy buen estado. Lo peor fue la densa niebla que nos encontramos al pasar por su parte más elevada... Al final creo que nos salió bien la jugada.
Volvimos a la ring road y conducimos los kilómetros que nos faltaban hasta nuestro próximo alojamiento, Eyjólfsstaðir. Era un edificio de dos plantas dividido enteramente en habitaciones, con un salón-comedor comunitario con café y te gratis. Nuestra habitación era correcta y funcional, y daba a una especie de sala que parecía una pequeña capilla, con su altar y su crucifijo... Curioso!
nuestra habitación en Eyjólfsstaðir
capilla justo al salir de nuestra habitación en Eyjólfsstaðir
Serían las 8 de la tarde y no habíamos cenado, pero decidimos apurar más las horas de sol para ver alguno más de los pueblos de los fiordos del este, ya que al día siguiente iríamos hacia Jökulsárgljúfur y abandonaríamos esta región. Con el poco tiempo de que disponíamos solo podíamos visitar un pueblo, así que siguiendo la recomendación de la Lonely Planet fuimos a visitar Seyðisfjörður.
Para ir hacia allá tuvimos que subir por el puerto de montaña de Fjarðarheiði donde quedaba un poco de nieve. En un mirador pudimos tener una perspectiva de la ciudad industrial de Egilsstaðir por la que habíamos pasado y no nos había parecido nada atractiva. Al fondo se apreciaba el gran lago de Lagarfljót, al que al final no le pudimos dedicar ningún minuto a pesar que tenía muy buena pinta.
vista de Egilsstaðir y su región desde el Fjarðarheiði
Tras superar el puerto de montaña nos internamos por un hermoso fiordo al fondo del cual estaba Seyðisfjörður. El fiordo era similar a los que habíamos visto años atrás en Noruega, pero con la diferencia que en las laderas no había árboles, con lo que se apreciaba mejor las formas de las montañas.
fiordo de Seyðisfjörður
Al final llegamos a Seyðisfjörður, y aparcamos al lado de su iglesia de color azul crema. En este pueblo abundan los edificios de madera del siglo XIX traídos a piezas desde Noruega. Fue muy agradable caminar entre las casitas con el gran fiordo como telón de fondo, aunque no había apenas ambiente por las calles, debido a lo tarde que era.
Seyðisfjörður
Seyðisfjörður
iglesia de Seyðisfjörður
Seyðisfjörður
Después de pasear por Seyðisfjörður regresamos hacia nuestro alojamiento, donde llegamos casi a las 11 de la noche. Nos hicimos una cena de supervivencia a base de tostadas y fideos instantáneos con el calentador de agua y la tostadora que había.
Hola de nuevo, he visto que los precios de los alojamientos son un poquito caros aunque se trate de granjas, no? entre 50-80€ la noche por persona? eso es asi? sabeis si hay alguna opcion mas economica para dormir? muchisimas gracias!!!
ResponderEliminarHola de nuevo!
ResponderEliminarNosotros lo hicimos todo a través de una agencia, asi que no sabemos el precio exacto de los alojamientos. Al ser un país caro creemos que estos precios son lo normal.
Más economico son los campings o albergues (compartiendo habitación). Otra opción barata son los hoteles EDDA.
Saludos otra vez!