LISBOA 1: Baixa

3 de agosto de 2010
Llegamos a Lisboa en coche provenientes de Extremadura, donde está el pueblo familiar (Mirabel, cerca de Plasencia). Como habíamos leído que era difícil aparcar en el centro, habíamos escogido un hotel que tenía, según su web, servicio de parking (pagando 15 € al día). Pero resultó ser poco exacto, ya que realmente solo tenía 4 plazas en un parking cercano que se tenían que reservar con antelación. Así que fuimos a ese parking (debajo de la Praça dos Restauradores), que tampoco resulto ser tan caro (al menos comparado con la rebaja que nos hacia el hotel), fueron 19,85 € cada día.

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Lo bueno del hotel, el Residencial Florescente, era su magnifica localización, en la Rua das Portas de Santo Antão, al lado de la Praça dos Restauradores. Las habitaciones que nos dieron no estaban mal, la nuestra hasta tenía ducha con hidromasaje. Y el desayuno era un buffet poco variado pero abundante, salíamos cada mañana reventados de comer.
nuestra habitación en el Residencial Florescente
fachada del Residencial Florescente
Ese día llegamos al mediodía, así que fuimos a buscar algún banco con sombra para comer los bocadillos que traíamos. Encontramos un buen sitio en la Avenida da Libertade, una arteria principal de la ciudad con numerosos árboles y jardines. Subiendo un poco vimos la Fonte de Neptuno.
Avenida da Libertade
Como solo teníamos medio día, lo dedicamos al barrio de la Baixa, el centro neurálgico de la ciudad. Comenzamos el paseo por la rua das Portas de Santo Antão, la calle donde se encontraba nuestro hotel. Se trata de una calle muy turística con numerosos restaurantes con terraza.
rua das Portas de Santo Antão
Cruzamos por una calle transversal para llegarnos hasta la Praça dos Restauradores, una amplia plaza que homenajea los restauradores de la independencia de Portugal. En el centro, un obelisco conmemora este hecho. A un lado de la plaza vimos el teatro Eden, con sus palmeras en la fachada y al lado, el Palacio Foz, actual oficina de turismo portuguesa.
Praça dos Restauradores, con el teatro Eden a la izquierda y el palacio Foz a la derecha
Seguimos el paseo hasta la Estação do Rossio, estación de tren con su entrada en forma de herradura, para llegar a la Praça Dom Pedro IV. Esta plaza, antiguamente llamada do Rossio, toma el nombre de la estatua que tiene en su centro, Pedro IV, el primer emperador de Brasil. Al norte de la plaza hay el Teatro Nacional Dona María II.
Estação do Rossio
Praça Dom Pedro IV, con el Teatro Nacional Dona María II al fondo
A continuación fuimos por la Rua da Betesega para llegar hasta la Praça da Figueira, donde vimos nuestro primer tranvía 28, el más famoso de la ciudad. Realmente sorprende este tranvía que parece sacado de otra época! Lo cogeríamos el día siguiente para ir a la Alfama.
Praça da Figueira
Tranvía 28 en la Praça da Figueira
Bajamos por el barrio de la Baixa a través de la Rua Augusta, una calle peatonal llena de terrazas, tiendas, turistas, compradores y paseantes. Cerca está el Elevador de Santa Justa, y aunque había un poco de cola, decidimos subir. Se paga directamente en el ascensor, que te deja a un piso intermedio. Con la misma entrada se puede subir por unas escaleras de caracol hasta el piso superior. Hay vistas de 360º, y se puede ver desde la Praça Dom Pedro IV hasta los edificios emblemáticos de la catedral de Sé y el Castelo de São Jorge. También hay una buena visión de la Igreja do Carmo, en ruinas debido al terremoto de 1755.
Elevador de Santa Justa
Foto de todo el "equipo" en el Elevador de Santa Justa
vista sur del Elevador de Santa Justa
vista norte del Elevador de Santa Justa
vista oeste del Elevador de Santa Justa
Al bajar del elevador, seguimos por la Rua Augusta hasta el final, donde hay un arco de triunfo que da a la Praça do Comércio. Se trata de una explanada enorme, formada a raíz de la destrucción de un palacio situado aquí durante el terremoto del 1755. En su centro hay una estatua ecuestre del rey José I y está rodeada por edificios de color azafrán que albergan distintos ministerios.
Rua Augusta
Praça do Comércio
Cerca del Tajo llegamos hasta el Cais das Colunas o muelle de las columnas, desde donde había buenas vistas del río y se podía ver el Cristo Rei, una copia de menor tamaño del que hay en Río de Janeiro.
Estábamos tan cansados y sudorosos debido al calor que decidimos ir a tomar algo. Nos costó encontrar una terraza que no fuera de turistas ni restaurante para comer. Finalmente fuimos a un pequeño bar en la Rua dos Correeiros.
Como aún era temprano y ya habíamos paseado mucho por el barrio de la Baixa decidimos cambiar de ambiente e ir hasta el Parque de Eduardo VII. En la Praça Dom Pedro IV cogimos un autobús bastante suicida (iba rapidísimo con nosotros dentro dando saltos!) hasta la Praça Marquês de Pombal. Se trata de una rotonda más que de una plaza, donde el tráfico de coches es muy intenso. En el centro hay una estatua de este marqués.
Praça Marquês de Pombal
Cruzamos esta plaza para entrar en el Parque de Eduardo VII, el mayor parque de la ciudad, con mucho césped pero pocos árboles para hacer sombra. En lo alto del parque se encuentra el monumento 25 de Abril, desde donde hay una buena perspectiva de la Baixa y el Tajo.
Parque de Eduardo VII, con Baixa y el Tajo al fondo
Más al norte fuimos al Jardim Amalia Rodrigues, un pequeño jardín dedicado a esta famosa cantante de fado. En la entrada hay una curiosa estatua, la Maternidad, realizada por el escultor colombiano Botero.
Jardim Amalia Rodrigues
Al lado oeste del Parque de Eduardo VII, hay un par de jardines botánicos que según la guía eran interesantes: la Estufa Fría, un invernadero con estanques y peces y la Estufa Quente un invernadero con plantas tropicales. Lástima que estuvieran en obras y no pudimos entrar. En este lado del parque, hay un lago con peces, patos y cisnes bastante bonito.
Parque de Eduardo VII
Volvimos hasta la Praça Marquês de Pombal y como ya no hacía tanto calor decidimos volver al hotel andando por la Avenida da Libertade. De camino vimos el Monumento aos Mortos da Grande Guerra o Monumento a los caídos en la 1ª guerra mundial.
Avenida da Libertade
Después de tomar una ducha en el hotel, buscamos sitio para cenar en la Rua das Portas de Santo Antão. Como hay mucha oferta de restaurantes, los camareros van al acecho del turista. Un camarero nos convenció con su menú de tres platos a 11 €. Se trataba del Restaurante O Regedor, donde parecía que lo típico era comer espetadas, carne colgada de un pincho. Pedimos tres espetadas y un bacalao.
cenando en el Restaurante O Regedor

2 comentarios:

  1. Muy interesante vuestro blog! Enhorabuena! Lisboa es preciosa, sin duda, pero tendréis que conocer también Oporto, un encanto, bastante romántico, cultural y típico!

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  2. Hola,

    Gracias, nos encanta que te haya gustado. No hay duda que Lisboa es una de las ciudades imprescindibles a visitar a nivel de Europa. Y, pese a ver visitado Lisboa, no damos Portugal por visto, es un pais que tiene mucho que ofrecer.

    Saludos

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