IRLANDA 8: península de Dingle

Aquel día fue uno de los mejores de nuestro viaje. Lo dedicamos por entero a hacer ruta por la península de Dingle, una región con pueblos encantadores, paisajes espectaculares y rico patrimonio histórico. Empezamos dando un vistazo a la enorme playa de Inch, tras lo cual visitamos el pueblo de Dingle, uno de los más bonitos que vimos a lo largo del viaje. Después hicimos la ruta costera de Slea Head Drive, con los mejores paisajes litorales y algunos restos históricos interesantes como el Oratorio de Gallarus o la Iglesia de Kilmalkedar. Finalmente atravesamos el Connor Pass y dimos un paseo por el pueblo de Cleghane.
17 de abril de 2014
Aquel día fue uno de los mejores de nuestro viaje. Lo dedicamos por entero a hacer ruta por la península de Dingle, una región con pueblos encantadores, paisajes espectaculares y rico patrimonio histórico. Empezamos dando un vistazo a la enorme playa de Inch, tras lo cual visitamos el pueblo de Dingle, uno de los más bonitos que vimos a lo largo del viaje. Después hicimos la ruta costera de Slea Head Drive, con los mejores paisajes litorales y algunos restos históricos interesantes como el Oratorio de Gallarus o la Iglesia de Kilmalkedar. Finalmente atravesamos el Connor Pass y dimos un paseo por el pueblo de Cleghane.

Ver IRLANDA 8: Dingle en un mapa más grande
Por primera vez desde hacía muchos días, aquella jornada no teníamos que cambiar de alojamiento, todo un descanso. El desayuno en el Lake Lodge de Killarney era muy bueno, a parte del full irish breakfast había yogurt, cereales y macedonia para darle un respiro al colesterol. Nos pusimos en marcha enseguida y la primera parada fue en Inch, que tenía la playa de arena mas grande que vimos en Irlanda. Decidimos parar para dale un vistazo y pasear por la arena. Obviamente, no hacía tiempo para tomar el sol o bañarse, pero era muy curiosa aquella gran lengua de arena que se adentraba varios kilómetros mar adentro.

playa de Inch
A continuación, la carretera deja la costa y se interna hacia el interior. En el tramo entre Annascault y Dingle descubrimos alguno de los paisajes mas bonitos que habíamos visto hasta entonces. Se trata de un inmenso valle cubierto de pastos con animales, suaves colinas y granjas dispersas. Era una estampa totalmente bucólica, ésa era la Irlanda que nos imaginábamos. No conseguíamos avanzar un kilómetro cuando nos volvíamos a parar con el coche para disfrutar de este paisaje. Fue todo una gozada, esta región nos encantó!





Paisajes campestres entre Annascault y Dingle
Finalmente llegamos Dingle, el pueblo que le da nombre a la península. Aquí se notaba una fuerte presencia del gaélico en los carteles y señales, algunos solo escritos en ese idioma. De hecho esta península es un Gaeltacht (como Connemara o Donegal), zona donde el gaélico es la lengua de uso mas frecuente por parte de la gente. Habíamos leído que los irlandeses vienen aquí para aprender mejor este idioma. Del uso del gaélico entre la población no podemos opinar, pero si que vimos muchos carteles solo en gaélico: en la carretera era frecuente encontrarse pintado el “go mall” substituyendo al “slow” o el “géill slí” de los “ceda el paso”.
Cartel de una calle en gaélico e inglés
"Ceda el paso" en gaélico
A la entrada de Dingle aprovechamos para poner gasolina. En la gasolinera vimos que vendían comida preparada, así que compramos unas pastas de hojaldre saladas y patatas asadas (6,30 € en total). Por una vez no tendríamos que comer al mediodía embutido y pan! Aparcamos el coche y fuimos a dar una vuelta por Dingle. El pueblo nos sorprendió en positivo. Aunque el tráfico era infernal, era toda una gozada pasear por sus calles flanqueadas por casas bajas pintadas de colores y con los característicos escaparates de los comercios irlandeses. Había mucho ambiente de gente paseando y haciendo compras, y el tiempo era de fábula. Dingle era pequeño, nos lo recorrimos enseguida, pero nos gustó mucho su carácter auténtico.




