ISLANDIA 5: Skaftafell

Aquel día lo íbamos a dedicar casi por entero a Skaftafell, una de las zonas naturales más famosas del país. Haríamos la excursión de 7-8 horas por Skaftafellsheiði, con subida final al Kristínartindar, sin olvidarnos de la archiconocida catarata de Svartifoss. Es más o menos similar a la excursión nº 13 de la Guía Rother de Islandia (la nº 14 en la 2ª edición del 2013). Sin embargo, el mal tiempo de aquel día nos hizo modificar un poco los planes. El día se despertó muy nuboso y amenazante, deseábamos que aguantara ya que estaríamos todo el día a la intemperie. Salimos pronto de Litla-Hof en dirección a Skaftafell, admirando los glaciares que se podían ver desde la misma carretera (el Svínafellsjökull y el Skaftafellsjökull).

24 de julio de 2011

Aquel día lo íbamos a dedicar casi por entero a Skaftafell, una de las zonas naturales más famosas del país. Haríamos la excursión de 7-8 horas por Skaftafellsheiði, con subida final al Kristínartindar, sin olvidarnos de la archiconocida catarata de Svartifoss. Es más o menos similar a la excursión nº 13 de la Guía Rother de Islandia (la nº 14 en la 2ª edición del 2013). Sin embargo, el mal tiempo de aquel día nos hizo modificar un poco los planes.

Ver Islandia 5: Skaftafell en un mapa más grande

El día se despertó muy nuboso y amenazante, deseábamos que aguantara ya que estaríamos todo el día a la intemperie. Salimos pronto de Litla-Hof en dirección a Skaftafell, admirando los glaciares que se podían ver desde la misma carretera (el Svínafellsjökull y el Skaftafellsjökull). En Skaftafell aparcamos y nos acercamos al gran centro de visitantes que había. Era muy completo, tenía muchos servicios, incluso duchas y todo.

glaciares de Svínafellsjökull (derecha) y de Skaftafellsjökull (izquierda)

Antes de iniciar el trekking, fuimos a contratar la típica excursión con crampones en el glaciar para el día siguiente. Al lado del centro de visitantes de Skaftafell había en sendas casetas dos compañías que hacían ese tipo de excursiones: Glacier Guides e Icelandic Mountain Guides. Los precios en ambas eran similares, pero en Glacier Guides por 9990 ISK nos ofrecían una hora más de excursión y un lunch. Así que al final contratamos con Glacier Guides la excursión Glacier Explorer de 5 horas.

Después de dejar arreglado lo del día siguiente empezamos nuestra excursión por Skaftafell. Dejamos atrás el centro de visitantes y empezamos a subir por una colina boscosa. La vegetación era muy exuberante, muy diferente a las otras zonas de Islandia que habíamos visto hasta entonces. El sendero por el que caminábamos era el que llevaba a Svartifoss, por lo que estaba muy frecuentado, especialmente por hordas de abueletes que solo querían asomarse a ver la cascada.

Skaftafellsheiði

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Antes de la Svartifoss encontramos un par de cascadas al lado del camino. La primera es la Hundafoss, que apenas se veía; la mejor vista está en el otro lado del río, por el que bajaríamos durante nuestro camino de vuelta. La otra, la Magnusarfoss, sí que era plenamente visible desde el este lado.

Magnusarfoss

Pocos minutos después llegamos a un mirador donde se podía apreciar la Svartifoss a lo lejos. Mucha gente hacía la foto aquí y hacía el camino de vuelta, pero vale mucho la pena hacer el sendero que va montaña abajo hasta casi la base de la catarata. Es la forma de contemplar Svartifoss en todo su esplendor. Aunque estando en su base nos pareció una catarata pequeña comparada con otras que habíamos visto, sus columnas de basalto le dan un toque especial del que carecen otras más grandes. Era realmente mágica!

