CHINA 8: Xi’an I, barrio musulmán

14 de septiembre de 2015 Aquella mañana tomamos un tren rápido de Pingyao a Xi’an, donde estaríamos durante un par de noches. Lo que nos quedó de día lo empleamos en recorrer su fascinante barrio musulmán y subir a sus bien conservadas murallas medievales. No había amanecido en Pingyao cuando nos levantamos para coger el tren hasta Xi’an. Cuando preparamos el viaje meses atrás nos encontramos con que los billetes de tren entre estas dos ciudades se agotaron enseguida. Para poder llegar a Xi’an no nos quedó mas remedio que coger un tren que salía de Taiyuan a las 7 de la mañana y que paraba media hora después en Jiexiu
14 de septiembre de 2015
Aquella mañana tomamos un tren rápido de Pingyao a Xi’an, donde estaríamos durante un par de noches. Lo que nos quedó de día lo empleamos en recorrer su fascinante barrio musulmán y subir a sus bien conservadas murallas medievales.
No había amanecido en Pingyao cuando nos levantamos para coger el tren hasta Xi’an. Cuando preparamos el viaje meses atrás nos encontramos con que los billetes de tren entre estas dos ciudades se agotaron enseguida. Para poder llegar a Xi’an no nos quedó mas remedio que coger un tren que salía de Taiyuan a las 7 de la mañana y que paraba media hora después en Jiexiu, una ciudad relativamente cerca de Pingyao. El día anterior les habíamos pedido a los del hostel si nos podían procurar un transporte a esas horas, cosa a la que accedieron por 150 yuans (unos 20 €); en aquel momento nos pareció caro pero después de varios días en China no nos lo pareció tanto, teniendo en cuenta la distancia, el servicio privado y la hora intempestiva. A las 6 de la mañana salimos de Pingyao en el coche particular de los del hostel, en principio teníamos tiempo de sobra. Pero enseguida vimos que nuestros anfitriones no sabían donde estaba la estación de Jiexiu y aunque iban con un GPS, se perdieron varias veces y tuvieron que hacer un par de cambios de dirección. Cuando empezábamos a preocuparnos seriamente llegamos a la dichosa estación, habíamos tardado 40 minutos y teníamos tiempo de sobra.
Después de esperar un rato, cogimos el tren rápido hacia Xi’an. Era la primera vez que montábamos en uno de estos en China y nos parecieron muy espaciosos y cómodos. Fueron unas 3 horas de trayecto que nos pasamos casi todo el tiempo durmiendo. Los trenes rápidos llegan a la estación de Xi’an Bei, de la que parte una de las dos líneas del nuevo metro de Xi’an (billete sencillo, 3 yuans). Nos apeamos del metro en la estación de Beidajie, donde confluyen las dos líneas de la ciudad. Nuestro hotel para los siguientes días estaba muy cerca, fue el Toyoo Hotel. Comparado con nuestros estándares, nuestra habitación nos pareció lujosa: muy nueva, amplia, con un gran baño y con todo tipo de cosas gratis (desde jabón hasta aguas minerales). Además incluía un desayuno buffet bastante bueno, aunque estaba dirigido al público chino, ya que abundaban los fideos y los arroces y había poco dulce. La ubicación es inmejorable, al lado de las dos líneas de metro y a 10 minutos caminando del barrio musulmán. El precio nos pareció un chollo, 200 yuans la noche (unos 27 €), teniendo en cuenta que Xi’an es una ciudad cara para alojarse. Sin duda, uno de los mejores alojamientos de todo nuestro viaje.
Nuestra habitación
Después de descansar un poco nos lanzamos a explorar Xi’an. Esta es una ciudad con mucha historia, capital del imperio chino durante varias veces. Aunque hay pocos restos de su legado histórico, y hoy en día Xi’an es una mega-urbe llena de anodinos edificios de cemento. Era la primera vez desde que llegamos a China que estábamos en una ciudad de este tipo, ya que Pekín nos había parecido muy agradable y para nada asfixiante. Nuestra intención era dedicar las siguientes horas a visitar el barrio musulmán, donde viven los hui, una etnia de chinos que abrazaron el islam por las influencias que llegaron por la cercana Ruta de la Seda. Fuimos caminando desde el hotel hacia al sur, sin saber bien donde empezaba aquel barrio. Empezamos a encontrar ambiente en Dapi Yuan, con los típicos mercados ambulantes con todo tipo de productos y mucha vida.
Barrio musulmán en Dapi Yuan
Después torcimos por Beiguanji Jie, llena de comercios en los que muchas veces no sabíamos que se vendía. La gente que había por allí nos parecieron pocos diferentes de los otros chinos; de vez en cuando se veía un hombre con el típico gorro blanco y a algunas mujeres con el velo islámico, pero muy pocas. Mas al sur la calle se fue haciendo mas autentica y popular, con muchas carnicerías que exhibían la carne al aire libre en condiciones poco sanitarias. Cuando viajas a depende a que países a veces te sorprende mucho estas cosas, pero la gente de allí parecía que lo encontraba normal e incluso compraban en aquellas carnicerías sin reparo.