Paseando por Dingle
Luego volvimos al coche para recorrer una de las rutas más recomendables de Irlanda, la Slea Head Drive. Es una ruta circular que sale de Dingle que recorre la parte más abrupta y espectacular de la península. Además, por el camino hay algunos lugares históricos interesantes, haciendo que la ruta sea la mar de completa. Al comienzo hay una zona donde abundan las beehive o clóchan, una especie de barracas de piedra, antiguos refugios de pastores. Algunas son muy antiguas, ya que aprovechaban estructuras preexistentes. Nosotros paramos en una llamada Beehive de Fahan (había muchas otras), que parecía haber aprovechado un antiguo emplazamiento paleocristiano. Los granjeros de la zona se aprovechaban del tirón turístico para cobrar una entrada para ver sus beehive (en nuestro caso, 2 €).
Beehive de Fahan
Conforme nos acercamos a Slea Head, la carretera se iba estrechando cada vez mas, e iba serpenteando entre acantilados rocosos muy espectaculares. Suerte que toda la gente parecía hacer la ruta en el mismo sentido que nosotros, si no hubiera sido muy incomodo tenerte que apartar cada dos por tres cuando te cruzabas con otro coche. Menos mal que había unos aparcamientos para poder parar y ver las bonitas vistas. Un poco mas al norte, el relieve se suaviza permitiendo la aparición de pastos, que hacen con su contraste un paisaje todavía más bonito. Desde la costa pudimos ver las alargadas islas Blasket, con sus colinas redondeadas con algunas granjas, nos sorprendió que en aquel sitio tan remoto pudiera vivir alguien. Un poco más al norte pasamos cerca del Clogher Head, con unos grandes acantilados que se iban suavizando hacia al interior hasta convertirse en pastos. La verdad es que esta parte de la ruta nos encantó, no podemos recordar cuantas paradas llegamos a hacer para contemplar los paisajes.
Slea Head
Cerca de Slea Head
Cerca de Slead Head, con las Blasket Islands hacia la izq.
Clogher Head
Clogher Head
Ballydavid Head
Después de disfrutar de bonitos paisajes llegaba el turno de empaparse un poco de historia. Primero visitamos el Oratorio de Gallarus, una de las iglesias paleocristianas mas importantes de Irlanda. Había un centro de visitantes con un audiovisual sobre la historia de Gallarus y sobre otros yacimientos similares. La iglesia nos pareció fascinante, sus piedras estaban colocadas con una gran precisión para evitar la entrada de la lluvia al interior. Éste era pequeño y oscuro, sin mucho interés. Nos sorprendió que un edificio tan antiguo se conservara tan bien, no parecía que se hubiera restaurado. A la salida aprovechamos que había unas mesas para comer lo que nos compramos en la gasolinera de Dingle.
Gallarus Oratory
Un poco más adelante paramos para ver la Iglesia de Kilmalkedar, cuyos restos estaban en un pequeño cementerio. En el siglo VII llegó a ser un importante monasterio, pero hoy en día poco queda de aquello. Una de las cosas más interesantes de allí eran sus piedras ogámicas, megalitos antiquísimos con inscripciones en un alfabeto propio a base de líneas. La de Kilmalkedar era además un reloj solar, ya que tenía un agujero en un extremo. También nos sorprendió que en el cementerio la gran mayoría de lápidas estaban escritas en gaélico, otra muestra del uso de esta lengua en Dingle.
Iglesia de Kilmalkedar
Piedra ogámica
Lápidas del cementerio, escritas en gaélico
Volvimos a Dingle para coger la carretera que atraviesa las montañas de la península. Durante la subida había unas vistas fantásticas del pueblo y de gran parte de la península. Al final llegamos al Connor Pass, el puerto de montaña más alto de Irlanda (aunque solo está a 400 m). Hay un mirador donde pudimos ver las fantásticas vistas que hay, sobre todo hacia el norte. Lástima que se empezó a tapar, lo que nos impidió tener vista hacia el monte Brandon, uno de los más altos de Irlanda. Aún así, el paisaje que contemplamos valió mucho la pena.
Subiendo al Connor Pass, vistas con el pueblo de Dingle al fondo
Vistas desde el Connor Pass
Como al bajar del Connor Pass teníamos tiempo, decidimos parar en el pueblo de Cloghane. Es un sitio muy pequeño y tranquilo, sin cosas concretas que ver. Dimos una vuelta rápida y decidimos volver hacia Killarney para descansar un rato.

Cloghane
Después de descansar un poco en el Lake Lodge de Killarney, nos acercamos andando al centro para cenar. Como la noche anterior habíamos cenado en un buen restaurante, decidimos tirar aquella vez de fast food. Elegimos el Four Star Pizza, una pizzería de una cadena irlandesa bastante grande. Pedimos una pizza de carne y otra de jamón con verduras que nos gustaron mucho. La verdad es que no esperábamos mucho de aquella cena por el hecho de ser una franquicia, nos sorprendió positivamente. La cena nos costó 25,80 € con las bebidas.

2 comentarios:

  1. Una ruta muy chula!! Me ha gustado la combinación de paisaje,s pueblecitos... ^_^

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    1. Si, la verdad es que es de los mejores recuerdos que nos llevamos de Irlanda.

      Ah, y gracias por los retweets! ;)

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