PERÚ 1: llegada

12 de junio de 2013

Día casi totalmente dedicado al vuelo de Barcelona a Lima con escala en París. Al llegar a Lima solo tuvimos tiempo de instalarnos en el hostal e ir a cenar por el barrio.

Nuestro viaje empezó lleno de incertidumbres debido a una huelga de los controladores aéreos franceses, convocada del 11 al 13 de junio. Nos pillaba de lleno! Air France nos envió un mail informándonos de la incidencia, y de que nuestros vuelos podrían sufrir retrasos. Parece ser que las compañías aéreas, en previsión de la huelga, ya habían cancelado hacía una semana la mitad de sus vuelos. Así que los nuestros no tenían porque anularse, pero nunca se sabe... menudos son los franceses para las huelgas!

Esta vez tuvimos que madrugar para ir al aeropuerto, nuestro vuelo hacia París salía a las 6:50 h. Ese era el vuelo que mas temíamos que nos anularan, ya que hay muchos de esa compañía a lo largo del día entre las dos ciudades. Afortunadamente lo “único” que sucedió fue un retraso de casi una hora, durante la cual estuvimos dentro del avión esperando pacientemente. El vuelo estaba lleno de familias con críos que se dirigían a pasar unos días a Eurodisney. Llegamos al Charles de Gaulle de París casi sin tiempo para coger el enlace al vuelo a Lima. Este aeropuerto es tan gigantesco que para cambiar de terminal hay que coger un tren. Pero no nos hizo falta correr para llegar a la puerta de embarque, ya que vimos por unos monitores que el siguiente vuelo también saldría con retraso. Al final fueron 30 minutos de espera, que nuevamente pasamos dentro del avión. El vuelo no iba lleno, con lo que el trayecto se nos hizo más llevadero. Todos los asientos contaban con las típicas pantallas para ver películas y demás, que tanto ayudan a sobrellevar un vuelo largo. Aún así, las 12 horas dentro del avión se nos hicieron largas.

Finalmente llegamos a Lima a las 17:30 h, con una hora y media de retraso sobre el horario previsto. Cumplimos rápidamente con el trámite de Inmigración y cambiamos 50 € en soles para poder llegar a la ciudad. En los aeropuertos normalmente la tasa de cambio no es muy buena, y pensábamos cambiar el resto de los euros que llevábamos en el centro. Al salir por la puerta de las llegadas nos asaltaron varios taxistas de Taxi Green, la compañía oficial del aeropuerto. Nosotros queríamos ir a Lima en las combis “La S”, mucho más baratas que el taxi. Pero los taxistas nos dijeron que a aquella hora ya no circulaban (no sabemos si era verdad, pero en Perú generalmente la gente no te engaña). Así que decidimos coger un taxi. El trayecto hasta Miraflores, el barrio donde teníamos nuestra base, cuesta 45 soles. Una responsable de Taxi Green nos dio la posibilidad de compartir el taxi para que fuera mas barato. Pero enseguida surgió un taxista que dijo que eso no se podía hacer, así que nos llevó a su coche (allí lo llaman “movilidad”).

Tardamos cerca de una hora de llegar a nuestro alojamiento en Miraflores, el House Project. Lo elegimos por su buena ubicación, su buen precio (habitación doble a 44 USD por noche) y por las buenas opiniones que leímos. Pero el hostal no colmó nuestras expectativas, la verdad es que no lo recomendaríamos. La habitación era cutre y el baño estaba en un estado lamentable. Hasta ahí no hubiéramos tenido ningún problema. Lo peor vino a la noche, cuando nos fuimos a dormir. La habitación tiene unas ventanas de risa, por la que oímos todos los ruidos de la calle, que fueron unos cuantos. Por no hablar del aire gélido que se colaba entre los cristales. En fin, no todo fue malo. A parte de la buena ubicación, el desayuno era muy bueno y completo, con zumos naturales, huevos revueltos, leche de avena, tostadas, mermeladas...

Nuestra habitación en el House Project, Miraflores

Una vez instalados, salimos a cenar cerca del hostal. Muy cerca se encuentra una zona conocida popularmente como la calle de las Pizzas, un conjunto de calles peatonales llena de restaurantes y pubs. Al acercarnos empezaron a asaltarnos los “public relations” de los restaurantes animándonos a entrar en sus establecimientos. Todos eran muy similares, ofrecían tanto pizzas como cocina peruana. Al final nos decidimos por La Glorietta, en el que pedimos pollo a la brasa con papas y ceviche, regado con cerveza Cristal. Estaba todo muy bueno, nos costó 60 soles.

Cenando en La Glorietta

Al comienzo de la calle de las Pizzas cerca del Parque Kennedy vimos a unos hombres con un chaleco fluorescente con el símbolo del dólar. Eran cambistas callejeros autorizados, habíamos leído que son los que ofrecen un mejor cambio. Nos producía cierto temor eso de cambiar dinero en plena calle, a la vista de todo el mundo. Pero aquellos cambistas blandían sin pudor enormes fajos de billetes de soles y de dólares. Así que nos acercamos a uno de ellos, y preguntamos por la tasa de cambio de euros; nos ofreció 3,4 soles por euro, bastante más que en el aeropuerto. Así que cambiamos algo más de dinero sin ningún problema (también habíamos leído que a veces te cuelan billetes falsos). Aunque solo eran cerca de las 9 de la noche, nos fuimos a dormir. Al día siguiente empezaríamos a descubrir aquella gran ciudad!

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