CHINA 2: Pekín II, la Ciudad Prohibida y alrededores

8 de septiembre de 2015 Nuestro primer día entero en Pekín lo íbamos a centrar en uno de sus lugares mas emblemáticos, la Ciudad Prohibida. Por la tarde fuimos a pasear por la plaza Tiananmen y por las calles de Qianmen y Dashilar. A la noche fuimos a cenar al Wangfujing Gourmet Street y a ver las extrañas brochetas que se vendían en Wangfujing Snack Street y en el mercado nocturno de Donghuamen. Aquel día no nos conseguimos levantar muy temprano, todavía nos pesaba el largo viaje en avión y el jet-lag. Desayunamos en la misma habitación la bollería que habíamos comprado el día anterior con café con leche soluble “3 en uno” traído desde casa (un gran acierto, ya que a la larga ahorramos un montón en desayunos).
8 de septiembre de 2015
Nuestro primer día entero en Pekín lo íbamos a centrar en uno de sus lugares mas emblemáticos, la Ciudad Prohibida. Por la tarde fuimos a pasear por la plaza Tiananmen y por las calles de Qianmen y Dashilar. A la noche fuimos a cenar al Wangfujing Gourmet Street y a ver las extrañas brochetas que se vendían en Wangfujing Snack Street y en el mercado nocturno de Donghuamen.
Aquel día no nos conseguimos levantar muy temprano, todavía nos pesaba el largo viaje en avión y el jet-lag. Desayunamos en la misma habitación la bollería que habíamos comprado el día anterior con café con leche soluble “3 en uno” traído desde casa (un gran acierto, ya que a la larga ahorramos un montón en desayunos). Pocas paradas de metro nos separaban del primer objetivo del día, la Ciudad Prohibida, un inmenso complejo de palacios situados en el corazón de Pekín. Fue construida en el siglo XV y constituyó el hogar para los emperadores de las dinastías Ming y Qing, las dos últimas en reinar en China antes de proclamación de la república a principios del siglo XX. Como su nombre indica, muchas de sus estancias estaban reservadas para el emperador y su familia, y el resto de mortales tenían prohibida la entrada, de ahí su nombre.
Salimos en la parada de metro de Tiananmen Dong, en medio de una gran riada de gente. Era la primera vez en China que veíamos a tanta humanidad junta. Según avanzábamos nos dimos cuenta que todo aquel torrente humano iba en nuestra misma dirección, ¡todos a la Ciudad Prohibida! En pocos minutos llegamos a la primera puerta de la Ciudad Prohibida, la Puerta de la Paz Celestial, la que le sonará a todo el mundo por el gran retrato de Mao Zedong que hay en su exterior. Además de la gran cantidad de gente, había controles de seguridad que ralentizaban mucho la marcha. Después entramos en un enorme recinto arbolado, una especie de parque que hay enfrente a la entrada formal a la Ciudad Prohibida. Hacia la izquierda vimos las taquillas, con unas colas interminables de gente. Menos mal que avanzaron mas o menos rápido, pero nos freímos de lo lindo bajo el sol abrasador que caía. La entrada costaba 60 yuans (8,30 €) y para comprarla había que enseñar el pasaporte.
La Puerta de la Paz Celestial, la primera de la Ciudad Prohibida
Retrato de Mao Zedong en la puerta
Entramos a la Ciudad Prohibida por la Puerta del Mediodía, una enorme estructura que hacía que te sintieras pequeño al atravesarla. Para nuestra visita seguimos las buenas explicaciones de la guía Trotamundos, mucho más útiles que las de la Lonely Planet. Al flanquear la puerta nos encontramos ante otro gran espacio abierto travesado por un canal; al fondo se encuentra la Puerta de la Armonía Celestial, uno de los edificios mas grandes y bonitos de todo el complejo. Justo delante hay las esculturas de dos fieros leones, macho y hembra, muy típicos en los edificios chinos mas importantes. Y las escaleras de acceso están adornadas con un relieve de un gran dragón que emergía de unas nubes. A pesar de la gran aglomeración de gente, estábamos asombrados ante la belleza y los detalles de aquel lugar.
Puerta del Mediodía (¡en la foto no se ve la otra mitad de la puerta!)
