CERDEÑA 5: Sinis & Su Nuraxi

Ese día el tiempo nos hizo una mala pasada y nos entorpeció la visita a la península de Sinis, donde pudimos ver a duras penas la iglesia de San Giovanni di Sinis, las ruinas de Tharros y la playa de Is Aruttas. Más tarde el tiempo mejoraría y nos permitiría visitar con tranquilidad el fantástico Nuraghe su Nuraxi, antes de llegar a Cagliari, la capital sarda, donde hicimos noche. A las 8:30 de la mañana fuimos a desayunar al gran comedor del Agriturismo Il Sinis. La comida no era nada del otro mundo, aunque era abundante: galletas, trozos de pastel, tostadas envasadas, mantequilla, mermelada, ricotta, salami...
1 de abril de 2013
Ese día el tiempo nos hizo una mala pasada y nos entorpeció la visita a la península de Sinis, donde pudimos ver a duras penas la iglesia de San Giovanni di Sinis, las ruinas de Tharros y la playa de Is Aruttas. Más tarde el tiempo mejoraría y nos permitiría visitar con tranquilidad el fantástico Nuraghe su Nuraxi, antes de llegar a Cagliari, la capital sarda, donde hicimos noche.

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A las 8:30 de la mañana fuimos a desayunar al gran comedor del Agriturismo Il Sinis. La comida no era nada del otro mundo, aunque era abundante: galletas, trozos de pastel, tostadas envasadas, mantequilla, mermelada, ricotta, salami... Después de pagar nuestra estancia allí, nos pusimos en marcha enseguida. Ya se veía que el día no iba a acompañar, el cielo estaba encapotado y llovía de forma insistente. Aún así nos dirigimos a la primera parada del día, la iglesia de San Giovanni di Sinis, la segunda más antigua de la isla. Y verdaderamente parecía antigua! Se construyó en el siglo VI y los últimos añadidos se remontan al siglo X. Entramos al interior, que nos pareció tan tosco y auténtico como el exterior. Es raro encontrar una iglesia tan antigua tan bien conservada, vale la pena pararse para poder contemplar esta joya paleocristiana.
San Giovanni di Sinis
San Giovanni di Sinis
A poca distancia de esta iglesia se encuentran las ruinas de Tharros, ciudad portuaria fundada por los fenicios en el siglo VIII a.C. y después ampliada por los romanos. Conforme nos acercábamos al cabo donde se sitúa Tharros, la lluvia arreciaba y se levantaba una gran ventolera. Al salir del coche ya nos dimos cuenta que la visita no iba a ser fácil: el fuerte viento nos arrojaba continuamente rachas de lluvia haciendo inútil nuestro paraguas. Llegamos a duras penas a la taquilla de las ruinas, donde nos indicaron que acababa de comenzar una visita guiada en italiano a la que nos apresuramos a unirnos. Las explicaciones eran interesantes, pero como nos estábamos empapando de arriba a abajo decidimos hacer una visita rápida por nuestra cuenta. Es una lástima que el tiempo no acompañara, no pudimos ver como es debido los baños termales, templos, calzadas... parecían muy interesantes.
Tharros
Tharros
Cuando volvimos al coche estábamos calados hasta los huesos. Conducimos unas cuantos kilómetros hacia al norte hasta Is Aruttas, una de las mejores playas de Sinis. Al llegar, el tiempo no había cambiado demasiado respecto a lo que nos encontramos en Tharros, viento y lluvia a mansalva. Salimos del coche a dar un vistazo a la playa, pero estaba claro que no era el mejor día para ver una playa. Si en el trayecto en coche nos habíamos podido secar algo, en un par de minutos fuera volvíamos a estar tan o más empapados que antes.
playa de Is Aruttas
A continuación decidimos iniciar nuestra ruta hacia al sur, esperando que durante el trayecto mejorara el tiempo. Nos esperaba un largo viaje de unos 100 km, muchos por autovía, hasta el Nuraghe Su Nuraxi, sin duda el mejor yacimiento nurágico que visitamos en toda la isla. De hecho, es el único lugar de Cerdeña que está inscrito en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Y también debe ser uno de los monumentos más visitados de Cerdeña, ya que habían unos grandes aparcamientos casi llenos de coches, pese al mal día que hacía. Menos mal que el viento y la lluvia se habían calmado y solo chispeaba un poco. La entrada es un poco cara (10 €), pero os podemos garantizar que vale mucho la pena. Las visitas son guiadas y se realizan cada media hora, así que nos tuvimos que esperar un rato, hasta las 2 y media. Nuestro grupo era pequeño, unas 12 personas, y la guía hacía las explicaciones en italiano y también en inglés para unos alemanes. Las explicaciones en italiano las entendíamos bastante bien, tras unos días en Cerdeña nuestro italiano había mejorado mucho. La visita nos gustó mucho, todo lo que contaba la guía era interesantísimo, estuvimos en total una hora y media y no se nos hizo nada pesado. Empezamos la visita por las viviendas de piedra que rodeaban el nuraghe de las que, como en otros yacimientos similares, solo se conservaban las partes basales que eran de piedra, el tejado y las paredes eran de madera y no han llegado hasta nuestros días. Entre ellas había una más pequeña en la que se conservaba una vasija de obra; se trataba de un templo donde se hacían rituales relacionados con el agua. También había la sala de reuniones que habíamos visto en otros nuraghi.
