BÉLGICA 4: Malinas (Mechelen) y Amberes (Antwerpen)

7 de abril de 2012
En ese día abandonaríamos Bruselas y empezaríamos nuestra ruta por Bélgica en tren. Las primeras paradas serían las ciudades flamencas de Mechelen (Malinas) y Antwerpen (Amberes), ambas con un rico patrimonio histórico y artístico.
Mechelen y Antwerpen se pueden visitar fácilmente en tren desde Bruselas. Hay trenes frecuentes y el trayecto dura media hora entre cada ciudad. Nosotros compramos el billete entre Bruxelles Gare Centrale y Antwerpen y nos costó 8 € solo ida. Tal y como pensábamos, el billete nos permitía bajar en Mechelen y luego volver a subir al tren para continuar nuestro camino. En un día es suficiente para ver las dos ciudades, pero hay que tener en cuenta una cosa: si se visita Antwerpen por la tarde, que es lo normal viniendo de Bruselas, puede que la catedral y muchos museos estén ya cerrados, así que conviene informarse de los horarios de los sitios que se quieren visitar.
Ver Bélgica 4: Mechelen y Antwerpen en un mapa más grande
En la estación de Mechelen Centraal había unas consignas donde dejamos las mochilas para visitar más tranquilamente la ciudad. El casco antiguo está relativamente lejos de la estación de tren, pero aún así decidimos dar un pequeño rodeo para ver el Brusselsepoort. Este gran bastión es el único vestigio que se conserva de la muralla medieval que rodeaba antiguamente la ciudad.
Brusselsepoort
Nos adentramos en el casco histórico por Hoogstraat, una tranquila calle franqueada por casas bajas relativamente nuevas. Nos desviamos para dar un vistazo a la Vrouwekerk, una iglesia gótica del siglo XV que se encontraba cerrada. También nos pareció bonito el Korenmarkt, una calle que se ensanchaba hasta formar una plaza que era antiguamente el mercado del maíz.
Korenmarkt
Antes de atravesar al canal del río Dijle, que limita el casco histórico, nos acercamos a ver las interesantes casas de madera de Haverwerf. Las pocas casas que se conservan son de los siglos XVI y XVIII, y eran propiedad de los comerciantes de avena, ya que en este lugar había un muelle donde se descargaba y comerciaba con esta mercancía. De las tres, la más auténtica era la de en medio, Den Duivel, con su fachada de madera.
Haverwerf
Después de cruzar el río continuamos por Ijzerenleen, otra calle bastante bonita. Aunque ese día había mercado y era un caos de coches, personas, puestos ambulantes... Al final de la calle estaba el Scheppenhuis, que era el lugar donde se reunían los regidores en el siglo XIV.
Ijzerenleen
Justo al lado entramos al Grote Markt, la plaza principal, y aquel día hacía honor a su nombre, ya que estaba colonizada por un concurrido mercado. Los edificios que rodeaban la plaza no eran tan bonitos como los de otras plazas flamencas que veríamos más adelante. Pero tenía dos edificios que bien valían la visita: primero nos acercamos a admirar la fachada del Stadhuis, el ayuntamiento del siglo XIV, todo un portento del arte gótico.
Grote Markt, con la catedral al fondo
Grote Markt
Stadhuis
Pero si por algo es famoso el Grote Markt y la propia Mechelen es sin duda por la torre de su catedral, St. Romboutskathedraal. La torre, de 97 m, tiene una curiosa forma truncada por que no se llegó a acabar, debía alcanzar los 167 m de altura. Alberga un antiguo carillón con 49 campanas, las más antiguas del siglo XV.
St. Romboutskathedraal
El interior de la catedral es amplio y luminoso. En las naves laterales había muchas obras de arte, aunque lo que nos sorprendió más fue el púlpito labrado en madera de la nave central.
St. Romboutskathedraal, interior
La entrada a la catedral es gratuita, pero para subir a la torre tuvimos que pagar 7 € por cabeza. Eran más de 500 escalones de subida, toda una prueba de resistencia para nuestras piernas que tras cuatro días ya llevaban lo suyo. Por el camino había varias salas de poco interés, excepto la del carillón y las campanas. Pensábamos que al llegar arriba tendríamos una gran recompensa en forma de gran vista sobre Mechelen... pero no fue así. El mirador está rodeado por unas almenas que impiden prácticamente ver nada de Mechelen. Sólo había vista sin obstáculos hacia el horizonte, donde pudimos ver que se insinuaba la silueta del Atomium de Bruselas. Fue una gran pérdida de tiempo el subir a la torre, no lo recomendamos en absoluto!
vista de la Grote Markt desde la torre de la catedral