Puerta de la Armonía Celestial
León guardián (en este caso, leona)
Relieves de dragones en los peldaños de una escalera
Al cruzar nos encontramos otro gran espacio, mucho mas grande que el anterior, con un templo en el fondo, el Templo de la Armonía Suprema. Es de un estilo similar a la anterior puerta pero mucho mas imponente. Al acercarnos a mirar el interior nos dimos cuenta de uno de los principales inconvenientes al visitar la Ciudad Prohibida. El interior del templo solo se podía mirar desde unas estrechas puertas que estaban abiertas. Allí se agolpaban decenas de chinos que pugnaban por acercarse a uno de los pocos puntos desde donde se veía el interior. Y para ello se valían de empujones, codazos, agarrones... Fue una experiencia totalmente estresante. A duras penas pudimos ver que en el interior había un trono que el emperador usaba en las audiencias públicas.
Gran plaza frente al Templo de la Armonía Suprema
Subiendo al templo
Luchando para conseguir ver el interior
Interior del templo
Templo de la Armonía Suprema
Justo detrás hay otros dos templos mas pequeños, el Templo de la Armonía Intermedia y el de la Armonía Preservada, muy bonitos pero en los que también tuvimos que luchar para ver su interior. Los tres templos están situados en una especie de plataforma elevada, comunicada con el suelo por unas escaleras con bonitos relieves en mármol.
Los templos principales estaban rodeados por otros mas pequeños
Templos de la Armonía Intermedia y de la Armonía Suprema
Templos de la Armonía Intermedia y Preservada, junto con las escaleras y balaustradas de mármol
Abandonamos aquel gran espacio y flanqueamos otra puerta, la Puerta de la Pureza Celestial, que limitaba el espacio dedicado antiguamente solamente al emperador y su corte. Dimos con un espacio similar al de los anteriores y con tres edificios, ciertamente empezaba a acecharnos la idea que éstos serían un “mas de lo mismo”. Todas eran edificaciones para el disfrute del emperador y sus concubinas; sus interiores, como los anteriores, parecían recreaciones con poco mobiliario. La última parte es el Jardín Imperial, muy diferente a todo lo que habíamos visto y por eso nos gustó pese a lo pequeño que es. Y con esto llegamos cerca del extremo norte de la Ciudad Prohibida, habiendo visto mas o menos lo básico del complejo, que constituye una pequeña parte de todo lo que hay por ver.
Puerta de la Pureza Celestial
Templo de la Pureza Celestial
Interior del Templo de la Pureza Celestial
Jardín Imperial
Al oeste y al este se extienden otros palacios y estancias imperiales, y como teníamos tiempo, decidimos visitar algunas. Nos pareció mejor visitar los de la parte este, con un par de lugares interesantes según las guías. El primero de ellos fue la Exposición de Relojes (entrada adicional, 10 yuans), que alberga un gran número de piezas que las delegaciones extranjeras ofrecían como regalo a los emperadores. Los relojes eran todo un portento de lujo y de decoraciones, con multitud de pequeños detalles artesanales, y en muchos el reloj en sí era una pequeñísima parte de la pieza. Tuvimos suerte de estar allí a las 14 h, hora a la que activan unos cuantos carrillones para que la gente pueda oír su música o ver en movimiento sus figuras. Al salir nos tomamos un descanso mientras nos comíamos un refrescante helado (6 yuans), ¡el calor era sofocante!
Enorme carrillón de la Exposición
Reloj adornado con pajarillos
El segundo es uno de los lugares mas famosos de la Ciudad Prohibida, el Muro de los Nueve Dragones, emplazado en los Apartamentos de Qianlong (entrada adicional, 10 yuans). Es un enorme mural de azulejos de vivos colores representando en forma de relieve nueve dragones, que tenía como objetivo proteger el lugar de los espíritus y fantasmas malignos. Los dragones nos parecieron espectaculares por su colorido y la gran tridimensionalidad que le daban los azulejos. Cada uno era diferente, no solo el color, si no el aspecto y su pose. Sin duda, fue una de las cosas que mas nos gustaron de toda la Ciudad Prohibida. La entrada también incluía la visita a los apartamentos convertidos en el museo del Tesoro, donde había unas enormes esculturas de jade.