Nuraghe Su Nuraxi
Nuraghe Su Nuraxi, pequeño templo
Al acercamos al nuraghe encontramos un primer nivel de murallas con pequeñas torres defensivas. Como en el caso del Nuraghe Losa, todo estaba hecho de grandes bloques de basalto, que los antiguos habitantes tuvieron que traer de tierras alejadas. Antes de entrar al nuraghe, ascendimos por una escalera por su parte exterior y tuvimos una panorámica increíble de todo el yacimiento.
Nuraghe Su Nuraxi, torre defensiva
Nuraghe Su Nuraxi, detalle de los bloques de basalto
Nuraghe Su Nuraxi, vista del yacimiento
Nuraghe Su Nuraxi, vista del yacimiento
Los pasillos que llevan al interior del nuraghe son estrechos y oscuros, habían un par de pasos que tenían una cierta dificultad, de forma que unas personas mayores decidieron no arriesgarse y no continuaron. Al final llegamos a una especie de patio abierto que comunicaba con la torre principal y con cuatro torres defensivas que la rodeaban. Primero entramos en estas últimas, que eran muy oscuras y tenían una especie de ventanas tapadas. Y es que originalmente estaban abiertas al exterior, pero siglos después, el nuraghe se reforzó con una muralla más robusta que tapó todas las entradas con el exterior, incluso puertas y ventanas. En una de las torres había una especie de sala secreta para almacenar las armas y en la torre norte, la más fresca, un pozo que servía como despensa. La torre central era similar a las defensivas, tenía un acceso a un primer piso pero nos explicaron que era peligroso subir.
Nuraghe Su Nuraxi, patio del nuraghe
Nuraghe Su Nuraxi, acceso a la torre principal y a una lateral
El Nuraghe Su Nuraxi nos pareció el más grande y mejor conservado de todos los nuraghi que habíamos visto. La visita nos encantó y las explicaciones eran muy amenas, salimos muy contentos del yacimiento. La entrada también daba derecho a visitar la Casa Zapata y el Centro Giovanni Lilliu pero al final no fuimos a ninguno de los dos. La primera es una mansión construida encima de unos yacimientos nurágicos que se pueden visitar. El Centro es donde se encuentran todos los objetos hallados en el nuraghe.
Salimos muy hambrientos de la visita y fuimos al concurrido restaurante que había justo al lado de las ruinas, Il Cavallino della Giara. Como era lunes santo (Pasquetta), no se podía pedir de carta y solo había un menú especial de 30 €. No nos apetecía comer tanto, así que al final nos permitieron pedir un solo menú para los dos. Nos partimos un primero, fregola con carne, una pasta granulada sarda parecida al couscous, y un segundo, maialetto arrosto, cochinillo asado muy tierno. Estaba todo muy bueno!
Comiendo en Il Cavallino della Giara, Barumini
Aunque tan solo eran las 5 de la tarde, decidimos ir tirando hacia nuestro alojamiento de Cagliari. Al llegar a la entrada de la capital sarda perdimos los carteles que indicaban hacia el centro y acabamos medio perdidos. Por suerte, nos acabamos situando y encontramos por fin nuestro alojamiento para esa noche, el B&B La Goccia. Habíamos quedado con la propietaria, Valeria, a las 8 h pero todavía faltaba una hora, así que decidimos dar una vuelta por el barrio. Allí había un par de iglesias interesantes. Por una parte, la Basilica di San Saturnino, la iglesia más antigua de todo Cerdeña. Se construyó en el siglo V, pero sufrió graves daños durante la segunda guerra mundial y fue reconstruida, por eso nos pareció más moderna de lo que esperábamos. Nos gustó mucho más la de San Giovanni di Sinis. Cerca estaba la Chiesa di San Lucifero, construida en el siglo XVII, que no tenía mucho interés.
Basilica di San Saturnino
Después de ver las iglesias nos fuimos a matar el tiempo en uno de los pocos cafés que encontramos abiertos. A la hora convenida fuimos al alojamiento y conocimos a Valeria, una chica muy simpática y servicial, con muchas ganas de hablar. Nos indicó una calle para que pudiéramos aparcar gratis el coche (al principio lo habíamos dejado en una zona azul). Nuestra habitación era sencilla pero espaciosa, con acceso a un lavadero y al lavabo. Y además, como veríamos después, el B&B está muy cerca del centro, a menos de 10 minutos caminando. Así que por 56 € es un alojamiento que recomendamos al 100%.
nuestra habitación en el B&B La Goccia
Cuando le preguntamos a Valeria por un restaurante, nos recomendó ir al barrio de Marina, allí encontraríamos muchos. Y realmente los había, el problema era que al ser festivo, o estaban cerrados o tenían un menú muy limitado. Al final escogimos la Taverna su Milese, que ofrece cocina sarda a buen precio. Habían diferentes tipos de menús que dependían del número de platos incluidos. Nosotros cogimos dos de 15 € que incluían antipasto, un segundo y bebida. Consistía en antipasti de terra y de mari, tagliatelle con magro de cerdo, y spaghetti con crustáceos. Éste último estaba muy bueno, pero los tagliatelle no eran nada del otro mundo. Aún así cenamos bien.
cenando en la Taverna su Milese

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