12 de enero de 2014
Después de la caminata del día anterior, aquel día decidimos emplear el metro para visitar tres barrios diferentes. Empezamos por Friedrichshain, donde vimos los murales reivindicativos del East Side Gallery y las amplias avenidas de estética soviética de Karl-Marx-Allee. Después estuvimos en Scheuneviertel, donde visitamos el Memorial del Muro de Bernauer Straße, la Nueva Sinagoga y alguno de sus típicos patios o “höfe”. Finalmente paseamos por el tranquilo barrio de Prenzlauer Berg, donde visitamos una interesante exposición en la Kulturbrauerei.
Ver Berlin 4: Friedrichshain, Scheuneviertel & Prenzlauer Berg en un mapa más grande
Como hemos apuntado antes, el día anterior habíamos hecho una gran pateada, desde Kreuzberg este a Kurfürstendamm. Según la ruta del Google Maps caminamos unos 12 km, pero seguro que fueron más! Acabamos muertos! Como los barrios que queríamos visitar hoy estaban un poco alejados entre si decidimos comprar el Tageskarte, un bono que permite usar todos los transportes de la ciudad durante un día. Nos costó 6,70 € cada uno (zonas AB), y se amortiza si se hacen tres o mas viajes en un día. Era perfecto para nuestro plan!
Así pues cogimos el metro y bajamos en Schlesisches Tor. Desde allí atravesamos el Oberbaumbrücke, un robusto puente que atraviesa el río Spree por el que pasaba el muro de Berlín. Después llegamos precisamente a uno de los lugares relacionados con el muro mas famosos de toda la ciudad, la East Side Gallery. Este monumento al aire libre es el fragmento más largo del muro que se conserva. Tras la unificación del país, varios artistas pintaron en él murales reivindicativos que son todo un símbolo de la ciudad. Pese a que los berlineses están muy orgullosos de él, varios proyectos lo han puesto en serio peligro, como uno que preveía su demolición para construir viviendas de lujo (todavía se puede firmar la adhesión en change.org). Aunque los murales se habían pintado en 1990, se volvieron a repintar en 2005, ya que muchos se cubrieron de graffitis de gamberros. Actualmente algunos vuelven estar cubiertos de ellos, una verdadera pena, pero está claro que la imbecilidad humana es infinita.
Oberbaumbrücke
East Side Gallery
tramo donde se conservan las dos partes del muro
Recorrimos esta singular galería por entero, no es muy larga y es totalmente recomendable. Algunos murales son conceptuales, pero en la mayoría quedaba claro su denuncia histórica o social. Uno de los más famosos es el llamado “Mein Gott hilf mir, diese tödliche Liebe zu überleben” (“Dios mío, ayúdame a sobrevivir a este amor mortal”), abreviado como Bruderkuss. Es la imagen de Brezhnev y Honecker, dirigentes de la URSS y de la RDA, dándose un beso en la boca. Esta es una costumbre extendida en Rusia entre hombres como señal de hermanamiento. Hoy en día el mural es un icono del movimiento gay.
East Side Gallery
East Side Gallery, Bruderkuss
Luego fuimos a la cercana estación de Ostbahnhof, donde cogimos un S-bahn hasta la de Alexanderplatz. La plaza, en la que habíamos estado dos días atrás, estaba un poco adormilada, sin vida. Nos internamos por el barrio de Friedrichshain, el antiguo barrio obrero del Berlín oriental. En él, el régimen comunista construyó la Karl-Marx-Allee, una gran avenida monumental llamada inicialmente Stalinallee. Pasear por aquella avenida nos gustó mucho, fue como transportarnos a otro país y otra era. No tiene nada que ver a cualquier otra parte de la ciudad, es muy singular. La calle es anchísima, rodeada por robustos edificios de viviendas de estilo socialista (sobrias y funcionales). La única concesión estética eran las torres de la Strausberger Platz y de la Frankfurter Tor, a la que no llegamos.
Alexanderplatz
principio de la Karl-Marx-Allee
Karl-Marx-Allee
Karl-Marx-Allee
Strausberger Platz
Cogimos nuevamente el metro en la estación de Weberwiese, en el que unos revisores nos pidieron nuestro billete. Un par de cosas nos sorprendió de la situación: encontrar unos revisores trabajando en domingo, y que la mayoría de gente llevaba una especie de carnets plastificados, de forma que no necesitaban validar ningún billete. Esto puede hacer pensar erróneamente que la gente se cuela en el metro sin pagar (también pasa en otras ciudades). Nosotros enseñamos nuestras Tageskarte en regla. Cuando usas un transporte público tan bueno y eficiente como el de Berlín no te importa pagar por ello, incluso lo haces contento.
