ARGENTINA 16: llegada a Puerto Natales (Chile)

12 de enero de 2015 Aquel día abandonamos El Calafate para ir a Puerto Natales en Chile, la base del Parque Nacional de las Torres del Paine, donde íbamos a pasar los dos días siguientes. Llegamos allí a primera hora de la tarde, y aprovechamos el resto del tiempo para hacer preparativos para los días siguientes y dar una vuelta por la ciudad. Como hemos explicado en el resumen, aquella jornada dejaríamos por un tiempo Argentina y exploraríamos algo de la Patagonia chilena durante tres días. Y es que El Calafate queda a pocas horas en bus del Parque Nacional de las Torres del Paine, un paraje en suelo chileno con increíbles paisajes que queríamos ver sí o sí. Para llegar al parque, lo mejor es coger un bus de El Calafate a Puerto Natales, la ciudad chilena mas cercana. Nosotros ya habíamos comprado los billetes días atrás (700 pesos, unos 60 €) con la empresa Cootra
12 de enero de 2015
Aquel día abandonamos El Calafate para ir a Puerto Natales en Chile, la base del Parque Nacional de las Torres del Paine, donde íbamos a pasar los dos días siguientes. Llegamos allí a primera hora de la tarde, y aprovechamos el resto del tiempo para hacer preparativos para los días siguientes y dar una vuelta por la ciudad.
Como hemos explicado en el resumen, aquella jornada dejaríamos por un tiempo Argentina y exploraríamos algo de la Patagonia chilena durante tres días. Y es que El Calafate queda a pocas horas en bus del Parque Nacional de las Torres del Paine, un paraje en suelo chileno con increíbles paisajes que queríamos ver sí o sí. Para llegar al parque, lo mejor es coger un bus de El Calafate a Puerto Natales, la ciudad chilena mas cercana. Nosotros ya habíamos comprado los billetes días atrás (700 pesos, unos 60 €) con la empresa Cootra.
El bus de Cootra
Así que aquella mañana nos dirigimos a la animada estación de autobuses de El Calafate, nuestro bus salía a las 8:30 h. El trayecto en teoría dura unas 5 horas, aunque habíamos leído que siempre duraba mas por los trámites de la frontera. El viaje fue un poco aburrido, avanzando casi todo el rato por la interminable estepa patagónica. Solo hicimos una parada en Río Turbio, una ciudad fea dedicada a la minería del carbón. Enseguida llegamos al Paso Dorotea, la frontera entre Argentina y Chile. Primero tuvimos que pasar los trámites de la aduana argentina, donde solo había que rellenar un formulario, pero nos estuvimos bastante tiempo por la larga cola que había para hacer el trámite. Un par de kilómetros mas adelante volvimos a parar, esta vez en la frontera chilena, donde los trámites eran mas complicados. Para empezar, teníamos que salir del bus con todas nuestras pertenencias, para pasarlas por un escáner y por un perro adiestrado. ¿Debían buscar droga, dinero negro, contrabando? No, ¡productos vegetales frescos! Y es que la legislación chilena es muy estricta en la importación de fruta y verdura fresca, con el fin de mantener su seguridad alimentaria. Suerte que ya lo sabíamos y los días anteriores nos habíamos comido la fruta que habíamos ido comprando. Además, en la frontera chilena había que pasar unos trámites de inmigración mas complicados. Y el bus no se podía ir hasta que todos los pasajeros hubieran pasado por ellos. En ese momento caímos en la cuenta que nunca habíamos cruzado por tierra la frontera entre dos países. En Europa las hemos atravesado entre países del espacio Schengen, con lo que los trámites son nulos. Y las otras fronteras las hemos atravesado en avión.
Edificio de la aduana argentina
Finalmente llegamos a Puerto Natales sobre las 15 h, una hora y media mas tarde del horario previsto. No éramos conscientes que la estación de autobuses (allí llamada “rodoviario”) estaba un poco separada del centro de la ciudad, pero nos acercamos caminando. La primera impresión que tuvimos de Puerto Natales fue que nos encontrábamos en un pueblo del oeste: todo eran casas bajas, a menudo de madera, en las que se notaba mucho el paso del tiempo. Y por sus calles no andaba ni un alma. Conforme nos acercamos al centro, la cosa se fue animando y sus casas fueron ganando en mantenimiento.
Calle de Puerto Natales
Casas típicas de madera
Nuestro alojamiento en Puerto Natales era el Hostal Géminis, un establecimiento sencillo y sin lujos en pleno centro. La habitación estaba muy bien, limpia y bastante nueva, aunque el lavabo era compartido (que por cierto, tenía una ducha de hidromasaje). Lo único malo eran las paredes de papel, se oía absolutamente todo, pero en general sería un sitio recomendable. Nos costó 40 USD la noche con desayuno (un precio así es impensable en la Patagonia argentina).