Abandonamos el Grote Markt para acercarnos al Begijnhof de Mechelen, fundado en el siglo XIII. Estaba más o menos integrado en la ciudad, no separado como otros, y no nos pareció tan bonito como los Beginjhof de Gent o Leuven. Es prescindible si se tiene poco tiempo.
Begijnhof
Regresamos al Grote Markt para acercarnos a Keizerstraat, una calle con varios edificios históricos. Primero encontramos St. Pieter en Pauluskerk, una iglesia barroca del siglo XVII que se hallaba cerrada. Muy cerca estaba el Stadsschouwburg, un palacio desde el que Margarita de York gobernó los Países Bajos en el siglo XV. Pero el edificio que más merece la pena es el Gerechtshof, precisamente la residencia de la hija de Margarita de York. Los jardines que decoran el patio interior nos parecieron muy hermosos.
Gerechtshof
Gerechtshof
En algo más de tres horas dimos por acabada la visita de Mechelen. Realmente su casco antiguo es muy pequeño y se puede ver bastante rápido. Si no se sube a la torre de la catedral y no se va al Begijnhof, ambas cosas muy prescindibles, la visita se podría hacer en un par de horas de forma holgada.
De camino a la estación compramos el almuerzo en una panadería para comerlo durante el trayecto en tren hasta Antwerpen. En el tren también nos dio tiempo a planificar un poco la visita a la ciudad. Fue cuando nos dimos cuenta que, según la Lonely, la catedral de Amberes cerraba ese día (sábado) a las 15 h, media hora antes de nuestra llegada a la estación de trenes de Amberes. Nos desesperamos un poco, era una de las principales atracciones de la ciudad y no nos la queríamos perder. Y el día siguiente abría a las 10 h, cosa que tampoco nos iba bien, ya que queríamos ponernos en marcha temprano para irnos a Gante. Así que decidimos que haríamos una carrera para llegar lo antes posible a la catedral. Cogiendo el metro y sin pasar antes por el hotel (como era nuestra intención inicial), calculábamos que llegaríamos con 20 minutos para visitar la catedral.
Dicho y hecho: al llegar el tren a Antwerpen Centraal salimos corriendo en busca de la estación de metro, ya que el centro y la catedral quedaban muy alejados de allí. Cada minuto era vital. Por suerte, había muchas líneas de metro que fueran hacia el centro, así que no tardamos demasiado. Salimos en la estación de Groenplaats, cuya plaza atravesamos raudos en dirección a la catedral. Nuestros cálculos habían sido correctos y tendríamos 20 minutillos para visitarla antes del cierre. Pero al llegar a la puerta encontramos un cartel que avisaba que, al ser semana santa, habían ampliado el horario hasta las 17 h! La carrera, digna de Pekín Express, no había servido de nada. Aunque había que verle el lado positivo, si queríamos podíamos estar más de dos horas visitando la iglesia...
Ver Bélgica 4: Mechelen y Antwerpen en un mapa más grande
Ya que teníamos tiempo, nos acercamos a dejar las mochilas en nuestro alojamiento, el Hotel Postiljon, justo detrás de la catedral. Es un establecimiento sencillo y con lo básico, siendo su mejor baza su situación en pleno centro de Amberes. Lo peor fueron los ruidos por la noche de gente que iba y venía de las habitaciones (parecía que la mayor parte de la clientela eran jóvenes en busca de juerga).
nuestra habitación en el Hotel Postiljon
Ya estábamos listos para empezar la visita de la catedral, la Onze-Lieve Vrouwekathedraal. Su fachada gótica nos pareció impresionante y su torre principal es todo un símbolo de la ciudad. Nos fijamos que al lado de la gran torre había otra incipiente, que era una segunda torre que se había quedado sin terminar.
OL Vrouwkathedraal
Después de pagar los 5 euros de la entrada, pasamos a visitar su espléndido interior. Su nave central era inmensa, y estaba separada de las laterales por una serie de columnas, cada una con una obra de arte. Muchas eran pinturas de Rubens, que desarrolló casi toda su carrera artística en Antwerpen. También eran impresionantes los trabajos de ebanistería de la sillería del coro y de los confesionarios con forma de los apóstoles. Sin dudas, la catedral más hermosa de Bélgica!
OL Vrouwkathedraal, obra de Rubens
OL Vrouwkathedraal, interior
A lado y lado de la catedral hay dos plazas que merecen detenerse un momento. Al norte, está la pequeña Handschoenmarkt, rodeada por hermosas casas y un pozo que forman una verdadera estampa medieval. Al sur está situada la Groenplaats, mucho más grande y presidida por la estatua de Rubens. Desde el extremo de esa plaza hay una gran vista de la Vouwekathedraal y de la estatua.