Nos bajamos en la estación de Bernauer Straße, donde visitamos uno de los sitios que más nos gustó de aquel día: el Gedenkstätte Berliner Mauer o Memorial del Muro de Berlín. Este monumento recorre 1,4 km de Bernauer Straße, donde quedan los últimos restos originales del muro, con sus franjas fronterizas e incluso una torre de vigilancia. A primera vista parece un parque lleno de césped, pero unos elementos simbólicos y pequeños plafones informativos te van introduciendo en la historia del muro y, sobre todo, en el sufrimiento de las gentes de aquel barrio que quedaron separadas por un muro que atravesaba una de sus calles. Simplemente nos encantó! Es increíble que con unos pocos elementos informativos acompañados por fotos antiguas se pueda informar y transmitir tanto como en aquel memorial. A lo largo de la calle estaba trazado con unas barras de metal verticales el recorrido del muro. Y sobre el césped, unos contornos rectangulares mostraban los emplazamientos de las casas que derribaron para construir el muro. En un lugar incluso se han desenterrado los cimientos de algunas de esas casas. También había una especie de caminos a trazos, que indicaban las rutas de los túneles excavados por los vecinos que querían escapar hacia Berlín occidental.
contorno de una casa destruida y trazos de un túnel de huida
recorrido del muro
cimientos de casas destruidas por la construcción del muro
Una de las muchas otras cosas que aprendimos del muro es que este no era único, había dos. Ambos estaban separados por un espacio donde patrullaban los soldados y con torres de vigilancia. Precisamente, en el espacio entre los dos muros quedó una de las iglesias del barrio, la Iglesia de la Reconciliación (Kapelle der Versöhnung), que finalmente fue derruida. Pudimos ver la silueta que marcaba el lugar donde estaba la iglesia, justo al lado donde se construyó la nueva iglesia tras la caída del muro. Un poco más adelante había un centro de visitantes cerrado por obras, y que tenía un interesante mirador abierto. Desde él se podía ver la única sección completa del muro que hay en el memorial: un tramo de unos 60 m con los dos muros, el camino de ronda central y una torre de vigía. Fue muy interesante ver al menos una parte del muro tal y como era originalmente. Lástima que no se pudiera entrar dentro a pie para poderlo ver mejor. Aun así, la visita al Memorial del Muro de Berlín nos encantó, es uno de los imprescindibles de la ciudad!
contorno de la antigua iglesia, delante de la nueva
vista del Memorial desde el mirador, con la nueva iglesia al fondo
fragmento original del muro con la torre de vigilancia
Nuevamente cogimos el transporte público, esta vez el S-bahn para recorrer un par de paradas. Nuestro destino era Oranienburger Straße, pero nosotros nos equivocamos y cogimos por error el tren que iba a Oranienburg, en la dirección opuesta a donde queríamos ir. Vaya dos nombres más similares! Una vez nos bajamos correctamente en Oranienburger Straße paseamos por Scheuneviertel, el principal barrio judío berlinés. Otra de sus señas de identidad son sus höfe, unos patios interiores que son todo un remanso de tranquilidad, con parques e incluso tiendas. El primero que vimos fue el que más nos gustó, el Heckmann Höfe. Tenía un pequeño parque con árboles, una fuente, bancos e incluso un restaurante. Era como estar en la plaza mayor de un pueblo perdido.
Heckmann Höfe
Después fuimos al lugar más famoso y característico del barrio, la Neue Synagoge o Nueva Sinagoga. Este templo judío era el más grande de su religión en Berlín y su característica cúpula dorada se ve desde muchos puntos de la ciudad. Decidimos entrar mas para ver el edificio en si que no el museo que alberga. Pagamos solo la entrada a éste (3,5 €), por 2 € más se puede subir a la cúpula. Tras la época nazi y la guerra, la sinagoga fue prácticamente destruida. Posteriormente se reconstruyó solo una pequeña parte de ella; a través de un cristal pudimos ver el amplio jardín que se extendía en los antiguos terrenos de la sinagoga original. Así que nos llevamos un pequeño chasco, ya que el edificio en si no tenía mucho interés por dentro. El museo alberga una exposición sobre esta sinagoga y sobre la vida de los judíos berlineses. Las fotos sobre cómo era antes la sinagoga y como quedó de destrozada después eran interesantes, pero el resto de la exposición era un poco repetitiva con lo que ya habíamos visto en el Museo Judío de Kreuzberg o el Memorial del Holocausto en Mitte. A la gente que ya haya visitado esos sitios no le recomendariamos entrar en la Nueva Sinagoga, aunque sí acercarse a contemplar su magnífica fachada.