Puesto callejero con comida en Beiguanji
En primer plano, carnicerías con sus productos a la intemperie
Una de las calles mas pintorescas es Xiyang Shi, con puestos donde se vende absolutamente de todo. Disfrutamos mucho fijándonos en todos los detalles, aquella era otra de las estampas que esperábamos del viaje a China. También había puestos con todo tipo de comida callejera, en uno compramos una especie de panes (uno blanco y otro negro), que resultaron estar rellenos de una pasta de judías dulce (4 yuans), y en otro una especie de patatas pasadas por el wok con unas especias que estaban absolutamente deliciosas (10 yuans). Asia siempre nos ha parecido sinónimo de comida buena y barata (¡aquella nos salió por 1 € cada uno!).
Puestos de venta ambulante en Xiyang Shi
Zona con bares y restaurantes
Puesto con brochetas de carne
Finalmente llegamos a una de las calles mas turísticas de aquel barrio, Beiyuanmen. Es una avenida ancha y peatonal, llena de tiendas, comercios, puestos ambulantes... Tenemos que reconocer que este estilo de calles nos encantan, poder ver el estilo de vida de la gente sencilla, es un caos fascinante. En aquella calle visitamos la Mansión Bangyan (entrada 15 yuans), una bonita residencia de la época Ming (siglo XVII), otorgada por el gobierno de la época a uno de los primeros clasificados en los exámenes imperiales, una especie de oposiciones para acceder a la administración pública que inventó Confucio. La mansión estaba bellamente decorada y era enorme, con un montón de patios interiores.
Mansión Bangyan
mansión Bangyan
Puesto de brochetas, y chicos con el típico gorro musulmán 
Beiyuanmen
Al final de esta calle dimos con la Torre del Tambor (entrada 35 yuans), uno de los pocos monumentos históricos que ha sobrevivido en la moderna Xi’an. Al igual que la que vimos en Pekín, se encargaba de marcar el anochecer mediante tambores. Precisamente cuando subimos a ella nos encontramos que un grupo estaba haciendo una demostración de percusión. La visita a la torre no sería de lo mejor de aquella ciudad, y las vistas desde arriba tampoco matan.
Torre del Tambor
Demostración de percusión de tambores
Vista desde la Torre del Tambor, con la Torre de la Campana al fondo
Luego volvimos hacia el epicentro del barrio musulmán, la Gran Mezquita (entrada 25 yuans, 3 €). Llegar fue difícil, para entrar te tenías que meter por los callejones de un mercado de souvenirs. En un principio, la Gran Mezquita nos pareció un templo chino mas, con jardines, pagodas y una estética poco diferente a lo que habíamos visto hasta entonces. Pero aquí y allá vimos inscripciones en árabe a menudo mezcladas con caracteres chinos. Donde se hizo mas evidente fue en la sala de oraciones, con todo tipo de referencias al mundo islámico. Nos pareció que la mezquita estaba totalmente integrada en el mundo chino y por eso nos sorprendió, ya que nos esperábamos minaretes y cúpulas.
Gran Mezquita de Xi'an
Gran Mezquita
Sala de oraciones de la Gran Mezquita
Salimos del barrio musulmán y caminamos un rato hacia al sur hasta sus Murallas (entrada 54 yuans), el principal reducto histórico de la ciudad. Subimos a ella por la Puerta Sur, que tenía un importante baluarte defensivo. Las murallas estaban impecablemente restauradas, y arriba eran tan anchas que circulaban incluso coches eléctricos. Había la posibilidad de alquilar una bici para recorrer los 14 km de muralla, pero a esas alturas a nosotros ya nos quedaba poca gasolina. Así que nos contentamos con recorrer un tramo de la muralla hacia el este y bajamos en la primera puerta que encontramos. No andamos mas ya que nos pareció que las vistas no eran muy buenas.
Encima de las murallas, donde se ve lo anchas que son
Murallas de Xi'an
Aunque no era muy tarde decidimos que cenaríamos pronto para regresar temprano a descansar al hotel. Cogimos un tuk-tuk que por 15 yuans nos llevó de vuelta al barrio musulmán. A aquellas horas Beiyuanmen era un hervidero de actividad: había centenares de persona paseando y los puestos callejeros de comida bullían de actividad, asando todo tipo de brochetas en humeantes parrillas. Con tal oferta gastronómica a nuestro alcance decidimos que compraríamos varias cosas para comerlas con tranquilidad en el hotel. En un pequeño puesto compramos un mini-kebab por 5 yuans que tenía unos ingredientes desconocidos (después descubrimos que todos eran vegetales). Dimos con un puesto que tenía una larga cola en el que hacían unos kebabs de carne con pita; con tanta gente debían estar muy buenos, así hicimos cola y compramos un par por 15 yuans cada uno. En nuestro camino hacia el hotel fuimos cumplimentando nuestra cena, comprando una sepia a la plancha en un puesto (5 yuans), una gran tajada de melón en otro (3 yuans) y unas chips y unas bebidas en un colmado cerca del hotel (18 yuans). Lo subimos todo a la habitación y cenamos como unos reyes por solo 8 € en total. El kebab de pita estaba muy bueno, aunque solo era carne, echamos en falta algo de verde.
Chicos ensartando trozos de carne para preparar brochetas
Puesto de kebabs
Puesto de sepias fritas
El ambiente de Beiyuamen por la noche

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