Muro de los Nueve Dragones
Detalle de dos de los dragones
Finalmente nos encaminamos a la salida, guardada por la gran Puerta de Shenwu. Al final estuvimos 5 horas en la Ciudad Prohibida, tiempo que nos pareció mas que suficiente para verlo bastante bien. En general nos gustó mucho sus templos y palacios, aunque después de unas horas viéndolos al final todos te parecen similares. Lo peor es la gran aglomeración de gente, y eso que fuimos entre semana. No queremos imaginar como debe ser en pleno agosto o en fin de semana…
Saliendo de la Ciudad Prohibida, con la Colina del Carbón al fondo
Foso que protege la Ciudad Prohibida
Al salir de la Ciudad Prohibida nuestra intención era pasear por la plaza Tiananmen, situada justo al otro lado, al sur. El problema fue que en la salida norte no hay ninguna parada de metro cercana. Eso sí, hay muchos autobuses, pero para no liarnos decidimos caminar por la calle que bordea el complejo. Por el camino compramos algo de comida, ya que dentro de la Ciudad Prohibida solo hay un restaurante. En el puesto de una señora compramos una gran tajada de melón (2 yuanes), muy jugoso y dulce. Un poco mas adelante compramos una especie de frankurts ensartadas en un palo que habíamos visto en muchos sitios. Pero la vendedora nos timó, cobrándonos 10 yuanes (1,40 €) por cada uno; ¡mas adelante vimos sitios donde vendían dos por 5 yuanes!
Contentos con nuestros frankfurts, antes de saber que nos habían timado
Tardamos casi una hora en llegar a la plaza Tiananmen, debido en parte a que el ejército la tenía completamente acordonada de forma que solo se podía pasar por unos sitios determinados, y en nuestro caso tuvimos que dar un buen rodeo para llegar a ella. Antes de entrar a la plaza, había unos controles policiales muy exhaustivos. A los occidentales no nos prestaban mucha atención, pero a los chinos los registraban de arriba abajo, incluso a una chica miraron dentro de los libros que llevaba para ver si escondía algo en ellos. Enseguida nos quedó claro que Tiananmen es la plaza pública mas grande del mundo. ¡Desde su mitad no podíamos ver ninguno de los dos extremos! Allí está el centro del poder político del país, simbolizado por el gran edificio del Gran Salón del Pueblo. El centro de la plaza es una extensión enorme de cemento mas pensado para desfiles militares que para el paseo de la gente. El único toque de verde era un jardín temporal que habían puesto para conmemorar el 70 aniversario de la derrota de Japón en la 2ª Guerra Mundial (a lo largo de nuestro viaje vimos que todavía existe mucho odio de los chinos hacia los japoneses). Un lugar curioso es el Mausoleo de Mao, adornado con esculturas formando escenas patrióticas. Dentro se exhibe el cuerpo embalsamado de Mao Zedong, el padre de la actual República Popular China. A esas horas estaba cerrado y no había nadie por allí, pero hemos leído que durante las horas de apertura se forman largas colas de gente que quieren ver al famoso dirigente comunista.
Plaza Tiananmen, con el Gran Salón del Pueblo al fondo
Jardín conmemorativo de la 2ª Guerra Mundial
Esculturas patrióticas delante del Mausoleo de Mao
Plaza Tiananmen mirando a la Ciudad Prohibida, una de las imágenes mas icónicas de Pekín
Recorrimos la plaza hasta su extremo sur donde se encuentran dos grandes edificios históricos que rompen con la estética soviética de las otras edificaciones de la plaza. El primero es la Puerta de Zhengyang, una de las puertas de la antigua muralla que rodeaba los aledaños de la Ciudad Prohibida, de la que apenas quedan restos. El otro es la Torre Jian Lou, una fortaleza justo enfrente de la puerta con funciones defensivas. Desde allí cogimos la avenida peatonal Qianmen, una de las mas populares de la ciudad. Los edificios colindantes se habían restaurado en estilo chino, y los bajos habían sido ocupados por muchas de las marcas extranjeras mas lujosas.
En primer término, la Puerta de Zhengyang, al fondo la Torre Jian Lou
Qianmen
Qianmen
Al poco nos desviamos por Dashilar, otra avenida peatonal y comercial que nos pareció mas auténtica. Esta calle tiene algunos edificios históricos interesantes y varios comercios chinos centenarios. Sin duda fue una de las calles por las que mas nos gustó pasear en Pekín. Antes de viajar a China, cuando pensábamos en el país nos imaginábamos una calle como aquella: con farolillos rojos, con tiendas de extraños productos, con edificios de fachadas exóticas… Había algunos puestos callejeros que venían comida que nos hizo venir apetito. En uno de ellos compramos una gran brocheta de carne especiada por 11 yuans (1,50 €), ¡buenísima!