Svartifoss

Svartifoss

Para continuar el trekking tomamos un camino señalizado hacia Sjónarnipa, uno de los miradores de la parte este de Skaftafellsheiði. El paisaje se hizo más arbustivo, aunque igual de verde y bonito. Durante este tramo empezó a caernos una llovizna, que se transformó en lluvia torrencial conforme llegábamos al Sjónarnipa. Las vistas en el mirador eran espectaculares, pese a la poca visibilidad que nos ofrecía la lluvia: ante nosotros se desplegaba la gran lengua glaciar de Skaftafellsjökull, que iba a morir a una gran laguna glacial.

glaciar Skaftafellsjökull desde el Sjónarnipa

Proseguimos la ruta del trekking hacia el norte bajo una intensa lluvia. Pero a los pocos metros ya nos dimos cuenta que la lluvia no iba a cesar. Además, lo bonito de la excursión era la vista en los miradores y en el pico de Kristínartindar, pero con la lluvia que caía la visibilidad era nula. Así que decidimos acortar la excursión, volver a Svartifoss y coger el camino hacia Sjónarker, uno de los miradores de la parte oeste.

caminando bajo la lluvia

Hicimos todo el camino bajo una intensa lluvia, pero cuando pasamos Svartifoss empezó a aflojar y al llegar a Sjónarker ya no llovía, aunque la visibilidad no mejoró. Aún así, la vista desde allí era bonita. Hacia el oeste se intuía el gran glaciar Skeiðarárjökull. Hacia el sur se veía la gran extensión del Skeiðarársandur, lo que se conoce como Sandur, una gran llanura causada por la deposición de sedimentos arrastrados por ríos glaciales durante grandes erupciones volcánicas. Este en concreto fue causado en gran parte por una erupción en 1996 del Grimsvötn, que en pocos días cubrió 13000 km2 de superficie de sedimentos. Hacia el norte, donde debería verse la montaña de Kristínartindar, había una gran masa nubosa que no dejaba ver nada.

Sjónarker, con el Kristínartindar entre las nubes

Skeiðarársandur, una vez fuera de Skaftafell

Como el tiempo no mejoraba mucho decidimos iniciar el regreso. Desde Sjónarker el sendero baja por el otro lado del río, con lo que hay una vista fantástica de la Hundafoss, la cascada que apenas se veía desde el otro lado.

Hundafoss

Cogimos el coche y decidimos ir hacia Kirkjubæjarklaustur, a una hora de camino, a ver si durante el trayecto mejoraba el tiempo y hacer allí alguna excursión. A medio camino hicimos una parada en Núpsstaður, un conjunto de granjas de tejado de turba del siglo XIX muy bien conservadas. Aunque el edificio más importante es la pequeña iglesia, una de las pocas con tejado de turba que aun se conservan en el país. Además de estas interesantes edificaciones, el entorno de Núpsstaður era bellísimo, encerrado por unas montañas con pináculos basálticos. Todo un hallazgo!

Núpsstaður

iglesia de Núpsstaður

Núpsstaður

Lejos de mejorar, el tiempo empeoró y empezó a llover con más fuerza. Al llegar a Kirkjubæjarklaustur todavía llovía, pero aún así nos acercamos a ver uno de sus lugares más famosos, el Kikjugólf. A simple vista parecía el suelo de una antigua iglesia, pavimentado con adoquines hexagonales. En realidad es la superficie de una serie de columnas de basalto, todas de una altura similar, que han quedado a ras de suelo. Era muy curioso!

Kikjugólf, Kirkjubæjarklaustur

Kikjugólf, Kirkjubæjarklaustur

Quedaba claro que la lluvia no nos iba a abandonar aquel día, así que decidimos volver hacía nuestro alojamiento. La falta de cocina y nuestro cansancio fue la excusa perfecta para darnos un homenaje en el restaurante del Hotel Skaftafell, el único de toda la zona. Aunque era un poco caro, llevábamos ya muchos días a base de comida de supervivencia y una cena decente nos sentó la mar de bien. Comimos lo típico de la región, pescado y cordero, y de postre un de flan de skyr. Aunque la comida estaba muy rica, el servicio dejaba mucho que desear: nos hicieron esperar casi tres cuartos de hora para el postre!

cenando en el Hotel Skaftafell

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