Neue Synagoge desde el Monbijoupark
Neue Synagoge
Después de dar una vuelta por el Monbijoupark fuimos a dar un vistazo al Alter Jüdischer Friedhof, el antiguo cementerio judío. Poco queda de él, los nazis lo profanaron y lo convirtieron en un lugar donde concentraban a los judíos a la espera de su deportación a los campos de exterminio. Una historia terrible... Posteriormente, la comunidad judía trasladó su cementerio a Prenzlauer Berg. Después continuamos por Sophienstraße, una tranquila calle con algunos höfe y con unas extrañas plaquitas en el suelo. Las colocó un artista local con los nombres de los vecinos judíos asesinados por los nazis. De hecho estaban por todo el barrio y se conocen con el nombre de “piedras para tropezar”.
Alter Jüdischer Friedhof, con la tumba del filósofo Mendelssohn
entrada de un höfe en Sophienstraße
"piedras para tropezar" en Sophienstraße, con nombres de judíos asesinados
Lo último que visitamos de este barrio fue el Hackesche Höfe, un patio interior más grande que el primero que habíamos visto, pero con menos encanto. De hecho, eran varios patios pequeños conectados entre si y con el exterior. El más bonito era el primero, el que daba a Rosenthaler Straße, con fachadas recubiertas de azulejos de vivos colores.
Hackesche Höfe
Hackesche Höfe, primer patio
Al salir del höfe empezábamos a estar cansados y hambrientos, así que nos metimos en un local cercano a comer un döner kebab (3,5 €), solo uno entre los dos por que era grandísimo! Con las pilas recargadas cogimos el metro en Hackescher Markt hasta Senefelderplatz, en el último barrio que visitaríamos, Prenzlauer Berg. Es un barrio muy tranquilo y aburguesado, con bonitos edificios que recuerdan a palacios barrocos. Tiene una atmósfera muy especial, muy diferente a la de Friedrichshain o Scheuneviertel, es ideal para deambular sin rumbo. Está salpicado de parques como el de la Kollwitzplatz, monopolizado por familias con críos (era domingo). Además, el barrio fue el último refugio de los judíos, como muestra el Jüdischer Friedhof o Cementerio Judío (estaba cerrado cuando pasamos) o la Rykestraße Synagoga, la única sinagoga que sobrevivió al horror nazi y actualmente la más grande del país (aunque no se diría por su pequeña fachada...).
Prenzlauer Berg, Rykestraße
Rykestraße, con una antigua torre de agua al fondo
Kollwitzplatz
Después de dar una vuelta por el barrio fuimos a la Kulturbrauerei, una antigua cervecería del siglo XIX convertida hoy en día en centro cultural. Era enorme, y por fuera parecía una fortaleza inexpugnable. Su interior alberga cines, teatros, museos, bares... pero aún siendo domingo, todo se veía muy muerto. En una de las salas de exposiciones había una gratuita sobre la vida en la antigua RDA a la que entramos. Y la verdad es que fue muy interesante! Se exponían objetos cotidianos de la RDA, explicando como era la vida diaria de la gente. Una de las cosas que aprendimos fue que, pese al gran progreso industrial de la RDA, la población tenía una gran escasez de productos, ya que la mayoría de las cosas que producían aquí se exportaban para conseguir divisas (los soviéticos se inventaron una moneda cuando crearon la RDA, pero en un país arrasado por la guerra ésta no valía nada). El museo no era muy grande, pero todo se explicaba de forma muy amena y sobre todo focalizada en como vivía la gente corriente, la que era ajena a la política y solo quería salir adelante.
Kulturbrauerei
Kulturbrauerei, interior
Kulturbrauerei, exposición sobre la vida en la RDA
Al salir del museo ya era oscuro, así que decidimos meternos en la cafetería Im Un de Helmholtzplatz a calentarnos un poco (café con leche y chocolate, 5,60 €). Después, aunque era pronto, fuimos a buscar algún sitio especial por para cenar en nuestra última noche en Berlín. Escogimos Zum Schusterjungen, una típica taberna berlinesa que parecía tener mucho éxito (no había mesas y nos pusieron en una comunitaria). Pedimos trucha a la molinera y schnitzel con verduras, y para beber una cerveza y una clara. La trucha no era gran cosa, pero el schitzel era delicioso! Todo nos costó 23,50 €.
cenando en Zum Schusterjungen
Muy completo también el día de hoy! La East Side Gallery ya sería motivo para visitar Berlín, además en su aniversario, no?
ResponderEliminarPero el resto de cosas que nos enseñáis las aumentan!
Saludos!
Si, en noviembre se cumplen 25 años de la caída del muro, y habrá un montón de actividades por Berlín. Así que es una buena escusa para hacer una escapada para allá!
EliminarSaludos
Super completo! Muchas gracias por los detalles!
ResponderEliminarSi, la verdad es que el día nos salió redondo, es un recorrido muy recomendable!
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