30 y 31 de marzo de 2016
Nuestro segundo y penúltimo día en Atenas lo íbamos a dedicar a visitar varios lugares alejados del centro urbano. Después de dar una vuelta por el animado Mercado Central, fuimos a descubrir los tesoros que guarda el Museo Arqueológico Nacional. Luego visitamos otro de los yacimientos helénicos, el de Kerameikos. A continuación paseamos tranquilamente por los barrios de Psirri y Plaka y por los Jardines Nacionales. Para acabar la tarde subimos al Monte Licabeto para contemplar las vistas de la ciudad. Al día siguiente, a primera hora de la mañana fuimos al aeropuerto para coger el vuelo de vuelta a casa.
Aquel día no madrugamos mucho, ya que el primer lugar que queríamos ver quedaba muy cerca de nuestro hotel. Es el Mercado Central (Kentriki Agora), el lugar donde los atenienses vienen a aprovisionarse de productos frescos. El mercado está emplazado en un curioso edificio parecido a una estación de tren. Entramos por la sección de carnicería, que era una sucesión interminable de pequeños puestos que exhibían sus productos cárnicos a la intemperie, sin refrigeración ni nada. Nos asaltó la duda de si lo hacían igual en verano, ya que incluso la carne cortada se exponía sin frío alguno. Delante de cada puesto había un vendedor que vociferaba las virtudes de su producto. Aquello era un caos de gritos, gente y de carne para arriba y para abajo, pero muy pintoresco. Después pasamos a la sección de pescadería, al menos con el producto conservado con hielo pero con los mismos decibelios para nuestros tímpanos. Delante del Mercado Central, en una pequeña plaza, está el mercado de frutas y verduras. Era mucho mas calmado y tranquilo, quizás también porque era mas pequeño y los puestos tenían menos competencia. La verdad es que los dos mercados bien merecen dedicarles un rato, a nosotros nos gustó pasear por sus puestos.