Comercios con bonitos edificios en Dashilar
Dashilar
Comiendo la rica brocheta, ¡mmmmm!
Dashilar
Seguimos paseando hacia al oeste de Dashilar, por donde se extiende un gran barrio de hutongs. A diferencia de los que vimos el día anterior, aquellos eran mas auténticos. No había muchas tiendas ni restaurantes, era una zona donde vivían gentes sencillas, que pudimos observar en sus quehaceres cotidianos. En cualquier lugar los campesinos vendían su cosecha para la compra diaria, y pequeños comercios proporcionaban a los lugareños todo lo que necesitaban. Éramos los únicos turistas por allí, pero en todo momento nos sentimos seguros. La gente nos miraba a veces con extrañeza, pero enseguida volvía a sus cosas sin prestarnos atención.
Hutong
Hutong con tiendas y puestos de campesinos
Después cogimos el metro y viajamos unas pocas paradas hasta Wangfujing. El contraste con la zona de los hutongs no podía ser mas bestial. Allí se alzaban modernos edificios con lujosos hoteles y centros comerciales. Nuestra idea era cenar en un sitio que la Guía Trotamundos llamaba la “calle gastronómica”, aunque no sabíamos que era exactamente. Al lado de un centro comercial vimos un cartel que indicaba la “Wangfunjing Gourmet Street”, que resultó estar situada en el piso -2 de aquel centro. Era una especie de mercado donde cada puesto era un pequeño restaurante. La verdad es que está muy bien organizado: para comprar sus platos hay que adquirir una tarjeta recargable (8 yuans de depósito), cuyo crédito te van descontando en cada establecimiento (nosotros pusimos 92 yuans); al devolverla te retornan el depósito y el crédito que no hayas gastado. Fuimos chafardeando las delicias que cocinaban en cada sitio y cogimos algunas de ellas. En un puesto vendían bebidas y había mesas y sillas para poderte comer los platos cómodamente. Al final cogimos una especie de arroz frito con pollo y unas gyozas con carne, todo muy bueno y suave de sabor. Junto con una cerveza y un refresco nos costó 71 yuans (unos 9 €). Un sitio muy recomendable para cenar cómodo, barato y sin complicaciones.
Restaurante en la Wangfunjing Gourmet Street
Nuestras gyozas y arroz frito con pollo
Si por algo es conocido Wangfunjing es por una calle donde se venden todo tipo de bichos asados en brochetas, la Wangfunjing Snack Street o Wangfunjing Xiaochijie. En realidad es un estrecho callejón que nos encontramos casi de casualidad. A ambos lados del callejón había todo tipo de puestos con comida callejera. Los que levantaban mas expectación eran los que vendían bichos fritos: escorpiones, estrellas de mar, gusanos, lagartos, escolopendras, saltamontes… Todo tipo de fauna que puede resultar desagradable a los mas aprensivos. También había puestos con comida mas normal, que era la que mas consumían los chinos. Parecía que los bichos iban dirigidos sobre todo a los turistas occidentales. Como ya habíamos cenado, teníamos la excusa perfecta para no probarlos.
Aspecto general de la Snack Street
Brochetas de larvas de insectos y saltamontes
Brochetas de estrellas de mar, caballitos de mar y escorpiones (éstos estaban vivos, ya que los asaban al momento)
Un poco mas al norte fuimos al Mercado nocturno de Donghuamen, una versión con mas clase de la calle de los bichos. Estaba emplazado en una gran avenida con el mismo nombre, y consistía en una larga fila ordenada de puestos con comida callejera servida por cocineros bien uniformados. Había algunos puestos con bichos, pero la mayoría tenían comida mas o menos normal. La Snack Street nos pareció mas auténtica y pintoresca. Así se lo comentamos a un grupo turistas españoles que nos encontramos y con los que estuvimos charlando; el guía de su tour solo les iba a enseñar aquel sitio, pero nosotros les animamos a que fueran por su cuenta a la Snack Street. Se sorprendieron mucho que viajáramos en China por libre y en transporte público, nos miraron como si fuéramos unos super-heroes. Mucha gente no se piensa que China sea un país tan fácil para moverse a tu aire.
Mercado nocturno de Donghuamen
Brochetas exóticas del mercado
Con el mercado de Donghuamen dimos por concluido aquel día tan intenso. Era tarde y estábamos cansados, pero también contentos de como había ido el día y de todo lo que habíamos visto. ¡El día siguiente nos esperaba mas Pekín!

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