Nuestra habitación
El resto de la tarde teníamos que hacer muchos preparativos para los días siguientes. Íbamos a estar dos días enteros en el Parque Nacional de las Torres del Paine, haciendo noche allí. Nuestro plan inicial era alquilar un coche con conductor el primer día, para asomarnos a la gran cantidad de miradores del parque y tener una visión de conjunto del mismo. Finalizaríamos el día en el sector de Las Torres, donde despediríamos al conductor y haríamos noche. Al día siguiente, haríamos la excursión del Mirador de las Torres y a la tarde cogeríamos un bus de regreso a Puerto Natales. Lo primero que teníamos que hacer era alquilar un taxista por un día, así que preguntamos en la recepción del hostal si conocían a alguno que hiciera ese tipo de servicio. Se quedaron muy sorprendidos, como si pidiéramos algo inaudito. Nos ofrecieron el típico tour de un día desde Puerto Natales para ir al parque, pero era una opción que habíamos descartado desde un principio por que nos lo habían desaconsejado (valía 25.000 pesos chilenos). Al final llamaron a un taxista que conocían para preguntar, y nos dijo que sería caro, 180.000 pesos chilenos (240 €). Ante nuestra cara de susto, nos aconsejaron que alquiláramos un coche, nos indicaron unas pocas empresas de rent-a-car que había cerca.
Primero fuimos a Punta Alta, una agencia de viajes que también alquilaba coches. Nos dijeron que tenían un coche disponible y que nos costaría 45.000 pesos por día (60 €). No era ningún chollo, pero era muchísimo mas barato que el coche con conductor. Además, alquilándolo los dos días quedaba solucionado el transporte del segundo día desde el parque a Puerto Natales. Aceptamos contentos, no pensábamos que nos fuera a resultar tan fácil encontrar coche con solo un día de antelación. Nos dijeron que a las 20 h podríamos ir recogerlo para podernos poner en marcha la mañana siguiente bien pronto.
De un solo golpe, habíamos solucionado todo el tema del transporte para aquellos dos días. Otra cosa que necesitábamos era obtener pesos chilenos para los gastos diarios. Como teníamos la mala experiencia de Argentina, nos acercamos a uno de los cajeros automáticos para probar suerte. Pero no hubo ningún problema, aceptaban todo tipo de tarjetas y no había ninguna limitación para sacar efectivo. Era media tarde y habíamos hecho los trámites mas importantes, no nos esperábamos que todo fuera tan rápido ni fácil. Así que fuimos a dar una vuelta por Puerto Natales. En si, la ciudad no tiene ningún punto de interés, pero sus tranquilas calles rodeadas de casas bajas nos parecieron ideales para pasear sin rumbo. El aire dejado de sus casitas cubiertas de metal oxidado tenía su encanto.
Iglesia de la plaza de Armas
Típicas casas de Puerto Natales
En una calle dimos con una tienda cutre que vendía empanadas, donde compramos una de carne (no eran como las argentinas, eran mucho mas grandes) y una especie de hojaldre relleno de salchicha (1.500 pesos, 2 €). No habíamos almorzado nada y nos sentó la mar de bien. Después nos acercamos al puerto, situado a orillas de un gran fiordo. Allí había los restos de un antiguo muelle, el Braun & Blanchard, de principios del siglo XX, testigo del auge económico que experimentó la ciudad en esa época. Pensábamos que desde allí quizás veríamos las montañas del Paine, pero estaba nublado.
Muelle Braun & Blanchard, mirando hacia las Torres del Paine
Luego nos acercamos al gran supermercado de la ciudad, el Unimarc, a comprar suministros para aquellos días. Al volver con las compras al hostal nos llevamos la sorpresa de que la empresa de rent-a-car había llamado preguntando por nosotros (suerte que les dimos el teléfono del hostal). Al llamarles nos dijeron que el coche que nos iban a dar había vuelto del anterior alquiler con el vidrio roto. ¡Que mala suerte! Nos ofrecían la posibilidad de entregarnos una camioneta la mañana del día siguiente, cosa que aceptamos, no teníamos otra opción. Aunque el tema del coche no se iba a acabar allí, ¡pero no adelantemos acontecimientos!
Después de dejar la compra, nos fuimos a cenar a Baguales, una cervecería que servía comidas. Nosotros nos decantamos por su especialidad, sus famosas hamburguesas. Eran enormes, venían acompañadas de patatas fritas y estaban deliciosas. No somos mucho de hamburguesas, pero reconocemos una buena cuando la comemos, gracias Iciar de Diarios de Viaje por la recomendación! La cena nos costó 16.600 pesos (22 €), empezábamos a notar que los precios de Chile eran mas bajos que los de Argentina.
La hamburguesa de Baguales
Al volver al hostal nos esperaba una nueva llamada del rent-a-car con otra mala noticia: la camioneta que nos iban a dar (para substituir el coche al que se le había roto el cristal) se le había estropeado la marcha atrás. ¡Aaaaargh! La buena noticia era que habían devuelto un coche un día antes de lo previsto y que nos lo podían entregar en aquel momento. ¡Menos mal, si no nos hubiéramos quedado sin transporte a aquellas horas! Fuimos a recogerlo, esperando que el coche no tuviera ninguna tara como los dos anteriores. Pero todo salió perfecto, ¡que bien que íbamos a dormir aquella noche!
Por fin, ¡ya teníamos coche!

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