JAPÓN 16: Kyoto III

2 de agosto de 2012 En nuestro último día en Kyoto exploraríamos uno de sus barrios más alejados, Arashiyama, con su famoso bosque de bambú. A la tarde cogeríamos el tren hacia Tokyo, donde dormiríamos a la espera de coger el vuelo de regreso a casa el día siguiente. Por la mañana nos lo tomamos con tranquilidad, nos levantamos tarde y fuimos a desayunar a un café Veloce, para cambiar de tanto desayuno de supermercado. Después fuimos a la estación y compramos un City Bus All-day Pass. Para llegar a Arashiyama cogimos el bus 28 y pagamos un pequeño suplemento, ya que el bono solo cubre las zonas más cercanas al centro de Kyoto.
2 de agosto de 2012
En nuestro último día en Kyoto exploraríamos uno de sus barrios más alejados, Arashiyama, con su famoso bosque de bambú. A la tarde cogeríamos el tren hacia Tokyo, donde dormiríamos a la espera de coger el vuelo de regreso a casa el día siguiente.

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Por la mañana nos lo tomamos con tranquilidad, nos levantamos tarde y fuimos a desayunar a un café Veloce, para cambiar de tanto desayuno de supermercado. Después fuimos a la estación y compramos un City Bus All-day Pass. Para llegar a Arashiyama cogimos el bus 28 y pagamos un pequeño suplemento, ya que el bono solo cubre las zonas más cercanas al centro de Kyoto.
Arashiyama es una zona alejada de Kyoto ideal para disfrutar de la naturaleza y sus paisajes, aunque también cuenta con interesantes templos. Uno de los más hermosos es el Tenruy-ji, construido en el siglo XIII como casa de campo y que después se transformó en templo budista. En su entrada vimos dos de las características del templo, bellos edificios de madera y un pequeño jardín zen.
Tenryu-ji
Aunque las salas del Tenryu-ji no eran lo más importante del templo, tenían cierto interés. Lo mejor era su jardín zen exterior, que se podía contemplar desde la terraza del templo. Está compuesto por un hermoso estanque rodeado de arces y pinos por un lado y de arenas y rocas en el otro. Su diseño era perfecto, invitaba a sentarte un buen rato para saborearlo con tranquilidad.
Tenryu-ji, interior 
jadín del Tenryu-ji
El jardín también se podía visitar a pie, para lo que tuvimos que pagar una entrada a parte del templo. Caminamos por una corta red de senderos que discurría entre árboles y fuentes, aunque lo más bonito de todo era la parte del estanque que ya habíamos visto desde el templo.
jardín del Tenryu-ji 
jardín del Tenryu-ji 
Salimos del jardín del Tenryu-ji por su puerta norte, que queda justo al lado de uno de los lugares más conocidos de Arashiyama, el bosque de bambú de Sagano. Es un bosque atravesado por un agradable paseo en el que se toman algunas instantáneas muy conocidas de Japón. A lado y lado del camino se extiende una maraña de bambús hasta donde alcanza la vista. Es un sitio mágico, lástima que el sendero sea cortísimo, apenas 200 m.
bosque de bambu de Sagano
bosque de bambu de Sagano
bosque de bambu de Sagano
En enseguida llegamos al final del camino y salimos del bosque de bambú, pero después de atravesar una zona residencial, nos internamos por otro. Este no era tan bonito como el anterior y estaba mucho más frecuentado. En medio del bosque de bambú estaba el pequeño santuario Nonomiya, donde aprovechamos para comprar un amuleto para que protegiera a nuestro ahijado Guim. Volvimos a la calle principal para coger el bus de vuelta a Kyoto. Mientras lo esperábamos compramos un helado a un super-precio de 180 yens.
Cogimos el bus 11 hacia el centro donde estuvimos paseando por la zona de las tiendas. Para comer entramos en un restaurante especializado en gyoza, una especie de empanadilla típica japonesa. Pedimos varias unidades de gyoza, unas a la plancha y otras fritas, acompañadas de una especie de buñuelos de patata. Estaban buenísimas! Aunque en aquel local los comensales usaban las gyoza como acompañamiento del típico bol de soba.
comiendo unas gyoza
Cogimos nuevamente un bus hasta la estación de Kyoto, donde aprovechamos para reservar el shinkansen Hikari hacia Tokyo que cogeríamos un poco más tarde. Fuimos a recoger el equipaje al hotel, donde estuvimos en los ordenadores públicos mirando internet mientras se hacia la hora de coger el tren. En dos horas y media llegamos a la estación de Tokyo Ueno. Antes de ir hacia el hotel, decidimos cenar en un puesto de Kitasoba cerca de la salida de la misma estación. Era uno de esos que elegías en una máquina en el exterior tu plato y se imprimía un ticket que dabas a los cocineros que te servían enseguida el plato. Es una forma buena y barata de llenar el estómago, aunque se supone que el peazo bol de fideos te lo tienes que comer en pocos minutos, a tenor de la velocidad de ingesta del resto de comensales...
Kitasoba en Ueno
Para aquella última noche en Japón habíamos elegido el mismo hotel que en nuestra primera estancia en Tokyo, el Oak Hotel. Después de la copiosa cena en el Kitasoba solo teníamos ganas de descansar en la habitación. Nuestro viaje a Japón estaba llegando a su fin!

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