Handschoenmakt
Groenplaats
A continuación dimos un paseo por el Oude Koornmarkt, una calle peatonal muy agradable llena de cafés y tiendas. En el número 16 (nos costó de encontrar!) había un portal que daba acceso al Vlaaikensgang, una estrecha calle medieval que era toda una delicia. Iba serpenteando entre casitas encaladas, decoradas con tiestos de flores. Cada rincón deparaba un lugar que respiraba una gran calma en el corazón de la segunda ciudad de Bélgica
Oude Koornmarkt
entrada del Vlaaikensgang
Vlaaikensgang
Vlaaikensgang
A poca distancia encontramos el gran Groote Markt, seguramente la segunda plaza mayor más hermosa de Bélgica (después de la Grand Place de Bruselas, claro). Estaba rodeada por bonitas casas medievales, algunas construidas en el siglo XVI. Desde la parte oriental de la plaza se tenía buena vista con la catedral como telón de fondo.
Groote Markt, con la catedral al fondo
panorámica del Grote Markt
Grote Markt
Aunque la estampa más famosa del Groote Markt es sin duda su famosa fuente y el Stadhuis. El ayuntamiento, engalanado de decenas de banderas, es un edificio renacentista construido en el siglo XVI. Delante está la gran fuente de Silvio Bravo, el legionario romano que, según la leyenda, mató al gigante que amenazaba la región y lanzó su mano al río (Antwerpen significa literalmente "mano arrojada").
Stadhuis
fuente de Silvio Bravo
Después alcanzamos la orilla del río Escalda, que recorrimos un poco por un largo paseo. Éste pasa por dentro de Het Steen, un castillo que protegía el puerto de Antwerpen, aunque sólo queda de él una pequeña parte bastante remodelada.
Het Steen
Con este recorrido de unas dos horas y media ya habíamos visto lo esencial del casco antiguo, excepto los museos (que a esas horas estaban cerrados). Como teníamos un par de horas hasta la cena fuimos a dar un paseo para ver algunos monumentos menos importantes y más alejados del centro. Empezamos por la Vleeshuis, la gran sede del gremio de los carniceros construida el siglo XIII, ahora transformada en museo de música.
Vleeshuis
Otro de los sitios con algo de interés es Hendrik Consciencieplein, una tranquila placita presidida por la iglesia de St. Carolus Borromeuskerk (del siglo XVII). De esta zona también tenemos que destacar St. Jakobskerk, una gran iglesia del siglo XV con una torre que quedó inacabada (recordaba a la catedral de Mechelen).
St. Jakobskerk
Un poco más al sur fuimos a parar a Meir, una larga calle peatonal llena de todas las tiendas de ropa habidas y por haber. El edificio más destacable de la calle es el Stadsfeestzaal, un antiguo pabellón de exposiciones transformado en centro comercial. Entramos a dar un vistazo el interior, y lo que nos sorprendió más fue el bar de la marca de champán Laurent-Perrier, que estaba instalado en una especie de copa gigante.
Meir
Stadsfeestzaal,bar de Laurent-Perrier 
Un poco más al sur de Meir están dos de los museos más importantes de la ciudad, la Rubenshuis y el Museum Plantin-Moretus. Como llegamos tarde y los dos cierran pronto, no nos dio tiempo de visitarlos. Así que decidimos visitar uno de ellos el día siguiente por la mañana, antes de marcharnos hacia Gent. Nos costó decidirnos entre los dos por que teníamos buenas referencias del Rubenshuis, pero al final optamos por el Plantin-Moretus, patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
Para descansar de tanta caminata decidimos ir a hacer una cerveza al café Deco, un sitio muy recomendable cerca del Grote Markt. Tomamos dos cervezas completamente diferentes, una Westermalle Trappist Triple y una Geuze Boon Lembeek.
nuestras cervezas en el café Deco
Para cenar decidimos no correr riesgos e ir a uno de los restaurantes más recomendados, Her Vermoeide Model. Cenamos unas costillas a la barbacoa y un waterzooi de pescado la mar de ricos!
cenando en Her Vermoeide Model

2 comentarios:

  1. Hola,bella. Tengo una pregunta.Dices en tu entrada qie dejasteis las mochilas en la estación de Melinas...mi pregunta es: hay espacio también para dejar una maleta de dimensiones medias? Gracias

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    1. Hola Virgina,

      Sí, en la estación de malinas hay taquillas suficientemente grandes para dejar una maleta.

      Que tengas un gran viaje!

      Saludos

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